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Entrevista a Alejandro Villanueva (Parte 1)

"Quiero que los Carolina Panthers ganen la Super Bowl"

El jugador español de los Steelers cuenta para AS en una entrevista de 70 minutos todos los secretos de su primera temporada como jugador de la NFL.

Actualizado a
Alejandro Villanueva celebra la victoria de los Pittsburgh Steelers sobre los Denver Broncos en Heinz Field el 20 de diciembre. En playoffs no pudieron repetir el éxito y quedaron eliminados.
Gregory ShamusAFP

 Este lunes hemos mantenido una entrevista telefónica con Alejandro Villanueva, el tackle español que ha sorprendido a la NFL con su rendimiento sobresaliente en su primera temporada en la liga. Durante la conversación hemos hablado de casi todo. Sus lesiones, su relación con los árbitros, su favorito para la Super Bowl, sus aficiones, las historias de los locos últimos partidos de temporada regular del equipo, la batalla con los Bengals, la derrota contra los Broncos… En total ha sido una conversación de setenta minutos que podéis escuchar íntegra en el podcast especial ZonaRoja que hemos publicado este mismo lunes, y que tenéis enlazado al principio de este artículo. Sin embargo, para los que prefieran leer la transcripción de lo hablado, la publicaremos en tres entregas, tres días sucesivos, a partir de hoy. Esperamos que disfrutéis escuchándola tanto como lo hemos hecho nosotros hablando con el gran Alejandro Villanueva.

-¿Qué tal, Alejandro, cómo estás? ¿De vacaciones?

-Sí, de vacaciones. La verdad, no sé muy bien cómo se llama esto.

-Antes de nada, dinos tu pronóstico para la Super Bowl

-Yo quiero que ganen los Panthers. Como Denver nos ganó y no hemos jugado contra Carolina, pues la verdad es que me gustaría que Denver sintiera el dolor de perder los playoffs este año, pero tampoco me importa mucho. Este partido ya no me importa.

Carolina me parece más fuerte porque tiene un equipo más balanceado. Mi análisis, lógicamente, es solo el de un jugador, así que no te puedo decir quién va a jugar mejor o peor. La defensa de Denver es muy buena, tiene muy buenos jugadores, y tiene también buenos jugadores en ataque, pero no se si pueden jugar al nivel necesario para superar a la defensa de Carolina. Por eso, por el cliché de que las defensas ganan campeonatos me decanto por Carolina. Pero la verdad es que me importa bien poco quién gane.

-¿Crees que la línea ofensiva de Carolina podrá contener a la defensa de Denver? ¿No te sientes orgulloso viendo lo que hizo Denver con la OL de Patriots?

-Hay un par de factores que hay que tener en consideración cuando se mira la dinámica del pass rush y del cover de los corners. Es una cosa que el coach repite siempre y en la que, la verdad, no me había fijado hasta ahora. Los equipos que tienen mejores corners son los que tienen más sacks porque la bola, como dicen aquí, no sale a tiempo. El quarterback tiene que esperar un poco más y pasar a la segunda o tercera lectura. Los corners que tiene Denver son muy buenos. Aqib Talib y Chris Harris permiten que el quarterback se quede con la bola y eso ayuda mucho a los sacks. La mentalidad de los Patriots es no intentar crear el equipo por la línea ofensiva. Si tienes muy buen quarterback no puedes llegar a él. Si te fijas en la Super Bowl del año pasado, los jugadores de los Seahawks estaban llegando al quarterback casi todas las jugadas, pero no llegaban a influenciar el pase. Eso fue porque Tom Brady suelta la bola muy rápido. Con Cam Newton hay una dinámica un poco diferente y no sé cómo será. En nuestro caso, los receptores son muy buenos, Roethlisberger tira la bola muy rápido. Por eso, creo que Denver contra los Patriots hizo un trabajo muy bueno aguantando a los receptores y no dejando que la bola saliera a tiempo.

-¿Jugar en el estadio de Denver a una milla de alto afecta algo en el rendimiento o es solo un mito?

