Previa de la temporada NFL-2015 Arizona Cardinals
Con Palmer, pero sin Bowles, siguen dando mucho miedo
Los Cardinals tienen un quarterback que es la imagen viva de la fragilidad. Su receptor estrella está en la cuesta abajo y su relevo no acaba de explotar. El año pasado tuvieron un juego de carrera de chiste porque su línea ofensiva era incapaz de abrir ni una sola puerta. Su defensa era extraordinaria pero su artífice, el coordinador defensivo Todd Bowles, se ha marchado a los Jets… Y sin embargo, todo el mundo les teme más que a la peste. ¿Hay alguna explicación posible?
La solución al misterio tiene nombre y apellidos: Bruce Arians. Un coordinador ofensivo al que despidieron los Steelers hace tres temporadas no sin darle un sabio consejo: tu football está acabado, es mejor que te retires. Por suerte, no hizo mucho caso y pasó a coordinar el ataque de los Colts, donde terminó siendo entrenador principal interino y ‘Coach of the Year’. Llegó a los Cardinals en 2012 y ha dotado al equipo del carácter que le faltaba y una agresividad marca de la casa.
Porque eso son los Cardinals. Agresividad en estado puro. Tanto en ataque como en defensa. El equipo más antiguo de la NFL ha deambulado sin rumbo durante gran parte de la historia y ahora, por fin, parece haber encontrado su esencia. Por eso todas sus carencias pueden ser subsanadas. Si hay una plantilla capaz de rendir por encima de las capacidades individuales de cada uno de sus jugadores, es la de los Cardinals.
Pero si además consiguen contar durante toda la temporada con un Carson Palmer que es más delicado que una figura de porcelana, pasarán automáticamente a convertirse en aspirantes a todo. Palmer nunca ha jugado mejor que en los últimos dos años en Arizona. Durante toda su carrera ha parecido un quarterback que pensaba más en si mismo, sus gustos y sus estadísticas, que en el rendimiento de sus equipos. Sin embargo, Arians ha conseguido que se acople a su estilo sin perder su esencia. Una simbiosis perfecta en la que el jugador está a gusto, y se nota.
Y si Palmer está detrás de una línea que el entrenador mima con cariño para que gane solidez partido tras partido, los Fitzgerald, Floyd, Ellington y compañía solo tienen que sacar todo el talento que esconden para hacer sonar una sinfonía letal. Que cuando ese ataque se entona, puede ser imparable.
Pero la cuestión por excelencia quizá no sea la salud de Palmer, sino la marcha de Bowles. Bettcher, su sustituto, no tendrá fácil conseguir que un bloque que ha funcionado como un reloj pese a no contar con grandes estrellas, siga consiguiendo que todo el mundo le siga temiendo como a la peste.
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