El dramaturgo Juan Mayorga lleva al teatro el Spassky-Fischer
Juan Mayorga es uno de los dramaturgos más representados y de más éxito mantiene en cartel la obra ‘Reikiavik’ ambientada en la final de ajedrez de 1972 entre Fischer y Spassky.
En el verano de 1972 la final del campeonato del Mundo de ajedrez entre el soviético Boris Spassky y el estadounidense Bobby Fischer levantó tanta expectación mundial que situó a la capital de Islandia en el mapa mundial. Más de cuarenta años después, el dramaturgo madrileño Juan Mayorga estrena y dirige con éxito de crítica y público su obra Reikiavik, “que tiene un argumento en aquella partida, que ahora disputan en un parque otros dos personajes, Bailén y Waterloo, recreando aquel acontecimiento”.
Mayorga, que fue profesor de Matemáticas y es doctor en Filosofía, dice que él es un aficionado al deporte: “En mi casa sólo entraban dos periódicos cuando era niño, el ABC y el AS; cada día esperaba a mi abuelo, que tenía un bar, a que trajese el AS, para enterarme de los fichajes, de los partidos, de todo”. Y de ahí que se hiciese madridista, en una casa en la que el abuelo era del Atlético de Madrid y el padre, “no sé por qué del Barcelona”, quizá para discutir con el suegro. “En realidad, yo también fui un poco rojiblanco, aunque cuando el gol de Schwarzenbeck, en la final de la Copa de Europa contra el Bayern, ya era del Real Madrid”, apunta Mayorga.
¿Y por qué escribe usted una obra fundada en el ajedrez? “Sinceramente, porque el ajedrez es la vida misma, memoria y toma de decisiones, y cada decisión condiciona el siguiente paso. Eliges profesión, o pareja, o casa para vivir, y todo conlleva otras decisiones”, razona Mayorga, a quien aquella final histórica también le marcó.
“Es que no es una final deportiva. Era la continuación de la Guerra Fría en un tablero entre dos personajes que, me parece, no estaban politizados. Fischer no creía en su sistema político; sólo en él mismo. Spassky, por su parte, tampoco está politizado; él jugaba para ganar, y no tenía una mentalidad política”, ha estudiado Mayorga de sus protagonistas principales.
En la obra se destacan las presiones de los soviéticos sobre Boris Spassky para que ganase por la URSS, o como Kissinger cogía el teléfono para pedirle a Fischer un esfuerzo extra para vencer en un encuentro que era más que una partida “porque estaba en juego el estilo de dos mundos que dirimían sus diferencias ante los ojos del mundo entero, y por eso se recogían las partidas en toda la prensa internacional”.
Todo eso se recoge en la obra Reikiavik, que en las tres últimas semanas de su representación en Madrid puso cada día el cartel de no hay billetes “aunque esta no sea en realidad una obra sobre aquella partida, sino que hay dos historias que se desarrollan a la par”, dice el autor, que en esta ocasión además de escribir ha tenido “la fortuna de poder dirigir a tres magníficos actores”, de gira por España, porque Reikiavik se representará en Málaga, Torrelodones, Leganés, Alicante, Rivas y Sevilla en los próximos dos meses.
Dice que juega al ajedrez como aficionado, y que le apasiona, y sigue el hockey y el voleibol por sus tres hijos (un chico y dos chicas) en edades “de hacer deporte”.
Como autor asegura que en su cabeza “siempre bullen ideas acerca de nuevas obras; hubo un momento que pensé en Maradona como protagonista”, dice.