Ser propietario de la NFL no es una misión sencilla
Probablemente la gran belleza del deporte, y especialmente del fútbol americano al estilo NFL, es que el dinero no hace la felicidad, que grandes empresarios en otros ramos muchas veces se estrellan compitiendo frente a aquellos que llevan toda su vida repasando pizarras que incluyen once Os y once Xs, frente aquellos que, como en Pittsburgh o Green Bay, gestionan este deporte de forma natural: acertando en la mayoría de las elecciones del draft y construyendo cada año un proyecto que mira al presente, pero tiene siempre puesta la vista en el futuro.
Los casos de hombres como Shad Khan o Woody Johnson tienen claras similitudes en otras ligas deportivas de otros países y otros continentes (cada uno que saque conclusiones). No podemos negarle a ninguno de los dos, ni a la gran mayoría de magnates que entran en el mundo del deporte por la vía rápida, es decir comprando un equipo, su gran entusiasmo, la bocanada de aire fresco que aportan inmediatamente. Gente como Khan o Johnson expresan nuevas ideas y no tienen miedo en arriesgar. De hecho, veremos a sus dos equipos, Jaguars y Jets, este año en Londres.
Sin embargo, el aspecto fútbol americano es muy complicado y tener una mano derecha, que no sea el head coach, cuya principal cualidad sea el sentido común es el elemento básico del que suelen carecer los millonarios que irrumpen en el mundo del deporte. Entonces, las decisiones se toman pensando solo en la inmediatez, copiando proyectos sólidos del vecino que acaban siendo efímeros en casa u otorgando demasiado poder a algún entrenador que solo mira por sus intereses personales.
Yendo al caso concreto de los Jets, el señor Johnson tuvo unos inicios envidiables, liderando al conjunto neoyorquino a cinco apariciones en los playoffs durante la primera década del nuevo siglo. El magnate de los aceites para bebé supo trabajar tras bambalinas y desarrolló un sólido proyecto, que concluyó con la contratación de Ryan como entrenador y la presencia consecutiva en dos finales de conferencia. Sin embargo, el tándem Johnson-Ryan tomó demasiado protagonismo y la franquicia, desde entonces, ha ido en picado, ganando solo 26 partidos en las últimas cuatro temporadas (6,5 de media por año).
Los tropiezos acabaron con la destitución de Ryan, a quien ha sustituido un genial coordinador defensivo, Todd Bowles, que tiene, como se ha demostrado ya esta pretemporada, un trabajo muy complicado que realizar. Dar las riendas del ataque a Geno Smith fue un grave error, que los Jets todavía tardarán en pagar. Probablemente, la ausencia de Smith después de la pelea en el vestuario quizá otorgue mayores posibilidades al equipo de la mano de un veterano como Ryan Fitzpatrick.
Erick Decker, Brandon Marshall, Darrelle Revis y Antonio Cromartie (ambos por segunda vez)… Los nombres no suenan mal, pero la falta de proyecto y de cohesión de equipo se antojan obstáculos imposibles de superar para la franquicia propiedad del señor Johnson.
Cinco cosas que pienso:
1. Pienso que Cris Carter es un bocazas.
2. Pienso que Bill O’Brien se ha equivocado anunciando que Brian Hoyer será el quarterback titular de los Texans. Ryan Mallett estaba jugando excelentemente y, con dos partidos de pretemporada todavía por disputar, ¿por qué precipitarse?
3. Los Eagles jugaron un partidazo contra los Ravens. No hay duda. Pero pienso que las alabanzas a Sam Bradford han sido exageradas, ya que falló dos pases (intentó cinco) a receptores que tenía totalmente desmarcados.
4. Pienso que la lesión de Jordy Nelson afectará enormemente al juego de ataque de los Packers y también que Randall Cobb debe estar ahora entre los cinco primeros wide receivers elegidos en cualquier fantasy league.
5. Pienso que la noticia sobre la falta de sensibilidad en la yema de los dedos de Peyton Manning nos ha sorprendido a todos. También pienso que la gran preocupación de la afición de Denver, y por ende de Gary Kubiak y John Elway, es si el genial quarterback, a sus 39 años, pueda mantenerse sano durante toda la temporada.