Repetición Instantánea
La disciplina separa a contendientes de aspirantes
Los coaches que saben controlar las emociones de sus jugadores suelen llegar lejos y los que no, como Marvin Lewis en Cincinnati, fracasan con frecuencia.
Hagamos a un lado los señalamientos a los mejores o peores aspectos del trabajo de siete de los ocho coaches que mantienen a sus respectivos equipos en la pelea por el título de la NFL.
Olvidemos lo malo que es Bill Belichick para hacer trampa o de sus actitudes arrogantes en las conferencias de prensa, de las incomprensibles decisiones de Andy Reid en situaciones de corta distancia, de la necesidad que siente Ron Rivera de mantener a sus jugadores clave en el campo pese a tener el triunfo seguro o de la camaradería de Pete Carroll para manejar a su equipo.
Sólo excluyo de este grupo a Mike Tomlin, coach de Pittsburgh. Los otros siete entrenadores en jefe que dirigirán a sus equipos en la Ronda Divisional están en esta instancia por un aspecto en común y no se trata de otra cosa más que disciplina.
Si algo han hecho prevalecer en sus equipos Belichick, Reid, Carroll, Rivera, Bruce Arians, Mike McCarthy y Gary Kubiak durante sus cortas o largas carreras como entrenadores en jefe es disciplina, esa que separa a los contendientes de equipos como Cincinnati, Detroit o Cleveland en un contexto histórico.
Y en un equipo de futbol americano, a cualquier nivel, la disciplina comienza y termina con el entrenador en jefe. Es ahí donde Marvin Lewis, coach de los Bengalíes, ha fallado en grande.
Lo sucedido el sábado por la noche en Cincinnati es, literalmente, de pena ajena. A lo largo de su estancia como coach de los Bengalíes, Lewis y la franquicia han apostado a contratar a jugadores con mucho talento, pero muy, muy problemáticos (ahí está la lista de arrestos a jugadores de la NFL los últimos 10 años) con el riesgo de desequilibrar al equipo o, como sucedió ante Acereros, costarles una victoria en Playoffs y todo lo que ella implica.
La falta de disciplina en Cincinnati se reflejó desde el balón suelto de Jeremy Hill en una acción en la que el segundo esfuerzo era irrelevante. Un Hill disciplinado, consciente del trabajo de todos sus compañeros y de los 25 años sin ganar en Playoffs de la franquicia, hubiera caído al piso tras el primer contacto y puesto fin a la jugada.
A partir de ahí, los Bengalíes se desconectaron del mundo y dejaron que sus emociones los gobernaran. Vontaze Burfict tuvo tiempo, un paso para ser precisos, para evitar el duro contacto con su hombro a la cabeza de Antonio Brown, pero optó por el golpe seco.
Quince yardas que ya beneficiaban a Pittsburgh, pero que aún no le facilitaban a los Acereros la decisión de intentar un gol de campo. Un Burfict disciplinado, consciente de lo que estaba en juego para toda una franquicia, hubiera intentado, al menos, evitar el contacto con Brown.
Y luego, 15 yardas más por un castigo absurdo de Adam “Pacman” Jones por jalonearse con el coach de linebackers de Pittsburgh, Joey Porter. Un Jones disciplinado, consciente del daño hecho por la acción de Burfict, hubiera hechp notar a los réferis que un coach asistente rival estaba a mitad del campo sin necesidad alguna, pues sus jugadores de posición estaban en la banca.
Ahí es donde entra Tomlin y su “singular” manera de conducirse en las bandas. En su currículum está una multa por interferir en el camino de un jugador que regresaba una patada de kickoff y varias actitudes triunfalistas que han incomodado a otros coaches. No me sorprendería que él enviara a Porter al campo para alterar a jugadores sensibles a la provocación. Y Porter es otro tipo que no se caracteriza por ser un jugador honorable.
No sorprendería que las acciones de Hill, Burfict y Jones le cuesten el trabajo a Lewis, pues al final de cuentas, lo que se queda en la memoria es la marca de 0-7 en Playoffs del coach y la racha de cinco derrotas en esta instancia.
Sin embargo, y aunque parecería incomprensible de un líder de un grupo, Lewis debió haber expuesto a los tres jugadores para ayudar a su causa. La forma tan ridícula en la que estos elementos echaron a perder el trabajo de sus 50 compañeros y el staff de coacheo en verdad que fue increíble e insuperable y lo ameritaría.
