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Por qué Patriots y Seahawks saben ganar pese a las lesiones

La pretemporada en la NFL está presidida, desde que tengo uso de razón, por la enfermiza sensación de que un jugador de tu equipo está a punto de perderse toda la temporada. La mayoría de las noticias principales hacen referencia a caídos en combate en los training camps o en las pachangas semanales. Los análisis determinados por tal o cual ausencia. Y los aficionados cruzando los dedos para evitar el mal trago. Y, sin embargo, hay una verdad incuestionable al respecto: las lesiones, y graves, en esta liga son inevitables y es cuestión de tiempo que le toque a alguna pieza importante de alguna plantilla. Es así. Siempre.

Repasemos lo que hemos visto estos días. En los Carolina Panthers han perdido a Kelvin Benjamin. En los Miami Dolphins a Louis Delmas. En los Chicago Bears a Kevin White. En los Arizona Cardinals a Corey Peters y, aunque "sólo" para el primer mes de competición, a Mike Iupati. En los Minnesota Vikings a Phil Loadholt. En los New York Jets a Geno Smith para al menos un mes. En los Buffalo Bills contienen el aliento para que LeSean McCoy llegue a la primera jornada de la temporada regular. 

Todos esos equipos tienen en común que sus plantillas no están estructuradas como para asumir bajas importantes, y esa es la gran diferencia entre ellos y los verdaderamente aspirantes a la Super Bowl.

Porque los equipos de la NFL tienen 53 jugadores por algo. La propia esencia de este deporte, violento y de colisión, hace que las lesiones sean inevitables. La necesidad de tener profundidad en el grupo es perentoria. No se trata sólo de construir por el qué pasará, para evitar el impacto de los contratiempos que seguro habrá, sino que es la pura esencia de las grandes franquicias, que se pueden definir como aquellas que tienen un hombre preparado para cuando caiga el compañero que le precede en el depth chart.

Pongamos de ejemplo a los dos últimos campeones de cada conferencia, los New England Patriots y los Seattle Seahawks. De los primeros no hace falta decir nada sobre su uso, extensivo, de todos y cada uno de los hombres de sus plantillas en la última década larga. Bill Belichick es un maestro en este arte. Los Seahawks son conocidos, hoy, por ser una máquina de draftear bien y de formación interna de jugadores que cumplen con su rol estén donde estén situados en la jerarquía del vestuario. Puedo añadir sin asteriscos a los Green Bay Packers o a los Baltimore Ravens.

Para refrendar mi argumento sólo tengo que recordaros a dos de los grandes héroes de la pasada Super Bowl. Chris Matthews, ese receptor desconocido, salió al campo cuando los Patriots dominaban sin fisuras para explotar su único agujero visible en la secundaria; y vaya sí lo hizo. Malcolm Butler, que apareció para cerrar ese mismo agujero, acabó siendo el protagonista de la intercepción sobre la goal line que decidió el título. Ambos estaban ahí para demostrar que en esos equipos se cuida hasta el último de los hombres del batallón.

Ahora volvamos a las lesiones de esta semana que, por desgracia, son aún más importantes de lo que parecen por el nombre de los jugadores implicados. Es posible que ninguno sea estrella pura de la NFL, pero sí que son imprescindibles para sus entrenadores.

Kelvin Benjamin era esencial para los Panthers porque era la pieza menos dudosa de un ataque aéreo que, sin él, se cae. Louis Delmas es un jugador propenso a lesionarse, pero la falta de profundidad de la defensa de los Dolphins hace que casi cada pieza titular sea insustituible; es el vivo ejemplo de que se puede tener un grupo titular extraordinario y, aún así, estar muy expuesto a los vaivenes del destino de forma que una lesión inoportuna te maree toda la temporada.

Louis Delmas, lesionado para toda la temporada.
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Louis Delmas, lesionado para toda la temporada.Getty Images

Ninguno de los dos tipos son estrellas, pero su puesto en sus equipos es crucial. Es fácil imaginar que su ausencia hace peor a todo el grupo. Este es un juego de complicados equilibrios, y si el juego de pase es un poco peor, como ahora en Carolina significará que los rivales pueden centrarse en poner dos hombres sobre Greg Olsen o en parar la carrera y, como consecuencia de ello, forzar tres y fuera con más asiduidad. De la misma forma, si tienes un front seven monumental, caso de Miami, pero un boquete en profundo en el centro del campo, los ataques enemigos soltarán el balón rápido hacia allí y tu presión será fútil.

El resto de los casos es más difuso. White es un rookie así que su impacto es sólo potencial. Peters es un jugador recién fichado por los Cardinals y su juego ya venía lastrado de años atrás; mucho más duro es tener que lidiar sin Iupati, pues esa línea es una unidad terrible que se iba a cobijar en el talento de este jugadorazo y ahora no tendrá a quien agarrarse durante el mes de septiembre. Los Jets puede que hasta estén mejor sin Smith dándole los galones a Fitzpatrick. La baja de McCoy sería devastadora para Buffalo, pero eso aún no se ha producido. Y Loadholt era sospechoso per se.

Lo que revelan los miedos y las predicciones de apocalipsis al ver a esta gente abandonar los campos en carritos médicos es lo mismo en todos los casos: sus equipos no están bien montados como para absorber la pérdida de talento. Eso es lo realmente duro, lo que subyace. Porque lesiones las va a haber siempre, sólo que, más allá del rango de los lesionados, las buenas franquicias saben que tienen que tener el plan B previsto y las que no lo son tanto viven a expensas de la fortuna. Mal asunto ese.