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LEYENDA DE LA MLB

Ted Williams que estás en los cielos

La figura mítica del jugador de los Boston Red Sox sigue muy presente en los corazones de los seguidores de la franquicia de Massachusetts.

Ted Williams fue uno de los mejores bateadores de la MLB en toda su historia.
Getty Images

Todo lo realizado por Ted Williams dentro y fuera de un campo de béisbol es imposible de resumirlo en un artículo. Aquí sólo se muestra un par de teselas del maravilloso mosaico que fue su carrera.

El béisbol es, muy posiblemente, el deporte más complicado que existe. Para corroborarlo simplemente hay que observar que es necesario ser muy bueno, pero muy bueno, para golpear la bola en tres ocasiones por cada 10 veces que se pisa el plate. La última vez que alguien terminó una temporada con un porcentaje de bateo de 0.4 fue en 1941 y fue, como no podía ser de otra manera, Ted Williams.

La noche del sábado 27 de septiembre de 1941 Ted Williams caminó unos 16 kilómetros por las calles de Filadelfia junto a su amigo Johnny Orlando. Algo se gestaba en el ambiente porque Ted solía estar en la cama a las 10 y esa noche no llegó al hotel hasta las diez y media.

Los Boston Red Sox se encontraban en Filadelfia para disputar los últimos partidos de la liga regular contra los Athletics. Williams llegaba con una media de bateo de 0.401 y el entrenador le ofreció dejarle en el banquillo para conservar un registro que nadie, desde Bill Terry en 1930, había logrado.

La tarde del sábado Ted Williams únicamente logro un hit y su media bajó a 0.39955. Este número se redondea a 0.4 pero Williams insistió en jugar el domingo. En aquel momento poco importaba su home run que sirvió para ganar el partido de las estrellas o un atún que pescó en un día libre que pesaba 170 kilos. Si no mantenía el 0.4 como media de bateo se consideraría una temporada perdida.

El 28 de septiembre de 1941, en un día que pasará a la historia, Williams bateó seis de las ocho veces que estuvo en el cajón de bateadores. El resultado final, Athletics 7 - Red Sox 1, es algo que pasa desapercibido ante el 0.4057 de media de bateo que firmó Ted Williams en esa temporada. Para comprender la magnitud de la hazaña basta señalar que desde entonces nadie ha logrado alcanzar un porcentaje de bateo de 0.4.

Boston es la ciudad de Tom Brady y Bill Belichick; de Bill Russell, Red Auerbach y Larry Bird pero, sobre todo, es la ciudad de Ted Williams. Mencionar su nombre en la verde capital del estado de Massachusetts provoca, hoy y siempre, un respeto reverencial en sus habitantes.

En el partido de las estrellas de 1999, un Fenway Park lleno a rebosar, le rindió su último homenaje. En cuanto Ted Williams entró en un carrito de golf, porque su deteriorada salud no le permitía andar más que pequeñas distancias, el estadio se puso en pie y le dedicó una ovación de varios minutos. Gente mayor, curtida en guerras, como el propio Ted, y que a su vuelta habían pasado las penurias de las crisis económicas, lloraban al ver al hombre que les había dado esperanza para superar el día a día. Williams, en un gesto que nunca hizo como jugador, se quitó la gorra y saludó al público.

Sólo hubo una alegría que Williams no pudo dar a la ciudad de Boston y esa fue conquistar una Serie Mundial. La Maldición del Bambino pesó más que su calidad. Con DiMaggio primero y Mickey Mantle después, los Yankees siempre se interponían. La oportunidad llegó en 1946 y en siete partidos, con un Ted Williams lesionado, los Cardinals frustraron a los Red Sox.

El número 9 de Ted Williams no lo ha vestido ni lo vestirá nadie más en los Red Sox y luce orgulloso en la tribuna del campo de los Medias Rojas. Aunque una estatua honre su memoria en la puerta B de Fenway Park, siempre vivirá en el corazón de los aficionados formando parte del olimpo de los héroes de Boston.