Previa de la temporada NFL-2015 Washington Redskins
Última oportunidad para un Griffin en el que nadie cree
Hace tres años los Redskins draftearon a Robert Griffin III y fueron inmensamente felices. Todo el mundo dentro de la franquicia creía que había encontrado al quarterback que les devolvería a la cima de la NFL. Y en un principio pareció que no se habían equivocado. El jugador cumplió con creces. 3.200 yardas en su año de debutante, veinte pases de touchdown, sólo cinco intercepciones, un rating de 102.4, 815 yardas de carrera, siete touchdowns terrestres… Superman no era un personaje de cómic. El jugador perfecto vestía los colores de Washington.
Pero ese mismo año terminó con Griffin lesionándose de gravedad. Su juego agresivo había sido todo el año espectacular, magnífico, pero se jugaba la vida como un torero en cada snap de cada partido. Llegó tocado a postemporada y se rompió del todo contra los Seahawks. Y con esa rotura quedaba completamente resquebrajado el sueño Griffin mientras el jugador simplemente se diluía para convertirse en una sombra.
Tres años después los Redskins han cambiado de entrenador para encomendarse a Jay Gruden, un tipo que no quiere ver a Griffin ni en pintura. También han cambiado de manager general en un movimiento atrevido pero muy arriesgado. Scott McCloughan es un mago fabricando plantillas, pero arrastra adicciones que ya le costaron el puesto en San Francisco y Seattle y que ponen en entredicho su capacidad para crear un proyecto a largo plazo, mientras él dice que la reconstrucción durará ¡diez años!...
Si juntamos todo, da la impresión de que los Redskins se han echado definitivamente al monte para ver qué pasa. Durante años ser los campeones de la offseason con fichajes deslumbrantes y drafts espectaculares no les ha servido para nada, y ahora han cambiado el paso para trabajar a la sombra. En la agencia libre se movieron con inteligencia tapando agujeros y en el draft huyeron de las fanfarrias para construir cimientos. Un proyecto que quizá pueda ilusionar a largo plazo, pero que en las distancias cortas parece poco competitivo.
Ahora solo queda esperar el milagro. Que Griffin vuelva a ser el de 2012 en un sistema que no favorece sus virtudes y magnificará sus defectos, con un entrenador que lleva un año intentando librarse de él y con unos despachos que ya están trabajando en un futuro sin su presencia. Para su consuelo, en la NFC Este cada partido es una final igualada independientemente de la calidad de los contendientes y, quién sabe, quizá Superman sea capaz de superar su indigestión de kriptonita.
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