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No disparen al quarterback

El círculo vicioso de la ciudad de San Diego y Chargers

Sólo hay una cosa que puede impedir que los San Diego Chargers cojan rumbo norte, y no está en manos de la ciudad californiana.

El apoyo de la afición de los Chargers ha sido muy cuestionada a lo largo de los años.
Sean M. HaffeyAFP

La grada puede decir que las ganas de animar a un equipo que ha hecho poco o nada por ellos. El equipo puede decir que no merece la pena seguir en una ciudad cuyos fans no apoyan. Y aquí tenemos el círculo vicioso particular de San Diego. La manera de sacar los argumentos para poder opinar quien tiene más razón es localizar el disparador que inició todo. Pero no en esta guerra particular entre fans y equipo, sino entre ciudad y equipo.

El equipo se escuda en que la ciudad ya no hace propuestas válidas para un nuevo estadio en el área metropolitana de San Diego. Las conversaciones se rompieron del todo tras la última propuesta de hacer un estadio en el actual emplazamiento del Qualcomm Stadium, en Mission Valley. Su argumento, que no daba tiempo a aprobar el plan de impacto medioambiental. Pero la verdad, las conversaciones se rompieron el día en que Stan Kroenke (dueño de los St. Louis Rams) compró un solar en Los Angeles. El plan de usar a Los Angeles para meter miedo y forzar un estadio nuevo se iba al garete, y ya se habían quemado demasiados puentes como para decir no a la mudanza.

La ciudad llevaba nueve años explorando opciones y proponiéndole opciones al equipo. Todas se fueron cayendo por emplazamiento (no es que en el área sobre el terreno libre) o por dinero (todas parcelas requerían bastante acondicionamiento). Las evidentes malas comunicaciones entre equipo y ciudad provocaron una torpeza inusual, no propia de lo que solemos ver en la NFL. Todas las propuestas se esfumaron.

Un ejemplo está en el que a día de hoy sigue siendo el mejor sitio posible, una parcela en Chula Vista que acabó siendo comprada por otra empresa para hacer un mega-resort. Una empresa adelantando a ciudad y equipo, increíble. Otro ejemplo es el proyecto en el Downtown, que tenía un problema enorme que fue obviado por ambos (no por la gente con sentido común) hasta que llegó la hora de echar números, y es que para hacer sitio al estadio había que mover metros y metros de raíles de tranvía. Se ve que nadie miro los planos antes de ese momento.

Ciudad y equipo son culpables del inevitable rumbo que tomarán los Chargers. Pero es cierto que en defensa de la ciudad, la organización ha hecho algo muy mal, y al ser lo más reciente les va a dejar como más malos que buenos en esta opereta. Son las prisas tras anunciarse los planes de Kroenke, que han precipitado un plan que ahora hace pensar si en realidad alguna vez tuvieron intención de quedarse.