Caso Anthony Davis: el problema no está en los 49ers
¿Qué está sucediendo en Santa Clara? Ningún entrenador externo quiso hacerse cargo del equipo y hubo que buscar el relevo de Jim Harbaugh en la casa. Chris Borland se retiró a mediados de marzo con 24 años porque su salud era más importante que todo el dinero del mundo. Pocos días antes que Borland, Patrick Willis, una gran estrella de la NFL, comunicó que se retiraba con 30 años porque consideraba que ya nunca iba a jugar a su auténtico nivel. El viernes sufrimos otro sobresalto cuando Anthony Davis, de 25 años, informaba de que se tomaba al menos un año sabático para recuperarse física y mentalmente.
Casi todo el mundo está señalando a una sola persona por lo que está sucediendo: Jim Harbaugh. Un tipo que ha pasado de ser idolatrado a odiado en la tierra del oro. (Es tema para otro artículo, pero si de verdad tiene tantos problemas mentales y emocionales no puedo explicarme que no esté ingresado en un psiquiátrico). Pero también me pregunto si de verdad él tiene algo que ver con la historia que nos atañe. Las doce plagas han llegado después de su marcha y no antes. Tras el paso del ciclón, los afectados suspiran aliviados y se lanzan a rehacer su vida. No es normal que la gente abandone su casa en reconstrucción una vez que la tormenta ha pasado. El personal huye cuando están cayendo los chuzos de punta y no después… salvo en puntuales casos de masoquismo.
Lo que quiero decir es que si hubiera hecho un viaje interestelar, volviera a la tierra, y me encontrara con que los jugadores de un equipo abandonan el barco tras el despido del entrenador, mi sensación no sería que se marchan hartos de ese entrenador, sino enfadados por su marcha. Pero si tenemos en cuenta que lo que ha trascendido (no sé si es verdad o no) es que todos los estamentos del club estaba hartos de Harbaugh, me inclino a pensar que tanta referencia al head coach es un bote de humo, y que lo que está pasando no tiene nada que ver con él.
Otra posibilidad es que se hayan alineado los astros para que se produzca una rara fiebre que provoca que los jugadores se retiren, y que la ola se irá como vino. Los casos Borland, Willis y Davis tienen muchos puntos en común, pero también bastantes diferencias. Podría ser una casualidad, pero no parece muy lógico ya que, por muy poca comunicación que pueda existir dentro del vestuario de los Niners, los jugadores hablan entre ellos.
Todos los años hay algún jugador que se retira por motivos de salud. Lo raro de los últimos meses es la edad, la calidad y la concentración en un mismo equipo.
Sin embargo, en esta historia hay una nota discordante que me hace preguntarme si de verdad es un problema solo de los 49ers, o un virus que se puede extender por toda la NFL como Goodell y compañía no encuentren una vacuna. Esa nota se llama Jason Worilds y todo el mundo parece haberse olvidado de él.
Worilds, jugador de los Steelers de 27 años y en el mejor momento de su carrera, anunció su retirada un día después que Willis y cinco antes que Borland. Salvo que veranee en San Francisco, cosa que dudo de un tipo de Nueva Jersey educado en Virginia, no parece que el vestuario de los 49ers pueda haberle transmitido el virus. Es verdad que de entrada no argumentó que su retirada tuviera que ver con el miedo a las lesiones, pero leyendo entre líneas, y según se iba viniendo arriba en los días posteriores, sí que terminó por quedar claro que ese era el motivo fundamental de su abandono.
Por tanto, podemos engañarnos y pensar que lo que sucede queda circunscrito al entorno de La Bahía. Podemos lanzar exabruptos, acusándoles de cobardes, como han hecho bastantes aficionados en redes sociales, pero la realidad es que el problema parece más profundo si seguimos los antecedentes y cómo la preocupación por las secuelas del juego se está extendiendo entre los jugadores con más rapidez de lo que pueda parecer.
La NFL puede sobrevivir a una offseason de retiradas precoces por motivos de salud, pero si lo que estamos viviendo en las últimas semanas se reproduce durante dos o tres primaveras más, el prestigio de este deporte va a quedar profundamente dañado con un estigma muy difícil de quitar y que tanto daño está haciendo ya a otros deportes que, por mucho dinero que muevan, llevan mucho tiempo dando la batalla simplemente en un intento imposible de quitarse el Sambenito de marginales.
Podemos seguir poniéndonos una venda en la cabeza, y diciendo que son tipos que ganan mucho dinero y a los que les merece la pena el riego, pero la realidad es que la sensibilidad de nuestra sociedad está cambiando muy rápidamente, que cualquier forma de violencia (real o supuesta) es cada vez menos tolerada y que la NFL tiene que echar toda la carne en el asador no solo desde el punto de vista de la opinión pública (que es donde está trabajando de verdad y a fondo por ahora), sino en los aspectos médicos y reglamentarios.
No sé si os pasa a vosotros, pero con los años he pasado de celebrar un buen golpe casi con la misma algarabía que un touchdown, a sentir casi culpabilidad por seguir con la televisión encendida cuando veo a un jugador saliendo del campo renqueante tras una conmoción. La NFL necesita que los aficionados dejemos de tener ese sentimiento casi de culpabilidad si quiere evitar una lenta decadencia.
El problema no está en San Francisco. Está en toda la NFL y cada vez es más grande.