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Los fracasos más sonados del draft (IX): JaMarcus Russell

Aún es el día de hoy que Mike Mayock, comentarista de NFL Network y experto en el análisis de de promesas de cara al draft, sigue diciendo que el mejor entrenamiento de un QB que ha visto jamás es el de JaMarcus Russell. Hablar de un fracaso de tamaño calibre, nunca mejor dicho, y mantener el comentario habla tanto de la honestidad de Mayock como de la figura de Russell: a todos nos causa hilaridad porque sabemos como ha acabado.

Se refiere Mayock al Pro Day que realizó JaMarcus en las instalaciones de su universidad, LSU, antes de que se celebrase el draft. Allí el jugador confirmó lo que se había visto en su carrera universitaria: un físico descomunal y un cañón en el brazo. Lo que no se veía a simple viste es que el fútbol americano le importaba bien poco y que su carrera iba a ser sinónimo de total decepción.

Como muchos otros de los protagonistas de esta serie, JaMarcus Russell se perdió su primera pretemporada por motivos económicos. Es un patrón que conviene subrayar. Elegido con el número uno del draft por los Oakland Raiders en el año 2007, decidió no acudir a los campos de entrenamiento hasta no tener el contrato que creía merecer. Al final consiguió su objetivo, pues firmó por 68 millones de dólares, 31,5 de ellos garantizados, pero no se juntó con sus compañeros hasta el 12 de septiembre, cuando la temporada ya había disputado su primera jornada.

Como es lógico, su entrenador, Lane Kiffin, no lo puso a jgar de inmediato. De hecho no lo hizo hasta que la temporada estaba ya perdida para el equipo, el 2 de diciembre, y no fue titular hasta el 23 de diciembre. A pesar de este desastroso año rookie fue nombrado titular para la siguiente temporada. Se esperaba que con todo un año de adaptación, y una pretemporada como Dios manda, todo fuera diferente. Se equivocaron.

Ese 2008 empezó a quedar claro que Russell no tenía amor por el deporte. Ni por el esfuerzo. Siempre fue un chico grande, tanto como para parecer un línea ofensivo, pero estaba costando horrores mantenerle dentro de un peso aceptable. Además, se mostraba disperso en las reuniones tácticas y no parecía dominar los libros de jugadas, a los que dedicaba entre poco y nada de tiempo. Su falta de toque con el balón también era muy evidente, quedando sus virtudes en tener mucho brazo y poco más. Jugó aquel año. Es normal darle todas las oportunidades del mundo al número uno del draft, pero más allá de unos resultados catastróficos, y de unas estadísticas paupérrimas, lo peor fue la actitud del jugador.

En el año 2009, ya con Tom Cable como entrenador, empezó jugando pero fue sentado, definitivamente, en noviembre. Ahí se acabó, oficiosamente, la carrera de uno de los mayores fracasos de la historia del draft.

Porque al año siguiente, y ya sin el puesto asegurado, se presentó en la pretemporada pesando 140 kilos y, en cuanto tuvieron oportunidad, los Raiders le cortaron. Hubo algunos intentos de otros equipos, por ejemplo los Bears, por hacerle pruebas y tratar de ver si su cabeza había cambiado, pero nunca nadie le volvió a dar una oportunidad. De hecho, en el año 2013, y con una foto aparecida en una red social que le mostraba terriblemente fuera de forma, dijo que quería volver a jugar, y sólo se escucharon risas. Apenas unos meses después había adelgazado más de 30 kilos, mostrando su predisposición y sus ganas de volver, pero era demasiado tarde para ser tomado en serio.

JaMarcus Russell pesando más de 140 kilos en 2013.
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JaMarcus Russell pesando más de 140 kilos en 2013.Youtube

La mayoría de los jugadores que han aparecido en esta serie han tenido muy serios problemas con la justicia. JaMarcus Russell apenas si ha tenido una detención por uso y posesión de codeína, que para lo habitual en estos fracasos no de ja de ser pecata minuta. No, lo que realmente hundió a un jugador que parecía tenerlo todo es eso tan difícil de adivinar, de pronosticar, de intuir, que es la pasión por este deporte. O, más concrétamente, la ausencia de ella. A JaMarcus nunca le importó el juego y este, el propio fútbol americano, lo devoró sin piedad en un acto casi de justicia poética.