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MINNESOTA VIKINGS

A más Adrian Peterson, más victorias de los Vikings

El equipo de Minnesota ha ido virando hacia el uso intensivo del corredor y eso les ha llevado a acumular triunfos que les tienen en la cima de la NFC Norte.

Adrian Peterson corre por encima de todos los Falcons disponibles.
Scott CunninghamAFP

Somos especialistas en dar por sentada la grandeza. Creo que nos pasa a todos. Cuando vemos algo gigantesco exigimos verlo de nuevo y a poco que sea diferente ponemos el grito en el cielo. Lo explicaba muy bien el humorista norteamericano Loui C.K. en un monólogo en el que criticaba como nos comportamos en los aviones si nos ponen una aceituna de menos en la ensalada; por Dios, decía, vamos volando por una silla en el cielo, somos como dioses griegos, y andamos con cara de amargados por una aceituna, o un cacahuete, que lo mismo da.

Un caso análogo lo sufrimos, porque ese es el verbo correcto, los seguidores del deporte. Una vez consumida una hazaña andamos como locos pidiendo la siguiente o, en caso contrario, a dar palos. A Nadal se le exige el décimo Roland Garros o se le dan palos, a Messi que meta más de sesenta goles todas las temporadas, y que sean despampanantes, le dimos un premio a Karl Malone en plena época gloriosa de Michael Jordan porque nos parecía mal darle cinco MVPs seguidos, cuando Miguel Indurain se quedó en Hautacam le miramos como a un fracasado por no ganar seis Tours seguidos.

Y así todo.

Esta temporada en la NFL hemos sido culpables de eso en tres casos muy claros: Tom Brady, J.J. Watt y Adrian Peterson. No voy a decir mucho de los dos primeros, salvo que están a nivel de MVP, los mejores en su posición, claros candidatos a estar en la conversación con los mejores de siempre, pero los hemos divisado bajo el radar ya entrado noviembre porque, sencillamente, damos por hecho que tienen que hacerlo siempre a un nivel superlativo para que merezca la pena hablar de ellos. Aquí el primer culpable.

Pero quiero detenerme un poco más en el tercero, en Adrian Peterson. Porque que esté liderando la liga en yardas de carrera es una cosa, que lo esté haciendo con 30 años y habiéndose perdido toda la temporada pasada otra, pero que los Minnesota Vikings lidere la NFC Norte frente a los favoritos prohibitivos, los Green Bay Packers, habiendo girado hacia el juego de carrera en una NFl tan propensa al pase es ya algo que roza lo milagroso.

Mirad los datos. De los últimos cinco partidos jugados por los Vikings, Peterson ha pasado de cien yardas y veinte acarreos en cuatro de ellos; en esos, el juego de pase no ha alcanzado si quiera las doscientas yardas. Sólo en uno la situación fue la inversa: 248 yardas de pase, y sólo 13 balones para Peterson con 45 yardas conseguidas.

Bien, pues cuatro de esos partidos los ganaron los Vikings y uno lo perdieron ¿adivináis cual? Efectivamente, en el que apenas corrieron. Fue contra los Green Bay Packers.

Hay una correlación directa entre las grandes actuaciones del corredor y las victorias de su equipo. Es lo normal. Cuando tienes al mejor corredor de toda una generación has de alimentarle todo lo que puedas para que domine los partidos. Es así como, encima, dominas el reloj, das descanso a la defensa y abres las defensas para que funcione el juego de pase.

Quitemos ese partido y veamos las yardas del corredor en los otros cuatro: 158, 203, 125 y 103. Hemos dado por hecho que Peterson tiene que hacer estas barbaridades cada semana y no parecemos prestarle atención. Pero la realidad es que, sino le conocieramos de nada, estaríamos echandonos las manos a la cabeza con su actuación, pidiendo todos los premios posibles y preguntándonos por qué un equipo en la actual NFl puede jugar tan bien centrándose en la carrera.

A más Adrian Peterson, más victorias de los Minnesota Vikings. Y más gozo deportivo para nosotros. No demos por descontado que esto ha de suceder y valoremos la barbaridad de temporada que está haciendo este genio. Una vez más.