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AFC NORTE desde dentro

No tener un QB élite no significa el fin del mundo en la NFL

La historia ha demostrado que no sólo se puede sobrevivir en la NFL, sino incluso tener éxito, aunque tu quarterback no sea una gran estrella. La AFC Norte es buen ejemplo.

Trent Dilfer, campeón de la Super Bowl con los Ravens.
Andy Lyons

Seguramente el célebre emperador macedonio Alejandro Magno no estaría de acuerdo conmigo, pero en la NFL puede ser más temible un ejército de leones guiado por un cordero, que uno de corderos comandado por un león. El Hall of Fame está plagado de grandes quarterbacks que pasaron por la liga sin llegar a enfundarse jamás un anillo de campeón. Por otra parte, también tenemos el caso contrario, el de quarterbacks que saborearon las mieles del triunfo cuando por su limitada calidad ni ellos mismos lo hubieran imaginado. Ejemplos hay abundantes en ambos casos, y no es el objetivo de este artículo enumerarlos, sino advertir al lector que en un deporte tan de equipo como éste, no siempre es imprescindible disponer de un QB de la llamada “élite” para tener éxito, como bien han demostrado varias veces los equipos de la AFC Norte.

Obviamente, disponer en tu plantilla de un QB de la talla (en todos los sentidos) de Ben Roethlisberger es una inestimable ayuda para la consecución de títulos. Pero aunque todos recordamos su fantástica remontada en la Super Bowl XLIII contra Arizona, no es menos cierto que en la final de la temporada 2005, cuando se convirtió en el QB más joven en alzar su primer trofeo Lombardi, estaba lejos de ser el que es ahora. De hecho, esa noche ni siquiera cuajó una buena actuación (0 TD, 2 INT) y su mayor contribución fue un TD de carrera… que para muchos no llegó a romper el plano de la end-zone. Los Steelers volvían a ganar el torneo 26 años después, y no podríamos decir que fuese gracias a una actuación magistral de su QB, sino a un ataque de carrera perfectamente orquestado entre Willie Parker y Jerome Bettis, que protegía al joven quarterback de segundo año de mayores responsabilidades, la agresiva defensa de Dick LeBeau, y la intensidad e imaginación del genial entrenador Bill Cowher.

Jerome Bettis, clave en la Super Bowl XL ganada por los Steelers.
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Jerome Bettis, clave en la Super Bowl XL ganada por los Steelers.Getty Images

Para muchos, Joe Flacco nunca estará entre los mejores QBs de la NFL. Ni falta que hace. A su equipo le da igual que solamente él mismo, o el entrenador, o Mariano Tovar le consideren dentro de ese escogido grupo. Lo que cuenta es la victoria, y salvo la campaña post-superbowl, cada temperada desde su año rookie les ha llevado no sólo a playoffs, sino a ganar siempre al menos un partido de postemporada. Como en el caso anterior, para explicar el éxito de los Ravens no debemos fijarnos tanto en el QB (aunque sus playoffs de 2012 fuesen excepcionales) como en su impenetrable defensa y contundente juego terrestre.

Dalton es un QB mediocre. Eso lo sabe hasta el mismo Marvin Lewis. Explicar las razones por las que el pelirrojo aún sigue siendo titular en los Bengals excedería los límites de este artículo, pero estoy convencido que una de ellas sería que Lewis no necesita que nadie le cuente que un game-manager puede llevar un equipo a la victoria porque lo sabe de primera mano. Era el coordinador de la defensa de los Ravens de 2000, considerada la mejor que haya jugado nunca a este deporte, y que junto con los corredores Priest Holmes y Jamal Lewis les hicieron campeones con Trent Dilfer a los mandos, probablemente el peor QB que ha ganado jamás una Super-Bowl. Éste es el modelo que Lewis pretende imitar en Cincinnati, y con el que ha conseguido de momento cuatro presencias consecutivas en playoffs, la mejor racha en la historia de la franquicia.

A estos precedentes se aferran los Browns en su nueva etapa. Tanto si finalmente el titular es McCown como si lo es Manziel, sólo necesitan mirar su pasado para descubrir que aunque no tengan un QB de la categoría de Otto Graham, también se puede tener éxito si consiguen que su runningback pueda emular las hazañas del mítico Jim Brown.

Mi impresión es cada vez más, los equipos recurrirán a estrategias de este tipo. En los últimos 10 drafts han salido algunos quarterbacks competentes (Wilson, Ryan, Stafford), pero solamente podríamos catalogar a uno como élite (Luck). Las razones por las que cada vez es más raro encontrar buenos signal-callers son variadas, y van desde la preferencia del éxito inmediato sobre la formación en la NCAA, a primar el merchandising sobre la paciencia en la NFL. El éxito estos dos últimos años de los Seahawks, basado más en la carrera y la defensa que en el QB, ha demostrado la validez de este sistema en nuestros días. Pero que no se apropien en Seattle del copyright. Esto mismo ya se llevaba practicando hace años en la AFC Norte.