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MUNDIALES DE KAZÁN | NATACIÓN

Katie Ledecky, la inigualable niña prodigio del estilo libre

Su reto tiene más valor que el de Debbie Meyer, triple campeona olímpica en 1968 y Shane Gould, que completó en 1971 todos los récords del libre (100, 200, 400, 800 y 1.500).

Katie Ledecky.
ALEXANDER NEMENOVAFP

A lo largo de la historia ha habido nadadoras que han intentado el reto de Katie Ledecky en los Mundiales de Kazán. Ganar todas las pruebas del fondo y del medio fondo del estilo libre, como son los resistentes 1.500 y 800, los duros 400 o los veloces 200, no está al alcance de cualquiera. Más bien, de nadie, hasta que esta estadounidense de 18 años va camino de lograrlo en la ciudad rusa en unos ya históricos campeonatos (ya solo le quedan los 800 donde parte como favorita indiscutible). Entre otras cosas, y hay que ser justos con la historia, la prueba de 1.500 no se añadió al programa de los Mundiales hasta Fukuoka (Japón) 2001.

Habría que remontarse a los 60 y a los 70 para encontrar nadadoras de un potencial similar pero sin la misma suerte y constancia que Ledecky. Debbie Meyer, bautizada en América como la Divina, entró como un torpedo en la elite acuática en los Juegos Olímpicos de México-68, donde ganó los 200, 400 y 800 libre, convirtiéndose en la primera mujer en ganar tres oros olímpicos en la misma cita. La proeza de Meyer, que apenas tenía 16 años cuando consiguió esa triple corona, es comparable a la de Ledecky, ya que el programa olímpico sigue respetando esas tres disciplinas (los 1.500 no se nadan) y, además, si hubiese habido un Mundial con una prueba de 1.500 la estadounidense también habría ganado debido a las marcas que poseía en ese momento.

La prueba diferente y la que añade heroicidad son los 200 libre, una modalidad en la que los velocistas también tienen su palabra. Tras Meyer, quien no supo gestionar el éxito prematuro, llegó la australiana Shane Gould, la mejor nadadora que ha dado el país oceánico en su historia. Gould fue un paso más allá que Meyer y que Ledecky, en un deporte en el que la especialización todavía no estaba tan asentada en las nadadoras. Gould, a sus 15 años, ganó cinco medallas en los Juegos de Munich-72, a la sombra de Mark Spitz: oro en 200 y 400 libres y 400 estilos, plata en los 800 libre y bronce en los 100 libre.

No logró batir a Meyer, pero sí que estuvo a punto de ser inalcanzable para Ledecky porque también consiguió ser bronce en los 100 libre. Gould es la única mujer que ha logrado subirse al podio en unos Juegos (incluso Mundiales) en todas las disciplinas de estilo libre, lo que denota su superioridad en aquella época. Es más, la australiana logró tener en su poder al mismo tiempo los récords de los 100, 200, 400, 800 y 1.500 libre entre 1971 y 1972. Nuevamente, la gestión del éxito y la fama que persiguieron a Gould, provocó que, con 17 años, dejase la alta competición para formar una familia y resguardarse en una granja del interior de Australia.

Janet Evans no llega al nivel que mostró Meyer, Gould ni Ledecky. La heroína estadounidense irrumpió con fuerza en los Juegos de Seúl, en 1988, para colgarse el oro en los 400 y 800 libre, al margen de los 400 estilos, pero no se atrevió a nadar ese 200. Evans, una niña prodigio como Ledecky, logró batir los récords del mundo del 400, 800 y 1.500, con marcas que serían vigentes y competitivas hoy en día. De hecho, con esos registros hubiese sido cuarta en la final del 400 libre, sexta en los 1.500 libre y su tiempo en 800 también le hubiese asegura estar entre los cinco primeros.

Otros talentos de la natación masculina, como el australiano Grant Hackett o el chino Sun Yang no han conseguido la proeza de Ledecky. El primero de ellos, que reaparecerá en este Mundial con 35 años en el relevo 4x200 libre, logró en Barcelona 2003 ganar el oro en 1.500, 800 y 4x200 libre, además de la plata en el 400 libre y el bronce en el 200 libre. El chino Yang lleva en este Mundial la plata en el 200 libre, el oro en el 400 y le quedan los 1.500 y 800, donde es el principal candidato a revalidar título.