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Ballesteros: "El Club de Campo debe tener un uso más amplio"

Joaquín Ballesteros es el nuevo gerente del Club de Campo de Madrid. "Tiene que ser sobre todo un lugar deportivo, desde la competición y la salud".

Joaquín Ballesteros.
FELIPE SEVILLANODIARIO AS

Joaquín Ballesteros ha sido nombrado por el Ayuntamiento de Madrid gerente del Club de Campo en sustitución de Alfonso Segovia. Proveniente de la Universidad Carlos III y marido de Marisol Casado (miembro del COI y presidenta de la Internacional de triatlón), su idea es clara: “Soy persona de pensamiento social y vocación pública. Hay que romper con la idea de que el Club es algo intocable para la sociedad de Madrid. Hay que dejar claro que es un club deportivo, desde el rendimiento y la salud. Que sea accesible a un mayor número de personas. Puede ser referente internacional y con equipos, como el de hockey, muy potentes”.

El Club de Campo tiene en la actualidad cerca de 30.000 socios (cuota de alta, 3.000 euros y la anual, 730) y unas larguísimas listas de espera que llegan a los años 90. No habla de ampliaciones. “Todavía no he empezado y hay que analizar la situación”. Propiedad al 51% del Ayuntamiento de Madrid (24,5% de Patrimonio Nacional y 24,5% de la Sociedad Hípica), el Club se ha considerado un lugar “cerrado”: por ejemplo, jugar al golf a un socio cuesta 8,50 y a un no abonado, 100. Ballesteros, que dice ir “sin carnet político y partir de cero”, recuerda que “es un sitio público” y suscribe tres líneas de actuación: “La primera es rentabilidad social. En todo club hay horas punta y valle. Hay momentos con menos uso y se puede llegar a otros usuarios, de perfil diferente. El Ayuntamiento ha propuesto llevar a grupos escolares y abrirse a más colectivos. La segunda es transparencia en la gestión. No sé sabía a cuántos usuarios llegaba, ni los usos que había... La tercera es dar más garantías de calidad a los actuales socios. El superávit que haya, se reinvertirá en más actividades e instalaciones”.

Desde el Club de Campo, nacido en 1931, se han escuchado críticas a estas medidas aperturistas. “Ojalá los socios inquietos se relajen. Les pido que vean lo que se hace y luego juzguen”, dice Ballesteros, que aspira “a una armonía entre socios y la gente que pueda entrar por diferentes grupos”.