MUNDIALES DE KAZÁN | LA INTRAHISTORIA
Katie Ledecky: su secreto es tener una piel de poliuretano
Su secreto, según los expertos y los estudios, se llama flotabilidad, una herencia genética que le ayuda a ser más eficaz que el resto en cada brazada.
Katie Ledecky (Nueva York, 1997) no es ni la más alta (1,80), ni la más fuerte, ni la más fibrada de sus rivales. Tampoco es la que más horas le dedica a un deporte tan sacrificado, en el que el entrenamiento y la dedicación pueden marcar diferencias. No tiene una frecuencia de brazada más amplia que el resto, ni mucho menos una fuerza de piernas fuera de lo común que le permita acelerar cuando le plazca. Pero sí posee una cualidad que le autoriza a ser la mejor nadadora del estilo libre que ha existido en la historia de la natación.
Su secreto, según los expertos y los estudios, se llama flotabilidad, una herencia genética que le ayuda a ser más eficaz que el resto en cada brazada y aprovechar mejor el impulso para recorrer más metros. Ese efecto provoca que sus brazos sean más bien palas de remo, por eso aumenta la diferencia con sus rivales cuanto más amplia es la distancia de la prueba. Así, es capaz de sacarle 25 metros a la segunda en una prueba de 1.500. Mientras los nadadores nadan con bañadores textiles, la piel de Ledecky es como si fuese de poliuretano, ese material del que se fabricaron los famosos bañadores mágicos que tantas plusmarcas y victorias dieron en 2009.
A estas cualidades innatas, hay que añadirle un entrenamiento detallado, basado en el volumen de kilómetros nadados, alrededor de ocho al día, y en los ensayos de las competiciones. Junto a su técnico, Bruce Gemmell, Ledecky simuló la carrera del martes, por ejemplo, y le salió a la perfección.
La estadounidense, de apenas 18 años, tiene ya en su poder los récords de 1.500, 800 y 400 libre, y en solo dos años ya los ha batido nueve veces. Los 200 libre es una prueba distinta, aunque el crecimiento de Ledecky en todos los aspectos (técnica, fuerza y estrategia de carrera) le auguran un gran futuro en esta disciplina y, con el tiempo, podría incluso probarse en los 100. Con las tres medallas de oro que ha ganado en Kazán, la norteamericana acumula ya siete oros en Mundiales a su corta edad, y no ha perdido ni una prueba en la que ha competido.