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Cincinnati Bengals 31 – St Louis Rams 7

La defensa de los Bengals se suma al festival ante los Rams

Nick Foles sufrió tres intercepciones, una de ellas devuelta para touchdowns, y Todd Gurley quedó anulado en la paliza de los Bengals a los Rams.

Intercepción de Reggie Nelson a Nick Foles. La defensa de los Bengals se dio un festín con el errático ataque de los Rams.
ANDY LYONSAFP

Hace dos semanas que terminó la temporada de setas. En cuanto llegaron las heladas nocturnas se terminaron las delicias con sombrero. Pero justo en ese mismo momento las defensas empezaron a brotar en la NFL como si fueran hongos. Primero de forma aislada. Un día fue la de los Seahawks, otro la de los Texans…

El football es un sucedáneo en agosto y un quiero y no puedo en septiembre. Hay que esperar a Acción de Gracias para ver football de verdad. En su máxima expresión. Con esos partidos que se contemplan casi enteros de pie, inclinado delante de la pantalla, con cara perenne de incredulidad ante los prodigios que se suceden ante nuestros ojos. Y uno de esos prodigios ha sido ver cómo la defensa de los Bengals, que hasta ahora acompañaba pero no mandaba, fallaba placajes y se desajustaba más de lo debido, cumplía pero no encantaba; de repente, en el mejor momento posible, se ha convertido en un rodillo.

Geno Atkins, Carlos Dunlap, Vontaze Burfict, Dre Kirkpatrick… Todos han entrado en resonancia a la vez en un baile letal con un secreto que suele ser heraldo de éxitos futuros: la línea es capaz de meter tanta presión que los tres linebackers quedan librados casi siempre para hacer diabluras, ayudar donde hace falta y anticiparse a cualquier engaño.

Y a eso hay que añadirle un ataque explosivo e imprevisible. Que cuando no se embolinga con demasiadas jugadas de engaño y las usa con cuentagotas, limitándose a volver loca a la defensa con la alternancia de pases y carreras de todos los tipos, marcas y colores, simplemente se vuelve imparable.

Vale, es verdad, enfrente estaban unos Rams en los que Foles, gordo como Papa Noel, reparte regalos a todos los niños que ve sobre el emparrillado, sobre todo si son del equipo contrario. Pero también tenían enfrente a un Gurley que hasta ahora casi siempre había marcado diferencias y que si viajó a Cincinnati debió hacerlo de incógnito.

Los Bengals montaron un muro frente al corredor para obligar a Foles a pasar. Y el quarterback de los Rams demostró por qué tiene desquiciado a su entrenador. Completaba con desidia cuando menos importaba y se quedaba sin recursos cuando más falta hacía, mientras Geno Atkins se lo comía con patatas y le mostraba el rostro de la muerte un snap tras otro. Hasta el punto que la mejor jugada de los Rams en todo el choque fue un snap directo a Gurley, que le daba el balón a Austin para que corriera para60 yardas. La suma de todas las demás carreras juntas de los Rams en el partido no alcanza esa cifra. El propio Austin, dos jugadas después, anotó el único touchdown de su equipo en todo el partido.

Mientras Foles lanzaba intercepciones, tres en todo el partido que pudieron ser más, una de ellas devuelta para touchdown por Leon Hall, la maquinaria ofensiva de los Bengals volvía, un domingo más, a funcionar como un rodillo con las mismas armas de siempre. Dalton lanzaba tres pases de touchdown, dos a Green y uno a Eifert, mientras la secundaria de los Rams se convertía en un chiste, incapaz de tapar todos los frentes abiertos. Bernard salía desde el backfield para dar soluciones fáciles a su pasador y conseguir muchas yardas después con su habilidad. Jeremy Hill destrozaba con sus carreras el habitualmente sólido front seven de los Rams, aunque tuvo que abandonar el choque antes del final por una lesión en el tobillo que no pareció grave pero de la que estaremos pendientes.

En realidad, el partido llegó resuelto al descanso, con los Bengals mandando 17-7 casi sin despertarse. Pero independientemente del resultado final, y de la fragilidad de unos desquiciados Rams que ahora mismo parecen jugar sin guión, la noticia del partido es que los Bengals ya juegan un football total tanto en ataque como en defensa, y llegan a diciembre dando la sensación de que no tienen ni un solo punto débil.

Este año, al menos por ahora, nadie podrá acusar a Marvin Lewis de no saber plantear partidos, ni ajustar o rectificar a tiempo. La llegada de Hue Jackson parece aportar genialidad en los puntos débiles del head coach. Y tampoco parece que Dalton sea el eslabón débil. Pese a una intercepción que recuerda viejos tiempos, durante todo el partido volvió a mostrarse más que seguro, brillante y resolutivo. Un quarterback perfecto para una máquina bien engrasada.

Un domingo más, ver jugar a los Bengals fue uno de los grandes placeres de la temporada 2015 de la NFL.