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Temporada de Bowls: felicidad tontorrona para todos

El periodo navideño marca el fin del año en la NCAA Football con la tradición de los partidos que ponen la guinda a la temporada, pero todo se ha desvirtuado.

Logo de la inmensa Famous Idaho Potato Bowl.

Había una vez un sistema de competición en la NCAA Football que tenía sentido por los tiempos en los que fue creado. Se llamaba la temporada de Bowls y consistía en que la temporada sse cerraba con los mejores equipos del país jugando entre ellos. Era un fin de fiesta maravilloso para el siglo XX porque no se emitían todos los partidos de todas las universidades por televisión y porque la mayoría de ellas sólo jugaban, durante el año, con sus vecinos más cercanos. Así que montar unos encuentros con el mejor del medioeste contra el mejor de la zona del Pacífico tenía mucho sentido.

Aquellas bowls eran poquitas, escogidas, sólo las jugaban los mejores y se concentraban en torno a año nuevo y nochevieja. No dejaban de ser partidos amistosos, privados, pero se convertían en el gran atractivo del año y en las que dirimían quien era un equipo ganador y quién no.

Claro, que eso comenzó a derivar en un negocio monumental y, por supuesto, todo el mundo tomó nota de ello. Las televisiones. Las universidades. Los organizadores. Y comenzaron a crecer el número de Bowls. Al principio poco a poco y ahora de manera absurda.

Este año hay 42. Un cuatro en las decenas y un dos las unidades. Tirad de calculadora (yo os espero) y comprobad que eso significa que hay 84 equipos jugando una Bowl esta temporada. Un ocho en las decenas y un cuatro en las unidades. Eso es una absoluta barbaridad.

Los partidos ya no son sólo el 31 de diciembre o el uno de enero, ahora ya los tenemos desde hoy mismo, 19 de diciembre, y hasta el dos de enero. Pero lo peor es que tendremos a 42 universidades levantando un trofeo y sintiendo que la campaña ha acabado en triunfo, con el deber cumplido. Se ha convertido en un sistema en el que poco menos que se premia la participación.

Por supuesto, no todas las Bowls tienen la misma importante. De hecho, no todas tienen importancia, pero los seguidores veremos muchas de ellas y comprobaremos que alguna medianía que ha ganado 7 partidos y ha perdido 5 en el año se va con una Bowl en el bolsillo. Felicidad para todos.

Cuando al deporte le quitas el drama, la tensión de saber que te estás jugando algo, lo desnaturalizas. Es como esa clase de torneos para críos en los que todos se llevan su medalla a casa, que está muy bien para cuando tienen 9 años y se diviertan, pero no tiene ningún sentido al nivel del que estamos hablando.

Así que, sí, me voy a ver una cantidad indecente de esas 42 Bowls, esa temporada que antes era de celebración y ahora de es de acumulación de partidos absurdos y sin peso, pero me niego a aceptar como ganadores del año más que a aquellos que ganen las llamadas seis grandes, porque la felicidad tontorrona para todos no me va nada.