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NO-HITTER EN LA MLB

Jake Arrieta es el hombre de los playoffs para los Cubs

Tras conseguir el primer no-hitter de su carrera y el sexto de la temporada en la MLB, Jake Arrieta se postula como el pitcher que iniciaría los playoffs.

El pitcher de los Chicago Cubs, Jake Arrieta, celebra su no-hitter tras eliminar por strikeout a Chase Utley de los Dodgers.
STEPHEN DUNNAFP

Si hay una constante a lo largo de la historia de los playoffs, es la necesidad de tener un lanzador de referencia, alguien que te abra una eliminatoria con la seguridad de que ese encuentro va a caer de tu lado sin importar quién está enfrente.

La dificultad reside en encontrar a ese hombre. Hay ocasiones en las que el club es tan afortunado que es capaz de formarle desde categorías inferiores, a través del draft, y es el encargado abrir el primer encuentro de las Series Mundiales. Madison Bumgarner sería ese jugador para los Giants.

También existe la posibilidad de encontrarlo gracias a un traspaso, no siendo mucho más allá de un mero alquiler ya que ese lanzador va a ser agente libre en apenas unos meses y quieres maximizar ese impacto sin incurrir en mayores compromisos. Toronto Blue Jays y Kansas City Royals creen haberlo encontrado en David Price y Johnny Cueto, respectivamente.

Pero pocos acontecimientos son más satisfactorios que encontrar un diamante en bruto, una pieza que precisa de trabajo pero que puede desembocar en ese pitcher número uno. Eso es lo que ocurrió el 2 de julio de 2013 cuando Baltimore Orioles traspasó a la parte norte de la ciudad del viento a Jake Arrieta y a Pedro Strop, miembro fundamental del bullpen actual de los Cubs.

Seguramente tampoco sabía el conjunto de Illinois que lo había encontrado.

Poco más de dos años después, Jake Arrieta se postula como uno de los mejores pitchers de toda la competición tras el no-hitter conseguido en Los Ángeles frente a los Dodgers durante la pasada madrugada, dejar sin un solo hit a los locales durante todo el encuentro.

Pero ese enorme encuentro conseguido por Arrieta, el sexto de toda la temporada tras los logrados por Max Scherzer, Cole Hamels, Chris Heston, Hisashi Iwakuma y Mike Fiers, no es sino la confirmación de la imparable línea ascendente que contempla a este jugador elegido en la quinta ronda del draft del 2007 por Baltimore Orioles.

Aunque siempre ha sido un pitcher con un enorme potencial y capaz de mostrarnos flashes de enorme brillantez, Arrieta ha necesitado un cambio de aires y recibir los consejos de un fantástico asesor como es Chris Bosio, el instructor de pitchers de los Cubs, que ha afinado un repertorio que va mucho más allá de una simple bola rápida.

Armado con esa recta de 96 millas más los distintos tipos de lanzamiento con efecto de los que dispone, Arrieta es capaz de trabajar en todas las áreas: dentro, fuera, arriba o abajo y clavando los envíos a las esquinas.

El mes de agosto ha sido maravilloso para Arrieta con un récord de 6-0 y una efectividad de 0.42 (dos carreras en 42 entradas y un tercio) y los Dodgers no han sido sino otro equipo en la larga lista de víctimas de uno de los mejores pitchers del año.

Con ese triunfo, Jake Arrieta ya lidera las Grandes Ligas en victorias y se sitúa entre los líderes de las distintas categorías que ayudarán a determinar quién se hará con el Cy Young en la Liga Nacional, premio que reconoce la labor del mejor pitcher de cada liga y que tiene en su gran favorito, por el momento, a Zack Greinke de los Dodgers.

Los miembros especializados de la prensa, encargados de escoger a ese elegido, pueden sentirse especialmente motivados para decantarse por Arrieta si es capaz de sumar 21 o 22 triunfos, si la efectividad está más igualada respecto a la de Greinke y si le sigue superando en algún que otro dato. Todo ello sin olvidar que Clayton Kershaw acecha en las sombras para ganar su cuarto premio.

Pero el galardón que ansían realmente los Cubs es la deuda que tiene el béisbol con ellos, una que pervive desde 1906, año de su último título del mundo y que con Arrieta al mando, cuentan con excelentes argumentos para saldarla de una vez por todas.