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Caso Mathis: Chip Kelly parece haber perdido el norte… y el reloj

Cuando un entrenador llega nuevo a un equipo, normalmente se remanga y se dedica con entusiasmo a borrar cualquier rastro de su antecesor para estampar cuanto antes su estilo y su filosofía. Si lo pensamos, es algo casi instintivo. Macho alfa en estado puro. Mear en todos los árboles para dejar claro cuál es el rey león del territorio.

Por eso es tan sorprendente que un tipo como Chip Kelly, con tantas ganas de innovar, haya aguantado dos temporadas completas en las que parecía satisfecho con la herencia recibida, y empeñado en hacerla funcionar con su propio estilo. Eso sí, cuando se ha liado la manta a la cabeza, se ha puesto como loco. No ha dejado piedra sobre piedra. A estas alturas no hace falta que enumere todas las bajas de jugadores importantes que ha sufrido su equipo. La última ha sido Evan Mathis la pasada semana. Y el motivo es un desacuerdo contractual que ya viene de lejos, hasta tal punto que durante el draft intentaron usar al jugador como moneda de cambio.

Puede parecer razonable que la cabezonería de un jugador termine por exasperar a su equipo, pero por muy buena que sea la línea ofensiva de los Eagles, que lo es, perder a su left guard titular, y además un left guard abonado a la Pro Bowl, no parece una idea demasiado buena cuando la sensación desde fuera es que los Eagles han derrochado el dinero con bastante alegría en los últimos meses para fichar jugadores que no mejoran a los que ya había y han sido despedidos, o que, directamente, no eran necesarios.

No hay que olvidar que Chip Kelly ha conseguido ser simultáneamente entrenador y manager general. Mandamás plenipotenciario a imagen y semejanza de Bill Belichick. De hecho, tanto movimiento en los últimos meses parece un intento precipitado de hacer desaparecer cualquier recuerdo de Howie Roseman más que un plan racional. Tanto poder parece haber emborrachado a un Kelly que deberá andarse con ojo. Jeffrey Lurie, el propietario de los Eagles, le ha dado todas las llaves de la mansión, pero ha nombrado a Roseman vicepresidente de operaciones por si acaso. Si el proyecto del entrenador no funciona, no tiene más que entregarle otra vez los galones a Roseman para devolver a Kelly en su sitio y casi enseñarle la puerta de salida.

Todo lo anterior no deja de ser más que una anécdota si el proyecto de Chip Kelly termina por cuajar. Si el sistema de juego de Oregón, que parece empeñado en implantar casi con fanatismo, consigue darle la vuelta a la NFL. Mi impresión es que Kelly quiere pasar a la historia como el entrenador que redefinió el football americano con una revolución aún mayor que la de Bill Walsh y su ‘West Coast Offense’, y que lo sucedido hasta ahora no augura nada bueno. Pero sin duda los Eagles se han convertido en los grandes protagonistas de la agencia libre, y todos estamos deseando ver qué secreto sabe Kelly que se nos escapa a los demás, y que puede convertir en ganador un equipo que a día de hoy parece lleno de buenísimos jugadores muy difíciles de conjuntar.

Hace dos temporadas, cuando el entrenador desembarcó en la NFL, intentó durante los primeros partidos implantar sin un solo aditivo o modificación el sistema que le había hecho famoso en la universidad. Rápidamente se dio cuenta de que lo que empezaba sorprendiendo en el primer cuarto, se convertía en fácil de defender para cualquier rival pasada la primera mitad. Alguien puede intentar avasallar jugando a una velocidad infernal en el football universitario, donde las plantillas no están limitadas a 53 jugadores y enfrente hay chavalitos que pueden sentir cómo se les aflojan los esfínteres cuando se sienten arrollados, pero la NFL es muy diferente.