Quizá Lewis decidió no hacerlo porque, al final de cuentas, en Cincinnati, la disciplina comienza y termina con él.
PENSAMIENTOS TRAS PRIMERA RONDA DE PLAYOFFS
- Debemos valorar la forma en que Blair Walsh, pateador de Minnesota, se condujo ante los medios tras su garrafal falla en el intento de gol de campo de 27 yardas con el que hubiera dado el pase a su equipo.
“Aunque me hubieran puesto una sandía, mi deber es meterla entre los postes”, dijo Walsh, quien no encontró consuelo en las palabras de aliento de compañeros y coaches y respondió todas las preguntas que le hicieron.
“En el momento en el que mi equipo más me necesitó, les fallé (…). Sé que soy uno de los mejores pateadores en la NFL y esa es la mentalidad con la que debo trabajar para lavar este error. No va a ser fácil”, afirmó Walsh.
Las revanchas difícilmente le llegan a los pateadores en la NFL. A Gary Anderson, quien falló un gol de campo para Minnesota en la Final de la NFC de 1998, o a Scott Norwood, quien falló el intento que le hubiera dado el triunfo a Búfalo en el Súper Tazón XXV, no les llegó. Ojalá a Walsh sí.
- Los cuatro quarterbacks debutantes como titulares en postemporada (Kirk Cousins, A.J. McCarron, Teddy Bridgewater y Brian Hoyer) perdieron, prueba irrefutable de que la experiencia pesa, y mucho, en Playoffs.
- Ya que tocamos el tema, hablemos de la falta de disciplina táctica de los Vikingos en una juagada clave en su derrota.
Cuando Minnesota ganaba 9-0 con 13 minutos por jugar en el último cuarto, Seattle tenía posesión del balón en la yarda 49 de los Vikingos y prácticamente inició su remontada con una jugada que para muchos fue obra de Russell Wilson, quien tiene su mérito, pero en la que, en realidad, la defensiva de Minnesota se perdió.
Wilson sufre un mal intercambio de su centro, el balón queda suelto detrás de él y lo recupera en una acción diseñada para un pase pantalla rápido al receptor en la banda izquierda. Acto seguido, varios jugadores de Vikingos persiguen al pasador y en el perímetro, Tyler Lockette, receptor de Seattle, queda solo en el centro del campo porque dos defensivos profundos de Minnesota se quedan parados y dejan de vigilarlo, por lo que Lockett atrapa un pase y llega hasta la yarda 3 de los locales.
Una falta de atención y de indisciplina táctica provocó el despertar de Seattle.
VEAMOS PARA ADELANTE
Puedo asegurar que los duelos de Ronda Divisional de la NFC lucen más claros que los de la AFC, por lo que me atrevo a decir desde ahora que la Final de la NFC será Seattle en Arizona.
La temperatura de hasta menos 25 grados centígrados de sensación térmica que se sintió en Minneapolis claramente afectó a unos Halcones Marinos que jugarán en un ambiente y clima más agradable en Carolina, donde su ofensiva jugará con mejor concentración y eficiencia.
Por su lado, los Empacadores nos mostraron su mejor versión ofensiva desde septiembre, pero se necesita eso y más para superar a la defensiva de Arizona. No será una paliza como la de hace dos semanas, pero los Cardenales deben ganar con cierta claridad.
Es en la AFC donde las cosas lucen más parejas por la falta de certeza creada por las lesiones.
En el duelo entre Pittsburgh y Denver, el grado de explosividad del ataque de los Acereros depende de qué tan sanos estén Ben Roethlisberger (hombro) y Antonio Brown (conmoción), pues enfrente tendrán a una de las mejores defensas de la Liga.
En el otro duelo, y aunque su defensiva parece lista para el reto de limitar a Tom Brady y a un ataque mermado por las lesiones, es la posibilidad de no contar con Jeremy Maclin (tobillo y rodilla) la que podría afectar las posibilidades de Kansas City.
Estas incógnitas se resolverán en los próximos días y nos darán una idea más clara de quién puede salir avante en la AFC.
Y PARA TERMINAR…
Hagan sus apuestas. Sin importar si eran o no mejores equipos, los cuatro comodines calificados a Playoffs avanzaron a la Ronda Divisional.
Lo más seguro es que uno de estos clubes juegue en Santa Clara el próximo 7 de febrero y la historia así lo indica, pues un equipo comodín ha participado en siete de los últimos 10 Súper Tazones. El último, Baltimore.