Los fracasos más sonados del draft (y X): Ryan Leaf
En el legado de Bill Polian, ex-general manager de los Indianapolis Colts, brilla con luces de neón el día que decidió escoger a Peyton Manning en vez de a Ryan Leaf con el número uno del draft del año 1998. Esa decisión le dio un pasaporte a la victoria durante más de una década, y a la gloria en los libros de historia deportiva, pero también le evitó el bochorno de haber sido el culpable de elegir al que se considera al mayor fracaso del draft de la NFL. Y, aunque hoy parezca ridículo, lo cierto es que no lo tuvo nada fácil.
Polian confesó, años después, que no tenía ni idea de porque se había decantado por Manning. Cuentan que ambos estaban tan igualados en los informes técnicos que la elección acabó siendo una cuestión de corazonadas, de impresiones sin fundamento. Una moneda al aire, si se quiere.
Ryan Leaf tuvo una estupenda carrera colegial en Washington State. Rompió toda clase de records de pase en su conferencia, la entonces llamada PAC-10 (hoy PAC-12) y jugó la Rose Bowl en 1998, en su año junior, aunque la perdieron contra los eventuales campeones de la temporada: los Michigan Wolverines. Quedó tercero en la votación para el Heisman Trophy, premio al jugador de la temporada. No esperó a completar sus cuatro años universitarios y se presentó al draft. Todos los expertos le daban el puesto 1 o el 2 de forma unánime.
Pero ya en el proceso previo al draft comenzó a mostrar que no era oro tanto relucir. Engordó antes de la Combine. Decidió no acudir a algunas entrevistas, entre ellas las de los Colts. Y mostró una actitud que se pasaba de la autoconfianza para adentrarse en el terreno de la chulería. No obstante, los San Diego Chargers lo eligieron con el 2 del draft porque era una promesa de jugador que no podía dejarse pasar. Firmó un contrato de 31 millones de dólares, con 11 garantizados, y ahí comenzó su hundimiento.
Su primer año sería calificado por su compañero Rodney Harrison como "una pesadilla inimaginable desde fuera. Si tuviese que vivir un año similar probablemente me retiraría". Leaf se enfrentó a sus compañeros, a la prensa, a los aficionados. Jugó mal, fatal, y culpó de ello a los jugadores de su propio equipo.
Su segundo año concluyó 20 minutos después de empezar pues se lesionó en el primer entrenamiento de la pretemporada. De nuevo tuvo incidentes con aficionados, llegando a amenazar a uno que le dijo que era la peor elección de draft de la historia, y con sus entrenadores, con los que llegó a las manos ganándose una suspensión... en la que se fue a jugar a flag football, algo que tenía prohibido por contrato. Además, mientras los demás QBs de los Chargers tenían sesiones de vídeo él se escapaba para jugar al golf.
En su tercer año, temporada 2000, alternó la titularidad con Moses Moreno, y empezó a quejarse de una lesión en la muñeca que habría de perseguirle ya el resto de su corta carrera, aunque fueron varios los entrenadores que dudaron de ella, viéndola como una mera excusa para no entrenar las más de las veces. El equipo acabó con un record de 1-15 y Leaf fue cortado. Terminó sus años en los Chargers con un ridículo QB rating de 50.0 y un porcetnaje de completados por debajo del 50%.
Tuvo tres oportunidades más en la liga, con Bucs, Cowboys y Seahawks, pues siempre hay gente a la que le parece increíble que un tipo con ese talento no sea capaz de jugar en la liga, pero todos ellos acabaron por ceder a la evidencia de la incapacidad de Leaf mucho antes de darle la posibilidad de jugar en ningún otro partido de la NFL. Estando en Seattle, y con 25 años, se retiró de la práctica profesional del deporte.
No le fue mucho mejor fuera del campo. Con una severa adicción a las drogas, comenzó un tour por comisarias de Montana, Washington y Texas debido al consumo y posesión de sustancias en principio y, llegado el año 2010, también con robos con agresión. Estuvo en la cárcel hasta el año 2014 y llegó a acumular condenas por siete años.
A día de hoy Ryan Leaf es considerado el mayor fracaso de la historia del draft de forma casi unánime. No sólo por lo terrible de la gestión de su talento, o por la paupérrima carrera que tuvo, sino porque hubo un tiempo en que su nombre estuvo codo con codo con Peyton Manning. Y la comparación con uno de los mejores QBs de todos los tiempos es demasiado dolorosa como para pasarla por alto.