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NATACIÓN - SINCRONIZADA

Mayuko Fujiki, la japonesa que quiere hacer reír a China

La extécnica española intenta cambiar la mentalidad de un país “estricto” con el deporte. Reconoce que el reto es “batir a Rusia en sincronizada”.

La japonesa Mayuko Kijiki con el equipo chino de sincronizada.
RODOLFO MOLINA

Al margen de Anna Tarrés, asesora del equipo francés, hay otra cara conocida de la natación sincronizada española en estos Mundiales de Kazán. Mayuko Fujiki, japonesa que ahora lleva las riendas de una superpotencia como China, estuvo en dos etapas ligada al cuerpo técnico. Primero, con Tarrés, y luego, con Esther Jaumà.

Precisamente, decidió dejar el equipo después del Mundial de Barcelona, punto de inflexión de la sincronizada española, que no ha vuelto a ocupar la misma posición de privilegio que en etapas anteriores y que se ha visto inmersa en una profunda renovación.

Los motivos del adiós de Mayu son simples. “Hubo el cambio entre Anna y Esther. Era muy interesante para hacer algo nuevo. Teníamos un objetivo diferente, aunque lo que ocurrió es que la manera de entrenar de Esther no era cómo yo lo veía. Hasta el Mundial teníamos poco tiempo e hicimos muchas cosas, pero luego no me acababa de sentir bien, no daba cada día mi cien por cien… Hubo muchas semanas en las que creía que podía llevar chicas a un nivel y no lo lograba. Tengo mucho respeto a Esther y entonces tuve que tomar una decisión”.

Ahora, la japonesa se encarga de ser la entrenadora de China, que en este Mundial ha copado todas las platas excepto la del solo técnico, prueba en la que Ona Carbonell les arrebató ese metal. Pero, ¿cómo son las nadadoras chinas? “Las chicas no sonríen y no practican deporte porque les gusta, sino que se lo toman como un trabajo cuyo objetivo es ganar dinero y ayudar a la familia. Las chicas son máquinas y las entrenadoras son sargentos. Yo vengo de la cultura japonesa y hay aspectos muy asiáticos: no hay comunicación, no hay feedback, se hace lo que se dice sin rechistar…”. Unas diferencias con la cultura española y con la experiencia de Mayu: “Para ellas es muy fácil repetir ejercicios. En España no es así, porque quieres hacer un movimiento cien veces y las chicas se aburren. Ellas, no. Son máquinas y pueden repetirlo todas las veces que les digan”.

La devoción china por el trabajo las ha hecho crecer hasta la segunda plaza mundial, pero Mayu quiere cambiar determinados hábitos para sumarle a ese dominio de la técnica y la ejecución unas dosis artísticas más occidentales. “Quería cambiar ese sistema, porque la natación sincronizada es arte, no hay que nadar como máquinas porque si no, no sientes nada. Desde fuera ves muy bien a China y su técnica, pero nunca me impactó ni una rutina. Aunque esté muy bien ejecutada, nunca te acuerdas. Hablé con los superiores y les explique mi idea y les gustó”.

Manos a la obra se puso Mayu, que reconoce estar al frente de un “un proyecto muy grande, apasionante”. El objetivo final es el primer puesto mundial. “Ellas tienen como objetivo ganar en Rusia. Todo el mundo está pensando en superarlas. Ellas tienen que disfrutar el nadar porque si haces lo de Rusia, nunca llegaremos a ellas”.

La maquinaria del deporte en China es distinta al resto de países, de ahí sus éxitos internacionales pese a su escasa formación en valores. Ser un deportista de elite es como ser un funcionaría al servicio de la marca del país. “La prioridad para cualquier niño es el deporte. Cuando entras en el centro tienes que ir a las Juegos y ganar dinero, los estudios dan igual. Entrar en los CAR es muy difícil, hay coches de mucho dinero, son famosos, están en la elite… Una vez llegas allí ya tienes mucho dinero para la familia”.

Y para ello cuentan con una red de captadores por todo el estado. “Allí hay provincias, y la sincro la practican 11 de ellas. Cada provincia tiene un CAR, que son increíbles. Shanghai tiene cuatro piscinas de 50 metros. Son más grandes que el de Sant Cugat. Tienen tres piscinas de saltos, es como el doble que esto. Las chicas son captadas de muy pequeñas por los clubes. Van a clases de danza y se ven quiénes tienen más habilidades. Con seis o siete años, ya viven en su CAR, ya no viven con los padres”, relata Mayu.

Pero la japonesa se muestra crítica con esta percepción del deporte y reconoce que en China ya existe una corriente de técnicos foráneos que están por la labor de cambiarlo. “Todos los entrenadores de la Federación son de fuera, o casi todos. Entre todos hablamos, somos amigos, y queremos cambiar China para que no sea un país tan estricto. Pero hay deportes más difíciles, como los individuales. Los colectivos representan otro tipo de dinámicas”.