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Estabilidad personal, clave para el éxito

En abril pasado, Jameis Winston entró a la NFL por la misma puerta que Peyton Manning cruzó hace 17 años.

Técnicamente, la carrera de Winston con los Bucaneros de Tampa Bay aún no ha comenzado y ésta ya presenta una clara diferencia en relación a cómo inició en 1998 la de Manning, y no se trata de otra cosa más que de estabilidad personal.

Son muchos los casos que demuestran que una primera selección global realmente no es garantía de éxito para el equipo que recluta al que es considerado el jugador colegial mejor calificado disponible en determinado año.

Que la elección haya sido la correcta suele ser, literalmente, un volado, pero en algunos casos hay jugadores que ofrecen certeza sobre su futuro, como fue el caso de Manning, o que despiertan dudas, como Winston.

La diferencia es simple: un expediente impecable, comportamiento social ejemplar y ajeno a cualquier tipo de problemas.

Winston aún no llegaba a la NFL, ni siquiera había consolidado su carrera como colegial en la Universidad de Florida State y ya tenía encima serios líos legales: una acusación de agresión sexual en 2012, otra por posesión de arma de fuego ese mismo año y una más por robo en 2013.

Aunque nunca se presentaron cargos formales por la presunta agresión sexual tras una investigación de la universidad que dejó más dudas que certezas, la víctima presentó una demanda civil que mantendrá vigente el problema un buen rato.

¿Y qué necesidad tienen los Bucaneros de lidiar con problemas así?

No se trata de determinar en estas líneas si Winston es culpable o no, pero la realidad es que un jugador con altas calificaciones como quarterback no llega limpio a la NFL y eso pone en duda su capacidad para mantener una carrera estable que lo lleve al éxito y al equipo que lo reclutó a volver a ser contendiente.

Estos incidentes fueron, sin duda, investigados y analizados a fondo por varios equipos antes del Draft, especialmente por los Bucaneros, que no tenían tampoco muchas otras opciones para cubrir su mayor necesidad en el pasado Draft y seguramente tuvieron que tomar una difícil decisión.

Tampa Bay apostó por un jugador con problemas para mantener su vida social estable, pero brillante en el campo y deberán usar muchos de sus recursos para mantener a Winston enfocado en su trabajo y lograr que se convierta en el catalizador de su resurgimiento.

Es una situación similar con la que actualmente lidian en Cleveland con Johnny Manziel, quien tampoco se caracterizó por ser un estudiante modelo en Texas A&M con un arresto en 2012 y otros líos.

Mark Sánchez, quien decidió entrar a la NFL en 2009, un año antes de terminar su carrera colegial con la Universidad de California, es otro pasador que llegó con expediente manchado al profesionalismo.

En 2006, su primer año como universitario, Sánchez fue acusado de agresión sexual. No se presentaron cargos formales, pero fue suspendido por la universidad.

No resulta sorpresivo que Sánchez no disfrute de una exitosa y estable carrera en la NFL ni que Manziel, aunque apenas entra a su segundo año, sea más noticia por lo que hace afuera del campo que dentro de él.

En 1998, los Potros de Indianápolis no tuvieron que enfrentar ninguna disyuntiva. Manning era ya un ciudadano ejemplar que sólo se dedicó a estudiar y a jugar al más alto nivel en la Universidad de Tennessee.

Incluso, la suerte le volvió a sonreír a los Potros en 2012, cuando debían remplazar a Manning y con la primera selección global del Draft encontraron a otro quarterback confiable y, además, bien calificado en Andrew Luck.

Sólo el tiempo nos dirá si los Bucaneros tomaron la decisión correcta o si debieron esperar un año más para encontrar a su quarterback franquicia. Y literalmente, esa respuesta está en las manos de Winston.