-Hay dos factores. Uno es el mental. Si la gente habla de esto, es que es verdad. Y me acuerdo de que cuando nadaba se decía “esta piscina es rápida”. Todo el mundo nadaba más rápido y se bajaban las marcas. Pero realmente no había nada más que el efecto psicológico de decir “si nado en la piscina de San Fernando voy a hacerlo más rápido que en la de El Puerto”. Yo creo que existe el factor psicológico de decir “estoy jugando a altura, veo las montañas, lógicamente, todo el mundo me dice que aquí no se puede respirar y entonces me lo creo y juego peor”. Cuando yo estuve en Afganistán estábamos a 10.000 pies (3.000 metros) que es el doble de lo que estábamos en Denver, y ahí sí que lo notaba. Pero se notaba más cuando hacíamos carreras de una hora y uno terminaba muy cansado y el tiempo era mucho peor. Yo en el partido sí que me noté desganado. Es lo único que noté. No hubo nada de falta de aire o de fuerzas, sino que era como estar sin ganas. Sin ganas de correr. No me sentía ágil, no me sentía espabilado. Puede atribuirse a la altura y también a que la temporada había sido muy larga. No sabría decirte que factor es el que influye.

-A lo largo de la temporada has ido perdiendo peso y jugando cada vez mejor. ¿Ganaste demasiado peso antes de empezar la temporada?

-Eso sabía que iba a pasar. Lo de ganar mucho peso fue anticiparse a lo que iba a pasar a lo largo de la temporada. Yo no gané el peso sabiendo que lo iba a mantener. Soy de constitución delgada y no soy capaz de ganar peso y mantenerlo. En esta época del año (hace un año) que no tenía nada que hacer procuré correr, hacer muchas pesas, comer mucho, ganar peso, ganar fuerza, para que fuera una ayuda durante el training camp, porque yo no sabía si iba a estar en el equipo o no. Yo no sabía si iba a estar con un trabajo de chaqueta y corbata o jugando en los Steelers. No es normal que un jugador pase dos años en la escuadra de prácticas. Tenía una sola oportunidad para entrar en el equipo y tenía que convertir esa oportunidad en un milagro. Si ganaba mucho peso a lo mejor no tenía que desarrollar la técnica en algunas situaciones, algunas jugadas, porque soy tan grande que podría absorber los golpes y a todos los jugadores.

Una vez que empecé a jugar, el estrés de la temporada fue alucinante. Juegas el domingo, y hasta el viernes de la siguiente semana no te encuentras normal. No te puedes levantar de la cama sin sentir muchísimo dolor, no puede echar a correr sin sentir dolor, no tienes ganas de hacer nada. Un partido de un domingo la verdad es que te quita toda la energía. La mayoría de esa energía es la adrenalina y la espectación de decir “vamos a ganar el partido o no lo vamos a ganar”, las implicaciones. Por ejemplo, cuando fuimos a Seattle, ese partido era crucial para meternos en los playoffs, lo perdimos, las expectativas de playoffs bajaron, entonces el estrés de la temporada te cambia de humor, te cambia las ganas que tienes de estar con tu familia, las ganas de hablar con la gente… Todo ese estrés te hace perder peso naturalmente.

Una de las cosas que noté es que me importaba demasiado lo que estaba pasando en el partido cuando estaba jugando. Puede ser porque he sido espectador de football americano durante muchos años. Para mí estar en un partido de football es una emoción, algo espectacular. Entonces, siempre que la defensa dejaba que nos anotaran un touchdown me afectaba y me bajaba el ánimo. El football americano es muy estresante. Sobre todo ver un partido. Queda un minuto en el marcador, tenemos que meter un touchdown, estamos en la yarda 20… Entonces llega el estrés. Ahora la defensa va a meter mucha caña con los blitzes… Y lo pasaba bastante mal en los partidos. Hubo un par de partidos, el de Oakland por ejemplo, que fue un partido bastante emocionante, que lo pasé mal. El de Cincinnati la primera vez que jugué contra ellos lo pasé mal pensando que había que ganar porque era lo que nos podía poner rumbo a los playoffs, Seattle… La verdad es que esta temporada no ha sido fácil. No ha sido de ganar partidos 30-0, sino que han sido partidos bastante espeluznantes y eso me estresaba mucho.

