Suzy Favor Hamilton: de atleta olímpica a prostituta de lujo
"Era la mejor pagada de Las Vegas", dice la mediofondista estadounidense ha publicado sus confesiones en un libro llamado Fast Girl.
La peculiar vida de Suzy Favor Hamilton (Steven Points, 1968) ya se ha convertido en un best seller. Se titula Fast Girl (Chica rápida) y narra la historia de esta mediofondista estadounidense, olímpica en tres ocasiones, que acabó siendo prostituta de lujo en Las Vegas. “Era la mejor pagada”, relata Suzy, con 1:58.10 en 800 y 3:57.40 en 1.500, que cobraba a su clientes más de 600 dólares por hora.
El gran punto de inflexión para Suzy llegó en los Juegos de Sydney 2000, cuando marchaba primera en la final de 1.500 y a falta de 120 metros se bloqueó para caer al suelo cuando estaba lejos de las medallas. “Entré en un estado de ansiedad total y sufrí un ataque de pánico. Las piernas se me hicieron cemento”, contaba Suzy, que en la ciudad australiana comenzó su interés por la prostitución. “Las ganas de brillar en la pista como atleta fueron cambiadas por las de ser la mejor en la cama. Además, comencé a odiar el atletismo”, decía Favor, que sufrió varias lesiones y que le presentó a su marido Mark la opción de la prostitución como “una fantasía”: “Le dije que lo haría una o dos veces y con bajo riesgo, pero quedé atrapada”.
En 2011, esa fantasía llegó al extremo, cuando Suzy decidió abandonar periódicamente su casa de Wisconsin e ir a Las Vegas, donde era conocida como Kelly Lundy. “Quería más, había perdido el control. Veía que ganaba 1.200 dólares en una noche por hacer algo que me apasionaba”, relata en Fast Girl. Pero en 2012 fue descubierta por un periodista y su doble vida fue publicada en diversos medios estadounidenses. Se vino abajo y pensó hasta en el suicidio: “En cada momento quería morir, aunque no culpo a nadie de aquello, sólo a mí. Cometí un grave error”.
En 2013, a la exatleta se le diagnosticó trastorno bipolar. “Mi bipolaridad iba enfocada al sexo de manera compulsiva. Era lo que me tranquilizaba. Me podría haber dado por otra cosa, las drogas, el alcohol o los juegos de azar”, relata Favor Hamilton, que se puso bajo tratamiento y volvió a casa junto a su hija y Mark, su paciente marido. “Quiero ser yo, confío en vivir una gran vida ahora. Lo que creía que era aburrido antes, es sin duda la mejor vida posible“, concluye Favor Hamilton, de 47 años, que ha decidido publicar este libro a modo de terapia: “Mi historia tiene una parte positiva y otra negativa. Espero que la gente pueda entender lo que es tener una enfermedad mental como esta”.