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La inmortalidad llegará tarde para Ken Stabler de los Raiders

Actualmente estamos tan inmersos en discutir quién es el mejor jugador que la NFL ha visto en su historia, que sólo el adiós definitivo de figuras como Ken Stabler, leyenda de los Oakland Raiders, nos recuerda lo injusta que nuestra memoria puede ser.

La espectacularidad de estrellas como Tom Brady, Peyton Manning, Drew Brees, Calvin Johnson, J.J. Watt, Darrelle Revis o Richard Sherman nos tiene tan ocupados ubicando su lugar en la historia que olvidamos, o peor, omitimos el aporte que leyendas como Stabler le dieron a la NFL para ayudar a la Liga a estar donde está.

Una carrera como la de “La Víbora”, como se le apodó a Stabler en la NFL, merece llegar a las vitrinas del Salón de la Fama en Canton, Ohio, como otros que tuvieron éxitos similares o ligeramente inferiores lo han hecho.

Los argumentos a favor del quaterback, quien falleció el pasado 8 de julio a los 69 años, son contundentes, aunque a los ojos de los aficionados actuales quizá parezcan débiles, pero cabe recordar que las 27.938 yardas por aire que sumó, las registró en la década de los años 1970 en su mayoría, época en la que correr era la regla en la NFL y los receptores estaban más limitados por los defensivos.

El inicio de la carrera de Stabler fue modesto. Fue hasta 1973, cuando una lesión del entonces quarterback titular de los Raiders, Daryle Lamonica, le abrió las puertas de la regularidad, que “La Víbora” pudo demostrar la precisión y manejo del ritmo de partidos que lo llevaría a ser nombrado el Jugador Más Valioso de la NFL en 1974 y a ganar el Súper Tazón en XI dos campañas más tarde.

Para añadir a sus credenciales, Stabler fue elegido como miembro del Equipo Ideal de la Década de 1970.

Pese a sus logros, La Víbora no ha podido escabullirse al recinto de los inmortales.

Quarterbacks como Warren Moon o Dan Fouts, aunque espectaculares como pasadores, no recolectaron premios como Más Valiosos de la Liga o un anillo de Súper Tazón.

Un argumento que trabaja en contra de Stabler es que, a diferencia de Moon o Fouts, su carrera sufrió más altibajos y, de hecho, concluyó de la misma manera en que inició, discretamente tras ser cambiado de Oakland a Houston y finalmente hacer una última parada en Nueva Orleans.

¿Qué tan discreto fue el ocaso de Stabler en la NFL? Pese a jugar tres años en Nueva Orleans, son muy pocos quienes lo recuerdan con el casco dorado con la flor de lis y el jersey negro de los Santos y, además, puso fin a su carrera a la mitad de la temporada de 1984, ya con varias lesiones a cuestas.

Quizá ese, aunque subjetivo, es uno de los parámetros con los que Stabler ha sido medido por quienes deciden quién alcanza la inmortalidad.

Lo que no es subjetivo es el hecho de que no son muchos los que han ganado el premio como JMV y ganado un Súper Tazón en sus carreras. Stabler lo logró y sólo eso debería ser suficiente para que tenga su busto en Canton.