Es la hora del todo o nada para Don Mattingly y los Dodgers
Su futuro podría estar en Miami si Los Ángeles Dodgers no se alzan con el triunfo en la Serie Mundial, algo que no hacen desde 1988.
Pocos han descrito el casco urbano de Los Ángeles tan bien como JJ Cale en su canción 'Downtown LA'. Entre los imponentes rascacielos de la ciudad californiana se estima que más de 50.000 sin-techo vagan por las calles día sí, día también. Como los superhéroes de cómic, la mayoría tienen el superpoder de la invisibilidad. La gente sortea a los mendigos tirados en el suelo entre telas y mantas, y hace oídos sordos a los que piden algún centavo suelto. En el metro hay vagabundos que hablan solos y maldicen en voz alta, pero el resto de pasajeros mantiene la mirada fija en sus teléfonos móviles o sus libros. Muchos, además de no tener a dónde ir, están locos o son drogadictos.
Sus pertenencias les caben en un carro de supermercado, que arrastran por las calles sucias en el infinito buffet libre que ofrecen las papeleras del Departamento de Sanidad de Los Ángeles. Para muchos, la culpa de todo esto la tiene el ex-presidente Ronald Reagan, quien decidió hace 30 años que el Estado dejaría de financiar ayudas para los enfermos mentales. La gran mayoría de pacientes terminaron en las calles. Resulta chocante cómo se aglutina en tan poco espacio la riqueza y la pobreza de una de las ciudades más famosas del mundo.
Como los Dodgers no han jugado en casa desde hace dos semanas, he pasado mucho tiempo en downtown. Hasta me he hecho una cuenta en la Biblioteca Central de Los Ángeles, un edificio bastante llamativo en pleno centro de la ciudad cuya entrada se encuentra, cómo no, flanqueada por varios indigentes.
Este fin de semana regresa la acción a Chávez Ravine, y se cierra la temporada regular en el Dodger Stadium con una serie a tres partidos entre Los Ángeles y San Diego. A decir verdad, el desenlace importa poco, pues los Dodgers ya saben que su rival en playoffs serán los Mets de Nueva York. Los Padres serán un mero sparring después de que los angelinos se coronaran campeones de la División a comienzos de semana, en San Francisco.
Ya huele a playoffs en la ciudad. Será el tercer año consecutivo de postemporada para los Dodgers desde que Don Mattingly se hiciera cargo del equipo en 2011. El antiguo primera base lleva dos años bajo la máxima presión a cargo de la plantilla más cara del béisbol. Ha fracasado en los dos últimos intentos, por lo que la hinchada le tiene en el punto de mira. Pregunta por ahí y casi todos te dirán lo mismo: a nadie le gusta Mattingly. Y si tampoco gana en 2015, quizá le veamos cambiar de aires.
La situación es la siguiente. El LA Times se hizo eco hace unas semanas de que el ex-jugador de los Yankees podría entrenar a los Miami Marlins el próximo año. Mattingly termina contrato al final de 2016, y si los Dodgers no ganan su primer título en 27 años, Mattingly podría hacer las maletas rumbo a Florida. Algo que alegraría mucho a los aficionados, y quizás también a los directivos del club. El año pasado, tras caer eliminados, los Dodgers se movieron en los despachos y ficharon al joven Andrew Friedman como Presidente de Operaciones del club. Un tipo que con 28 años había cambiado Wall Street por un puesto en los Tampa Bay Rays. Friedman se cargó al actual gerente, Ned Colletti, y contrató en su lugar a Farhan Zaidi. Y los mentideros cuentan que tanto Friedman como Zaidi están buscando a alguien más cercano al aspecto más analítico del béisbol.
Y así, mientras los playoffs se van cocinando a fuego lento, las miradas se ciernen sobre Don Mattingly. Si no descorcha el champán a final de año no sorprenderá verle con otro uniforme el año próximo.