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Denver Broncos

La noche más agridulce para Peyton Manning

En la misma noche que bate un récord histórico de yardas, Peyton Manning es sentado y abucheado tras tener la peor actuación de un quarterback desde 1978.

Peyton Manning solo, en el día que más necesitaba que le arroparan.
Justin EdmondsAFP

Cuando finalizó el primer cuarto, me sentí mal por Peyton Manning. Jamás había visto un despliegue de football tan dantesco como el que Manning nos estaba brindando. Sabía que esa tarde noche iba a ser muy, muy larga para él. Batió el récord histórico de yardas de pase (71.840) y al drive siguiente la afición lo abucheaba. Dicen que volvió solo para batir dicho récord, pero el domingo pasado no lo pasó bien, solo había que verle golpear el suelo con rabia tras un problema de comunicación con Emmanuel Sanders o gritándole a Owen Daniels. Estadísticamente, fue el primer QB con un rating de 0.0 desde 2007 (curiosamente, otro de los 10 QB en la historia con un rating de 0.0 en un partido fue Ryan Leaf, compañero de promoción) y también ante los Chiefs. Peor aún es el asunto si nos atenemos al AY/A (Adjusted Air Yards per Attempt), estadística avanzada que indica que el partido de Manning fue el peor desde 1978. Menos mal que los Chiefs se dejaron caer varias intercepciones de las manos e incluso su pase completo más largo fue una genialidad de Demaryus Thomas robándole una intercepción ya cantada a Marcus Peters. Aunque parezca mentira, incluso tuvo suerte por momentos.

Peyton es una figura polarizante. Es ese tipo que siempre aparenta ser la perfección en todos los aspectos de su vida pero que de vez en cuando no puede evitar hablar despectivamente a su center o decir que el kicker de su equipo es un idiota. Para los que le adoran, es el más grande. Para los que le "odian", es un choker que solo tiene una Super Bowl ante los Bears de Rex Grossman (otro del club del rating de 0.0, precisamente en esa misma temporada). Sea como fuere, tengo clara una cosa: los abucheos a Peyton Manning fueron injustos. O más que injustos, diría que desagradecidos. Amargos. Inoportunos. Evitables.

La mayoría de aficionados somos viscerales, con filias y fobias que la mayoría de las veces carecen de fundamento real y solo se guían por el instinto o nuestros gustos. Incluso hasta buscamos sentirnos identificados con esos atletas a los que veneramos, en un vago intento de creer que no somos tan diferentes a ellos. En realidad, ello solo nos lleva a perder la objetividad y a enzarzarnos, con mucho orgullo, en discusiones absurdas entre personas que ni siquiera son objetivas. Pensándolo bien, me cuesta encontrar a gente que admire de la misma manera a Tom Brady y a Peyton Manning. Es casi una cuestión de ideología, ser de izquierdas o derechas. Parece incompatible admirar a los dos de la misma manera, el ser humano necesita siempre tomar partido por algo y elegir un bando. Dos de los mejores Quarterbacks de la historia nos han dado una gran rivalidad, y, por ello, los dos tienen un nutrido público de adoradores y también de "haters". Tom Brady aún no ha llegado a un punto tan duro como el que Manning ya ha vivido en sus carnes, pero ya el año pasado nos intentaron vender que estaba acabado tras su desafortunado show en el Arrowhead Stadium.

El pasado domingo, Peyton se convertía en el Quarterback con más yardas de pase en la historia de la liga. Piénselo bien. Es sencillamente una pasada, algo que solamente puede conseguir alguien realmente especial. Está en los libros de historia, morirá y en el año 2100 le verán en los rótulos de la realización como aquel Quarterback que hace 85 años se convirtió en el jugador con más yardas de pase en la historia. Por ello, un día tan emblemático merecía otra reacción que la de ser abucheado por su propio público, e incluso aunque fuera el público rival o el público de Sri Lanka. El domingo fue un día para perfecto para que sus fieles y sus detractores se unieran en reconocimiento a un tipo que es historia viva de este deporte. Solo por un día, solo 24 horas. No era un día para hacer leña del árbol caído. Fue injusto. Innecesario. Ya tendremos tiempo para que Clayton Kershaw caiga en Play Offs y digamos que se ha marcado un Peyton Manning. Ya tendremos tiempo para recordar los anillos que tiene Tom Brady. Ya tendremos tiempo para hacer un meme con su frente. Abuchear a Peyton Manning en el día más especial de su carrera, merecido tras 20 años de gloria, me pareció equiparable a pitar un himno.

En la otra cara de la moneda, el también ex de Tennessee, Eric Berry, demostró que no solo ha podido batir al cáncer y volver a la práctica del football, si no que lo está haciendo a un grandísimo nivel. Volvió a ser ese jugador que se mueve por toda la defensa y que es capaz de jugar como linebacker interior en dime y posteriormente patrullar el back-seven como single-high safety en la jugada siguiente. Por primera vez desde hace mucho tiempo, pudimos verle en su salsa haciendo lo que más le gusta: castigar cuerpos rivales con sus feroces golpes. Uno tras otro. Levantando en el aire a Emmanuel Sanders, recordando a uno de sus placajes en Tennessee donde logró que el rival volara en el aire 360º. Andy Reid dijo al finalizar el partido que su juego volvió cuando volvió su pelo, así de simple. Ha vuelto y lo ha hecho para tomarlo donde lo dejó, concretamente siendo un jugador de élite en su posición.