Por eso fui perdiendo peso. Pero al final de la temporada ya dije “da igual lo que pase en este partido”, porque no había mucha expectativa de meterse en los playoffs. Entonces empecé a jugar más por mis jugadas, por mi futuro y lo que va a pasar el año que viene. Y estar más relajado me hizo jugar a un más alto nivel en el último cuarto, algo que no pude conseguir durante la temporada.

-¿Sin embargo, la sensación ha sido que a lo largo de la temporada ha ido creciendo tu implicación en el equipo y al final se te veía disfrutar?

-He ido cogiendo confianza. El problema es que no sabía lo que iba a pasar, como iban las jugadas… Por ejemplo, yo veía a un jugador, tenía que jugar contra el 98 de los Colts (Robert Mathis), un tío que tiene ciento treinta y pico sacks, muy buena técnica, le veía jugar contra otros jugadores, y me resultaba muy difícil compararme. Y pensaba: “no sé si soy tan fuerte como ese tackle, no sé si me muevo tan rápido como ese tackle, no sé si soy tan alto o mis brazos son tan largos. No sabía todas esas cosas. Las jugadas las practicaba, creía que iban a salir, y luego cambiaban 180 grados durante el partido. El juego es muy rápido. En los Steelers había veces que no hacíamos huddle y había que ir jugada a jugada. Ese estrés me hacía ser un poco más lento porque no sabía realmente a quién tenía que bloquear. Si veía una formación la identificaba pero no sabía lo que podía pasar después. Ves un jugador que se alinea justo afuera del outsider linebacker y eso quiere decir que va a hacer un blitz, pero esa conversación que tenía en mi cabeza para intentar descifrar lo que quería hacer duraba bastante y eso me hacía jugar un poco más lento. Por eso hacía bien las jugadas que sabía como tenía que bloquear, pero cuando se volvía un poco más complicado, sobre todo en tercer down largo, o cuando el partido estaba emocionante, me costaba un poco más.

Entonces empecé a quitarme esos miedos, empecé a entender el juego un poco mejor y al final me encontré bastante a gusto.

-¿Con el ruido de Denver, o la de Cincinnati, cómo hacéis para enteraros de cuando va a empezar la jugada y compenetraros?

-Ese es uno de los motivos por el que me costaba mucho jugar al principio. El partido de Kansas City fue uno de los más ruidosos. El de Seattle, igual. Hay partidos en los que realmente no se escucha nada. Intento hablar con el guard y no le escucho. También tengo un problema con el oído. No escucho muy bien con el oído derecho. Puede ser porque cuando coges un rifle para disparar el ruido sale a tu oreja derecha. Y la comunicación es bastante costosa. Si el quarterback cambia la jugada se lo dice al guard porque el guard está mirando para atrás, y éste se lo dice a los demás, pero hay veces que yo no me enteraba, no me lo decía, o no lo escuchaba. Y entonces estás haciendo una jugada y el resto del equipo está jugando otra. Tampoco puedes escuchar el “hut”. Entonces le dan un golpe al center, y el center baja la cabeza y la sube, y cuando la sube es uno. Y a la tercera que la sube tienes que salir para atrás. Pero hay veces que el reloj se agota y hay que dar el balón, pero ha dicho con la cabeza “dos”. Entonces la defensa se mueve pero tú estás esperando todavía. Un sack que hubo en Seattle se debió a que no sabía que la bola iba a salir en la segunda bajada de cabeza. Esa confusión es lo que sucede cuando estás fuera de casa.

Cuando estás en casa no hay ruido cuando el ataque está jugando, y puedes comunicarme tranquilamente, puedes escuchar al quarterback cambiar la jugada, pero cuando estás fuera de casa no escuchas nada. A mí eso me costó. Eso es comunicación de la línea, de decir “Eh, vamos a cambiar ésta jugada, y vamos a salir en dos” Ah, perfecto, y ves el uno, ves el dos, pero si se le olvida decirle a alguien los cambios, puede haber una confusión de consecuencias bastante malas.

-¿Qué sensación teníais antes del partido de Denver con el estado físico de Big Ben?

