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La NFL ratifica la injusta sanción de 3 partidos a Burfict

La liga confirma la suspensión a Burfict por los primeros 3 partidos en 2016 que le impuso por su golpe a destiempo a Antonio Brown.

Los Bengals no podrán contar con Burfict en los primero tres partidos de la NFL.
Getty images/AFP

Imagino que sólo con leer el titular ya estaréis indignados. ¿Cómo es posible calificar de injusto un castigo a semejante acción? ¡Y no sólo aquella, sino otros lances similares cometidos anteriormente, como el golpe a Maxx Williams, rifirrafes con la jugada terminada, etc.! Sólo os pido un poco de paciencia y que leáis el artículo completo. Por supuesto, estoy a favor de penalizar con contundencia las actuaciones desproporcionadamente violentas que se producen en la NFL (o cualquier otro deporte), y más sobre un individuo reincidente, pero es la forma en que se aplica este particular código de “justicia” lo que me parece improcedente.

Falta de criterio/código de conducta

En primer lugar, por la arbitrariedad de la NFL a la hora de imponer sanciones. No existe un criterio definido. ¿Por qué 3 partidos a Burfict y sólo uno a Odell Beckham? ¿O a Talib por meter el dedo en el ojo a un contrario, pese a que también recibió suspensiones en el pasado? ¿Por qué se quedaron solamente en multas actos tan deleznables como los de Pacman Jones (CIN) ante Cooper (OAK), Wallace (PIT) contra Bruton (DEN), Amedola (NE) sobre Flemming (KC), o el propio Talib en la SuperBowl? No hay ningún código de conducta que establezca una serie de escalas sancionadoras. Nada que establezca que cuando acumules determinada cantidad de multas se te suspenda con un partido, a la siguiente infracción grave con tres, etc. Sólo hay algo parecido relativo al consumo de sustancias prohibidas. En este caso, Burfict ha pasado de ser multado a suspendido por 3 partidos, sin ese “paso intermedio” de un partido. Por supuesto, lo que debe hacer cualquier jugador es practicar una conducta deportiva y evitar ponerse en posición de ser sancionado. Pero sin una normativa sancionadora clara, o al menos que incluya las diferentes casuísticas que pueden entrar en juego, cualquier jugador inculpado que disponga de tiempo, dinero y buenos abogados, debería ser capaz de revertir su castigo. Parece que la NFL no ha aprendido nada de la experiencia con Tom Brady del año pasado.

Injusticia de sancionar con partidos, especialmente en una competición tan corta

En segundo lugar porque sancionar con partidos me parece injusto. Es injusto para el espectador. El aficionado que compra un abono para acudir al estadio o paga una cuota por el gamepass merece que se le ofrezca el mejor espectáculo posible, y esto significa que, salvo causa mayor (lesión) si algún jugador es excluido de un partido debería serlo por motivos deportivos, no disciplinarios. De hecho, la propia NFL en su hipocresía lo hizo en el caso que nos ocupa, ya que la sucia acción de Burfict contra Williams en el último partido de temporada regular fue “oportunamente aparcada” por la NFL para no sancionarle durante el partido de playoff. Un caso que nos recuerda al sucedido con Suh en 2014, cuya suspensión para la eliminatoria de wildcard fue conmutada por una multa, pese a que el jugador ya fue sancionado durante un partido por una acción idéntica cometida en 2011.

Pero también me parece injusto para el equipo que sufre la acción que se castiga. Por ejemplo, supongamos que la sanción a Burfict se produce en temporada regular. Si Pittsburgh se estuviera jugando contra Baltimore una plaza de playoffs, y como consecuencia de la suspensión, Burfict no pudiera jugar contra los Ravens, facilitando así su victoria, los Steelers se verían doblemente perjudicados: una por sufrir la lesión de un jugador, y la otra porque un rival directo se beneficiaría de la circunstancia. Si realmente se pretende hacer justicia, los partidos de suspensión deberían aplicarse cuando Burfict jugase de nuevo contra Steelers, evitando de paso que se incremente la escalada de violencia en búsqueda de venganza.

Falta de efecto disuasorio (deberían ser económicas)

Así pues, en el caso de penas disciplinarias (las de consumo de sustancias prohibidas irían por otro camino), considero que se deberían castigar con multas económicas. El bolsillo es lo que realmente les duele, como comprobaremos en la inminente agencia libre. Pero no con cantidades simbólicas, sino importantes. Y no con cantidades fijas, sino en proporción al salario del infractor (algo que en la NFL está muy bien controlado). Me parece un agravio comparativo que se multe con la misma cantidad a un millonario que a un jornalero que cobra el mínimo. Y si aun así un jugador sigue reincidiendo, entonces plantearse la posibilidad de excluirle de la competición durante todo un año, o indefinidamente. Si como sospecho, la sanción a Burfict tiene más que ver con una campaña de imagen de la NFL contra las conmociones cerebrales, no estaría mal que la recaudación por este tipo de sanciones se dedicase a estudios para evitarlas.

Y para “motivar” a los clubes a erradicar este tipo de conductas, que en ocasiones pueden salirles rentables sobre el campo por la intimidación que provocan en el contrario, también les haría susceptibles de recibir sanciones en forma de pérdida de picks de draft (precedentes existen, como la sanción a los Saints por el “bounty-gate”).

En definitiva, me gustaría dejar claro que comportamientos como los de Burfict no pueden tolerarse. Pero la forma de administrar “justicia” de la NFL deja mucho que desear.