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BUFFALO BILLS 22 - NEW YORK JETS 17

Rex Ryan y los Bills dejan a los New York Jets sin playoffs

Ryan Fitzpatrick lanza tres intercepciones en los últimos tres drives del partido y condena a su equipo a quedar eliminados de la postemporada.

Ryan Fitzpatrick y Brandon Marshall en la derrota de los Jets ante los Bills.
Tom SzczerbowskiAFP

Tal y como ha sucedido en las últimas temporadas, Rex Ryan ha mantenido a los New York Jets fuera de los playoffs. Antes era como entrenador del equipo y en este 2015 como el jefe en la banda de uno de los rivales de división de los neoyorquinos: los Buffalo Bills. Los Jets dependían de sí mismos para jugar en postemporada, pero una derrota por 22 a 17 ha acabado con su sueño.

Un montón de venganzas fueron cumplidas en el Ralph Wilson Stadium esta tarde. La ya citada de Ryan es la primera de ellas. Pero en Buffalo aún hay un recuerdo amargo de la era de Chan Gailey, hoy coordinador ofensivo de los Jets, y Ryan Fitzpatrick en el equipo. Nada que reprochar a los dos hombres, que hicieron lo que pudieron y se fueron por la puerta de atrás, pero como grandes profesionales; sin embargo, sería muy duro para la parroquia local verles meterse en playoff en el mismo campo en el que se lleva desde 1999 sin disfrutar de ese "lujo". Para rematar la faena, Ik Enemkpali fue despedido de los Jets tras lesionar a Geno Smith con un puñetazo en la mandíbula y hoy es jugador de los Bills.

La mayor parte de la culpa de esta derrota, que se puede calificar de histórica por las connotaciones que arrastra, la cargará Ryan Fitzpatrick. Cuando el partido entró en su fase decisiva, cuando se le pidió que ganase el encuentro, tres de sus balones fueron interceptados. Los últimos tres drives de los Jets acabaron así.

Acaso el más relevante fue el que menos lo pareció sobre el campo. Los Bills ganaban 19 a 17 y quedaban más de siete minutos. Los Jets estaban en la red zone. Habían sufrido una enormidad para llegar ahí. No sólo en este drive sino durante todo el duelo. Pero estaban claramente en field goal range y con el marcador en franquicia, potencialmente, por primera vez. Fitzpatrick decidió no asegurar y buscar el touchdown. En un pase dividido encontró, sin embargo, a Leodis McKelvin, el cornerback de Buffalo.

Quedaba una eternidad y los Bills o habían hecho gran cosa en ataque en toda la segunda parte, así que no parecía para tanto. Pero lo que sucedió es que el tiempo restante iba a tener que ser jugado en contra de la comodidad y la naturalidad de los de New York: a tumba abierta. Y ahí son poca cosa.

Buffalo marchó durante cinco minutos campo a través. En ese viaje anotó todos los terceros downs que se le presentaron, que no fueron pocos. Esa fue la gran clave del encuentro, con los Jets incapaces de parar a Buffalo en los momentos decisivos, en los snaps que marcan la diferencia. Es justo señalar aquí que, para entonces, Muhammad Wilkerson, el mejor jugador y, por lo tanto, también el mejor defensa de la plantilla de los Jets, se había retirado lesionado del encuentro. Y con mala pinta.

Por contra, la defensa de los Bills amargó a Fitzpatrick en esos terceros downs. Con la carrera anulada, la única salida del QB de los Jets fue buscar a Marshall y Decker, pero eso era demasiado obvio en terceros y largo y ahí pereció el ataque.

Tras esos cinco minutos de drive los de Rex Ryan anotaron un field goal y pusieron la diferencia en cinco puntos. De nuevo, la incomodidad se instaló en el ataque de los Jets. Porque ya no les valía una patada sino que estaban exigidos en el touch down. Mala combinación con sus problemas ofensivos en los downs claves. Efectivamente, a las primeras de cambio Manny Lawson, en uno de esos raros instantes que nos deja la defensa de Rex con un pass rusher cayendo en cobertura, cogió un melón perdido por culpa de la presión de Marcell Dareus sobre Fitzpatrick. La tercera de las intercepciones sólo fue el punto final a la desesperada intentona de New York de salvar una temporada que se les escapaba de las manos como si fuese líquida.

Esa es la gran tristeza de este año en la franquicia, que habiendo llegado hasta la meta con todo a su favor, mucho más de lo que hubiésemos apostado, acabaron pareciéndose demasiado a lo que esperábamos en la hora de la verdad: poco fiables con el viento en contra, parables en tercer down y con un QB bipolar. Demasiado como para dormir tranquilos.

Ningún partido debe darse por ganado en esta liga. Ningún equipo está batido antes de empezar. Y menos si hay en juego un montón de egos e historias personales. El Bills-Jets ha vuelto a demostrar estas verdades, como tristemente siente, ahora mismo, toda la famila Jet.