-Si un jugador es capaz de jugar al football americano, se tiene que encontrar bien. Si te duele hasta el punto que no puedes lanzar la pelota a cuarenta yardas, no puedes jugar. Sería mucho mejor poner al otro quarterback. Él dijo que iba a jugar, y eso me dio un poco de confianza: “si el dice que va a jugar, es que puede hacerlo a un nivel mejor que el de Landry Jones, que es nuestro quarterback suplente”. Así que llegas a la conclusión lógica de que si va a jugar es que se encontrará bien. No necesita practicar tampoco, y además yo no me puedo preocupar de lo que pasa en el equipo. De lo que me tengo que preocupar es de cómo juego yo y mis jugadas, ganemos o perdamos. Antes creo que me descentraba un poco por eso. Por pensar en que teníamos que ganar el partido, que uno estaba jugando bien, se le había caído una pelota a este otro… y eso me empezó a dar igual casi al final de la temporada. Me dije: “bueno, yo voy a jugar lo mejor que puedo sea quien sea el quarterback, sea quien sea el receptor, y las cosas se solucionarán de una manera o de otra. Y ya no me preocupaba de si Ben iba a lanzar 400 intercepciones o 400 touchdowns. Estaba concentrado en bloquear a los tíos que tenía que bloquear y abrir huecos por los que pudiesen correr la bola.

-¿Llegáis a odiar a los Bengals dentro del vestuario la semana siguiente al partido de playoffs?

-No. Yo creo que hay un cierto nivel de entendimiento de cómo es el football americano y lo que conlleva. Sobre todo es que hay mucha emoción entre los fans, y los medios de comunicación están tan involucrados en el día a día de un jugador. Todos entendemos la situación en la que está Burfict, en la que está Pacman Jones. Es un juego bastante violento y emocional, y yo no odio a los Bengals. Y no creo que en mi equipo haya gente que odie a los Bengals. Y tampoco que los jugadores de los Bengals odien a los Steelers. De hecho, he estado hablando con DeCastro ayer, que estaba en el Pro Bowl, y estaba hablando con Pacman Jones en la piscina y riéndose con él de alguna cosa que había sucedido durante el partido. Antes de un encuentro tienes que ser consciente de que va a haber mucha emoción, y eso puede reflejarse en algunos comentarios de algunos jugadores que puedan decir que no les gusta Pittsburgh. Pero eso no quiere decir que al final del día no estemos juntos, que entre jugadas hablemos con jugadores del otro equipo. Creo que todos los jugadores menos dos son obviamente buenas personas. Maualuga es muy buen jugador y muy buena gente, Peko es muy buena gente también, Michael Johnson, Geno Atkins,… Son muy buena gente. A.J. Hawk también es muy buena gente. No son gente que grite ni nada. De hecho son uno de los equipos que mejor se comportan. Lo que pasa es que hubo una serie de momentos, una serie de jugadas, que no se pueden explicar muy bien después de ver el partido, y eso le ha dado mala fama. Pero no creo que los Steelers y los Bengals se odien. Y no creo que existiera nada más que la emoción de saber que íbamos a jugar un partido de playoffs. Y al final salimos ganando, pero perdiendo a Antonio Brown que nos habría ayudado mucho en el partido siguiente.

-A veces creo que los Steelers entrenáis la capacidad de mantener la calma en estos partidos desquiciados. ¿Lo hacéis?

-No diría que los entrenadores inciten las peleas durante los entrenamientos, pero sí que les gusta ver la intensidad durante ellos. Les gusta ver peleas. Hay muchas peleas. Yo diría que cuando ganamos un partido clave hubo peleas toda la semana durante los primeros cinco minutos de los entrenamientos. Peleas de defensa contra ataque. Pero yo creo que eso se deja atrás una vez que vas al partido y luego todo el mundo está muy concentrado en jugar bien. Y jugar bien es lo único que importa. No importa nada más. Lo que pase después de la jugada no importa ni tiene nada que ver con el juego. Importa jugar bien. Eso nos ha ido ayudando a pensar que teníamos que ganar los partidos fuera como fuera. Eso es lo único que importa.

