En San Francisco se siguen haciendo las cosas muy bien
Con la renovación de Brandon Crawford por 75 millones en 6 años, los Giants se aseguran la continuidad del talentoso shortstop.
Hay dos formas distintas de crear un gran equipo. Una es fichar a base de talonario y juntar un roster que deba ser estudiado por los astrónomos por su parecido con una constelación de estrellas. Otra es cuidar y esculpir a jóvenes jugadores, para que crezcan poco a poco y recoger a medio plazo los frutos del florecimiento de su talento. Mientras varias franquicias acuden a la agencia libre para reforzar sus plantillas a base de talones bancarios con muchos ceros, los Giants prefieren mirar hacia su vestuario y garantizarse los servicios de uno de sus jugadores más talentosos.
Brandon Crawford, nacido en Montain View, California, fue elegido por los Giants en la cuarta ronda del Draft del año 2008, procedente de la universidad de UCLA. Desde que debutó en la MLB, el 27 de mayo de 2011 hasta hoy, ha ido mejorando sus registros año tras año. Empezó siendo el sexto jugador de la historia en batear un Grand Slam en su primer partido en la liga y el primer shortstop en lograr un Grand Slam en la postemporada y en 2015 ha sido galardonado con el guante de oro y el bate de plata y seleccionado para el All Star.
Con este curriculum, además de dos anillos de campeón, los Giants no han dudado en retenerle porque no van a encontrar fuera nada que mejore lo que ya tienen. La franquicia ha puesto sobre la mesa una oferta de seis años de duración que Crawford ha aceptado. Además de un bono de 1.2 millones de dólares por firmar antes del 15 de diciembre, Crawford recibirá un salario de 5.8 millones el próximo año y 8 millones en 2017, los dos que le quedan de arbitraje y 15 millones cada uno de los cuatro años restantes, cubriendo así la agencia libre.
Brandon Crawford, nacido y crecido en el área de influencia de los Giants, ha declarado que está encantado con seguir en los Giants, por la estabilidad de residencia que le proporciona a su mujer, a sus dos hijas y al niño que viene de camino.
En los Giants, Buster Posey es el corazón, Madison Bumgarner el alma y Hunter Pence es una viga maestra, que esta temporada ha estado demasiado tiempo lesionado. Brandon Crawford es un jugador cuya ausencia generaba un agujero imposible de tapar en la defensa del equipo de la bahía.
Crawford es un rostro tan icónico en San Francisco que en agosto, cuando los Giants hicieron un homenaje a la serie Padres Forzosos reproduciendo su cabecera con miembros de la plantilla, fue elegido, guitarra incluida, para ocupar el papel del tío Jesse.
La renovación de Crawford es una de las pocas buenas noticias que han tenido los seguidores de las franquicias de San Francisco en este otoño, ya que la ciudad observa impotente el proceso de autodestrucción de los 49ers.
Pero en la ciudad de los tranvías las cosas se mueven a otro ritmo. Hay que asegurarse, como dice la canción de Scott Mackenzie, de llevar flores en el pelo y en especial en el barrio de Haight- Ausbury. Allí todo es más relajado y tranquilo como los últimos seis años de los Giants, campeones en 2010, 2012 y 2014 y fuera de playoff en 2011, 2013 y 2015.
En San Francisco el verano, época en la que se juega al béisbol, es el momento del amor. Con la operaciones realizadas por la franquicia, la hinchada espera la llegada de 2016 para que las Series Mundiales aterricen en la bahía y así poder encerrarla, por cuarta vez en siete años, en Alcatraz.