LA BICAMPEONA DEL MUNDO VISITÓ AS
Carolina Marín: “Sentí el empuje y el calor de toda España”
La onubense visitó AS, acompañada de sus padres, para mostrar el segundo oro mundial consecutivo. “En casa es muy tranquila, pero en la pista lo saca todo”, comenta su madre.
Me recojo el pelo, me hago la coleta y me pongo las horquillas”. Es el ritual de Carolina Marín antes de salir al parqué donde se transforma en guerrera. La onubense visitó AS, acompañada de sus padres Gonzalo y Toñi, para mostrar el segundo oro mundial consecutivo que se colgó en Yakarta. “En casa es muy tranquila, pero en la pista lo saca todo”, confirma sobre la transformación de su hija Toñi, la madre sufridora que no fue capaz de ver por televisión el “perfecto” partido final ante la india Newhal. “Fue el mejor de mucho tiempo”, asegura Carolina, de 22 años.
Si la victoria en 2014 en Copenhague fue casi una sorpresa, la de 2015 en Indonesia se ha caracterizado por la lucha. “Ha sido un año muy complicado. He tenido muchos problemas y encima, a dos semanas del Mundial me vino una lesión en el pie derecho”, relata Marín. La primera imagen que se le vino en el podio fue la de ella “con la bota ortopédica”. Luego llegó la sorpresa cuando escuchó el himno con letra de Pemán: “Me quedé alucinada. Creía que era algo nuevo... La verdad es que sólo quería disfrutar”.
Ni siquiera el Mundial fue un camino de rosas para Carolina. Ella es muy autoexigente y en las semifinales, tras batir a la surcoreana Sung, se pasó la noche llorando: “Gané, pero no me había salido nada, ni las estrategias, ni los golpes... No quise ni hablar con mi entrenador (Fernando Rivas). Lo bueno es que al día siguiente me desperté y había nacido una Carolina nueva”. La del ritual, la que machacó con el frenético volante (va a 300 km/h) a Newhal en dos sets con sus gritos de rabia (“me salen así”), la bicampeona mundial.
Tras su oro, su cuenta de Twitter pasó de 33.000 a 47.000 seguidores y Casillas, Llull, Gasol, Javi Fernández... le habían felicitado. El Rey en persona la telefoneó: “Me dio la enhorabuena en su nombre y en el de su familia”. Y hasta su ídolo Rafa Nadal pidió el teléfono de Carolina a un periodista para enviarle un mensaje de whatsapp. “Me da rabia que se le critique, no somos robots”, le devolvió Carolina en AS.
Hoy mismo viajará a Ibiza para entrenarse con uno de los técnicos de la Selección. “Si puedo escaparme me daré un bañito”, dice Marín, tras la que se ocultan unas sesiones de entrenamiento maratonianas de más de 7 horas al día junto a Fernando Rivas, el técnico clave en su vida: “Divido las sesiones en parte técnica, física y táctica. Cuando estaba lesionada eran más. Y hacía mucho aeróbico y entrenamiento en hipoxia”. En esas horas oscuras de gimnasio también hizo mucho trabajo con el psicólogo Pablo del Río: “Hacemos prácticas imaginadas. Pablo es una figura fundamental, te da las llaves para poder seguir adelante”. Así superó un 2015 de penumbras y conflictos con la Federación (pasó por el tema de puntillas) y vio la luz cegadora en forma de oro.
Cada vez más conocida en España, Carolina es consciente de que ya es un referente para muchos chavales. Y coge el guante. “Tener esa responsabilidad me alegra. Me gusta la exigencia de la gente. En la final sentí el empujón y el calor de toda España”, culmina Marín, que mira a los Juegos de Río como “la guinda” de su carrera. De momento, sonríe mucho. Es la campeona del mundo.