En una actitud colectiva, el calor del momento nos lleva a abusar de los adjetivos, pero a lo que Tom Brady y Peyton Manning ofrecieron en el que, quizá, fue su último duelo frente a frente no se le puede calificar de otra manera más que épico. Cada uno en su papel, con lo que la experiencia y los años les han ofrecido, Brady y Manning, de la mano de un elenco que se comportó a la altura, hicieron lo necesario para crear una Final de la AFC entre Nueva Inglaterra y Denver que se convirtió en un clásico instantáneo. Pese a los pronósticos de propios y extraños que ven en Manning al peor enemigo de los Broncos, el veterano pasador hizo lo suficiente en su nuevo rol de administrador para guiar a su ofensiva a anotar más puntos de los que su defensiva toleró para darle a Denver el triunfo por 20-18 sobre Nueva Inglaterra y conseguir el pase al cuarto Súper Tazón de su carrera. Del otro lado, Brady se quedó a dos yardas de mantener el suspenso y quizá cambiar la historia. Tras sucumbir ante la presión de la defensiva de Denver los primeros 56 minutos del encuentro, Brady enseñó por qué es considerado entre los mejores quarterbacks de la historia de la NFL al guiar los Patriotas a acercarse a dos puntos de los Broncos. Brady lo hizo con estilo. Como los grandes responden en momentos de presión, con un pase flotado de 40 yardas que Rob Gronkowski, su secuaz más confiable, atrapó con 1:28 por jugar en el último cuarto. Esa acción preparó el pase de touchdown de cuatro yardas que Brady lanzó a Gronkowski poner la pizarra 20-18 con 12 segundos en el reloj, pero faltaba el intento de conversión de dos puntos con el que los Patriotas forzarían al tiempo extra. Fue ahí que la defensiva de los Broncos hizo énfasis en su actuación, que incluyó dos intercepciones, cuatro capturas y un claro dominio en conversiones de tercera oportunidad al permitir 2 de 15, para cerrarle la puerta a Brady y Patriotas en las narices. Con otra dosis de presión, la defensiva de Denver forzó a Brady a lanzar un pase apresuradamente en la conversión que fue interceptado para sellar el octavo viaje de los Broncos al Súper Tazón. Manning, en un papel modesto de acuerdo a su trayectoria como pasador implacable y prolífico, batalló ante la defensiva de los Patriotas, pero logró marcar la pauta para su defensiva al poner 7-0 y luego 14-6 arriba a Denver con pases de touchdown de 21 y 12 yardas a Owen Daniels en el primero y segundo cuartos. El punto de quiebre para Brady y compañía resultó ser un error de quien regularmente es un seguro pateador, Stephen Gostkowski, quien falló un intento de punto extra cuando Nueva Inglaterra se acercó 7-6 en el primer cuarto con un acarreo de Steven Jackson a las diagonales. De haber convertido ese punto extra, Brady no hubiera tenido que ir por dos puntos a 12 segundos del final y quizá la historia sería distinta. Sin embargo, no lo es y Manning derrotó al némesis de su carrera, al quarterback que le arrebató en otras ocasiones la oportunidad de tocar la gloria, para llegar al Súper Tazón por cuarta ocasión en su carrera y buscar el segundo anillo de campeón que tanto lo ha eludido desde que ganó el primero aquél enero de 2006, cuando jugaba con Indianápolis.