Tras el positivo de Ben Johnson bajaron los récords mundiales
Tras su positivo por anabolizantes en Seúl 88 hubo un frenazo. Luego se sabe del dopaje de Estado de RDA y Rusia. Gran Bretaña pide resetear los récords.
El 24 de septiembre de 1988 el canadiense de origen jamaicano Ben Johnson ganó la final de los 100 metros de los Juegos de Seúl con un tiempo estratosférico de 9.79, récord mundial. Veinticuatro horas después se conoció que había corrido dopado con estanozolol, un anabolizante que aún se detecta (fácilmente) en alguna ocasión. Big Ben fue castigado. De mejor atleta del mundo pasó a ser un proscrito. En Canadá, su país de adopción, una comisión presidida por el juez Dubin, le dejó por los suelos.
A propósito de las mujeres: es curioso que la estadounidense Florence Griffith, que en ese 1988 bajó los récords mundiales de 100 y 200 y se proclamó campeona olímpica, decidiese abandonar el atletismo justo en la cresta de la ola, cuando los dólares iban a llover sobre ella. Dijo adiós de forma rara y sospechosa. Y murió años después, también, de forma rara y sospechosa.
Pide la Federación Británica resetear todos los récords mundiales. ¿Dónde hay que poner el límite temporal? Si está claro que la República Democrática Alemana tenía un sofisticado dopaje de Estado, sus récords deberían ser anulados. Pero si también ha quedado claro que Rusia tenía otro, ¿también deberían ser anulados los suyos? ¿Isinbayeva incluída? Y si Kenia ha sido seriamente advertida, ¿sus récords deberían anularse? ¿Y los que se consigan a partir de ahora, como se resetean, se les da por buenos? Complicado, muy complicado.