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Jueves retro

Gabe Rivera y la historia de lo que pudo ser en la NFL

En 1983, el tackle defensivo de origen mexicano fue la primera selección colegial de Pittsburgh, pero un accidente acabó de tajo con su carrera.

Gabe Rivera fue apodado "Señor Sack" por sus capacidades.
A-J Media

A 32 años de haber participado en su última jugada en la NFL, Gabe Rivera aún escucha comentarios de lo que fue y que inevitablemente hacen pensar en lo que pudo ser. Desde 1983, Gabe sólo ha visitado la ciudad de Pittsburgh en tres o cuatro ocasiones, según recuerda, y en todas, los aficionados lo han reconocido como el liniero defensivo que los Acereros reclutaron en la primera ronda del Draft de ese año.

El plan que tenía el entonces coach de Pittsbugh para él era ambicioso: los Acereros se reconstruirían como contendientes al Súper Tazón con Gabe como piedra angular. Gabe sería el nuevo Joe Greene, primera pieza de un equipo que ganó cuatro títulos en los años 70. Noll realmente confiaba en el talento del defensivo de origen mexicano, quien sería la pieza más importante de la nueva Cortina de Acero. Por eso dejó pasar en aquél Draft a Dan Marino, estrella de la Universidad de Pittsburgh y a quien varios vieron como la selección natural de los Acereros.

Gabe no inició la temporada como titular, pero jugó en los primeros seis juegos y en ellos sumó dos capturas de quarterback, una en la Semana 3 y otra en la 5. Fueron pocas, pero esas imágenes se quedaron tatuadas en la mente de los aficionados en Pittsburgh.

“Realmente me sorprendió que la gente me recodara”, reconoció Gabe en charla telefónica con AS desde su casa en San Antonio, Texas. “Me sorprendió, porque varios me dijeron, ‘sé quién eres y recuerdo que hiciste esto y aquello’. Que hayan pasado 30 años y varios me recuerden o que los jóvenes me digan que sus papás les hablaron de mí, realmente es muy agradable”, agrega Gabe.

El impacto en los aficionados no fue mayor, porque la carrera de Gabe concluyó estrepitosamente. Las dos capturas que Gabe había conseguido en seis juegos convencieron a Noll de que el liniero defensivo estaba listo para dar el paso definitivo, así que le anunció que sería titular en el duelo de la Semana 7 en Seattle.

El gran momento nunca llegó. Tres días antes de su debut como titular, el 20 de octubre de 1983, Gabe fue a un bar y bebió lo suficiente para perder el rumbo del vehículo que manejaba, invadir el carril contrario e impactar de frente a otro auto.

El choque lo dejó paralítico y así terminó lo que se perfilaba como una prometedora carrera y un futuro brillante para el equipo que le confió su futuro. “Nunca pensé en los planes que tenían para mí. Simplemente estaba emocionado de jugar y de hacerlo con los Acereros”, relata el ahora padre y abuelo de 54 años.

"Señor Sack" recibiendo honores en la Universidad de Tech.
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"Señor Sack" recibiendo honores en la Universidad de Tech.youtube.com

“Años después, al analizar las cosas, supe que (los Acereros) intentaban reconstruir al equipo conmigo como piedra angular, pero en aquél momento yo sólo quería disfrutar y jugar”.

Noll estaba emocionado de tenerlo en su equipo tras evaluarlo como jugador de la Universidad de Texas Tech, donde su estilo dominante le hizo ganarse el apodo de “Señor Sack” por su efectividad y ferocidad para capturar a los pasadores rivales.

Ese estilo dejó memorias imborrables en la comunidad estudiantil de Texas Tech, que hace tres años indujo a Gabe en el Salón de la Fama de la universidad y puso su nombre en el Anillo del Honor de su estadio.

“Nunca pensé en mí como una leyenda. Simplemente jugué y me recompensaron por eso. Estar en el Anillo del Honor del estadio de Texas Tech es... es un sentimiento muy agradable”, atina a decir Gabe.

Desde hace mucho que esos recuerdos en el campo con los Red Raiders o con los Acereros dejaron de provocar enojo o depresión en Gabe, quien desde hace varios años decidió trabajar con niños de escasos recursos de entre 7 y 12 años para enseñarles a leer y darles tempranas lecciones de vida que les ayuden a tomar decisiones correctas en el futuro.

“Los llevo a bibliotecas para enseñarles a leer y también de paseo (a museos y parques) para enseñarles más cosas”, detalla Gabe.

No son pocos los que, motivados por la curiosidad de la edad, le preguntan por qué está en una silla de ruedas y Gabe dice que la respuesta y el simple hecho de verlo ahí, es la mejor forma de dejar una profunda huella en ellos, incluso más profunda que las que dejó en los campos de futbol americano.