Evan Mathis #69 ha jugado a un nivel altísimo en los Eagles en las últimas cuatro temporadas, siendo elegido para jugar la Pro Bowl en las dos últimas.
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Evan Mathis #69 ha jugado a un nivel altísimo en los Eagles en las últimas cuatro temporadas, siendo elegido para jugar la Pro Bowl en las dos últimas.ElsaGetty Images/AFP

Una defensa profesional es capaz de jugar a la misma velocidad que un ataque enloquecido y ajustarse más deprisa todavía. Una defensa profesional puede despistarse cuando tiene delante una formación extraña o novedosa, pero en el siguiente snap sabrá perfectamente qué es lo que tiene que hacer contra ella. Una defensa profesional puede beneficiarse si el ataque rival corre tanto que apura los drives (con éxito o no) en muy poco tiempo. Oregon es NCAA y Philadephia es la NFL.

Lo llamativo es que Chip Kelly pareció rectificar a tiempo y mediada su primera temporada moderó con mucho éxito las excentricidades de su sistema. Por eso llamó tanto la atención que el año pasado pareciera casi siempre disgustado con lo que tenía a su alrededor y le faltara tiempo para sacar la guadaña tras el final de la temporada.

Podemos discutir largo y tendido sobre la filosofía de Kelly y sus posibilidades de éxito, pero el despido de Mathis me ha convencido de que nada ha cambiado y Kelly sigue empeñado en reinventar el football profesional a imagen y semejanza del universitario. Que volveremos a ver a los Eagles de sus primeros partidos, jugando a toda velocidad y sin demasiada cabeza, aunque tal vez el entrenador haya encontrado la manera de racionalizar el paroxismo.

¿Tan importante es la marcha de Mathis? A mí me parece letal y, por lo que he leído de bastantes analistas, es un movimiento que ha bajado las expectativas creadas por estos Eagles hasta dejarlas casi por los suelos. El gran problema de la NFL, y que parece no haber entendido el rechoncho entrenador, es que el gran secreto para ser un equipo ganador no es tener un gran quarterback, ni un corredor extraordinario. Ni siquiera una defensa infranqueable. La clave es dominar el tiempo. Conseguir que el partido vaya despacio cuando interesa y a toda velocidad cuando conviene. Que un drive dure todo el tiempo del mundo y el siguiente pase como una exhalación. Que la defensa esté en el campo el menor tiempo posible y sea el ataque el que trabaje con arte con la fórmula de la relatividad de Einstein, los agujeros de gusano y los viajes temporales. Y eso solo se consigue teniendo una línea ofensiva dominante, o un quarterback o un corredor tan buenos que puedan suplir con sus diabluras las limitaciones de una línea mejorable.

En los últimos dos años me ha gustado mucho, muchísimo, el trabajo de Mike McCoy al frente del staff técnico de los Chargers. Tal vez no haya tenido el éxito esperado, y quiero achacarlo a las lesiones, pero sin tener una línea ofensiva por encima de la media, ha conseguido montar un ataque que ha controlado el reloj de forma magistral cuando Philip Rivers y Ryan Mathews (ahora en los Eagles) han estado sanos. Otro buen ejemplo son los Cowboys de 2014. En cuanto tuvieron una línea ofensiva dominante se volvieron un equipo competitivo porque controlaron el reloj a su antojo y su porosa defensa salía al campo siempre descansada y el menor tiempo posible. Por último, qué vamos a decir de Bill Belichick, el gran señor del tiempo del siglo XXI en la NFL, que el año pasado recuperó un anillo que ya parecía inalcanzable porque volvió a jugar a su antojo con el reloj como en sus mejores años.

Por eso llama tanto la atención que Chip Kelly haya despreciado sistemáticamente el control del tiempo en sus sistemas. Y además de forma consciente, que muchas veces ha declarado que para él es una cuestión superflua.

Por eso creo que no va a hacer falta mucho para que ‘The Kelly Way of Life’ fracase en la NFL. Es una simple cuestión de tiempo.