Hemos hecho referencia a los leones durante toda la temporada: “tenemos que ser una manada de leones. Tenemos que comer 15 libras de carne hoy, pase lo que pase. Tenemos que ganar, no importa lo demás”. Eso se nos ha quedado a todos en la cabeza. Podemos ganar por 40 o por un punto, pero ganar es lo único que importa. Hay muchos equipos en la NFL como los Bengals, como Carolina, como los Packers, que ganan cinco seguidos, seis seguidos, y se relajan un poco. A nosotros no nos pasó eso durante la temporada. Ganando uno, perdiendo uno, ganando uno, perdiendo uno… entonces hubo momentos clave en los que decíamos: “esto hay que ganarlo porque si no los playoffs se van a poner muy difíciles”. Esa fue la concienciación. “Tenemos que ganar este partido” fue más importantes que pensar “tenemos que pegarle una paliza a alguien después de esta jugada porque me ha dicho que soy no sé qué”. Esa concentración se dio y espero que podamos tenerla el año que viene también.

-Me llamó mucho la atención que Joey Porter fuera premiado con el balón del partido después de la polémica. ¿Cómo se puede explicar eso?

-Hay dos formas de ver este asunto. El incidente tiene que ver con el libro de reglas, que dice que un asistente que no sea directamente entrenador del jugador lesionado no puede estar en el campo. Esa es la regla. Lo que pasa es que conociendo cómo funciona el vestuario de los Steelers, y sobre todo conociendo a Joey Porter, que es un entrenador que es muy cercano a los jugadores, se explica lo sucedido. Por ejemplo, yo hablo con Joey Porter sobre cosas que no tienen nada que ver con el football americano. Es un entrena/jugador que no ha abandonado lo que es estar en el vestuario hablando con los jugadores. Con todos. Incluido Antonio Brown.

Si yo me lesionara en el campo, y espero que no, me gustaría ver a Joey Porter a mi lado, conmigo, ayudándome a levantarme y sacándome del campo. Cuando se repitió la jugada y se vio el dolor que sufría Antonio Brown, a los jugadores los echaron. Los apartaron de Antonio Brown, y solamente dejaron entrar a los entrenadores, a los médicos y a nadie más. Gente que en realidad no tiene mucho contacto con Antonio Brown. Gente que no le conoce, que no ha mantenido una conversación con él, que vaya a poder diagnosticar cómo se encuentra realmente… Entonces, Joey Porter quiso estar ahí porque él si que conoce muy bien a Antonio Brown, es muy amigo suyo, se sientan y hablan horas y horas después de los entrenamientos, de los viajes, y quiso saber cómo estaba porque a él sí le importa mucho. Sabía la situación en la que estaba Antonio Brown, que no sabía si levantarse o no levantarse,… No sé si habéis tenido alguna vez una conmoción cerebral. No sabes dónde estas y tener una cara familiar ayuda mucho. Así que el era la persona que podía mantener una conversación con Antonio Brown y traducírsela a los médicos para que supieran cómo se encuentra.

Él fue realmente para ver cómo estaba. Yo estaba delante de él y vi las conversaciones que hubo entre Pacman Jones y Joey Porter y él no dijo nunca nada. Pero sí es verdad que su sola presencia incitaba a pensar “¿éste qué hace aquí?” Porter era un jugador que cuando estaba en los Steelers se levantaba la camiseta en las 50 yardas en los calentamientos y se ponía a vacilar al equipo contrario, y por eso es por lo que se le conoce en la NFL, como un vacilón, que no para de hablar con el equipo contrario antes del partido, durante el partido, después del partido. Pero ahora es entrenador, ya no está haciendo esos comentarios, pero esa fama que arrastra de ser el ‘músculos’ del equipo provocó mucha violencia entre los Bengals. Y lo vi, fue un golpe bastante feo, Antonio Brown no estaba bien y él fue a ayudarle y nada más, porque no había ningún otro entrenador que fuese a verle. Y él fue pensando que alguien que le conociera tenía que estar en el campo y tenía que estar con él. “Te ayudo, hago lo que quieras, ¿qué te pasa, Antonio, cómo estás?”. Así que la regla dice que él no puede estar ahí, pero yo ahí no puedo decir nada más porque me sé la regla, pero no sé exactamente si se han violado algo y cuales deben ser las consecuencias.

(FIN DE LA PRIMERA PARTE DE TRES. Mañana, miércoles, la segunda).