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Joe Flacco/Marc Trestman, la apuesta más bonita de 2015

Hay jugadores, muy pocos, sobre los que no hay debate. Todo el mundo está de acuerdo en que Aaron Rodgers o Adrian Peterson son unos genios. Pero ni siquiera entre los mejores hay unanimidad. Hay gente, y no pocos, que hacen de menos a mitos como Peyton Manning o Tom Brady. Incluso es complicado encontrar unanimidad en la impotencia. Johnny Manziel tiene una legión de seguidores que cree en él incluso intoxicado. El peor jugador que yo nunca he visto sobre un emparrillado se llamaba Tony Graziani. El tipo se arrastró en Atlanta durante tres años y cada vez que salía a jugar era como una plaga bíblica para su equipo, incluso consiguió terminar un partido con quarterback rating de cero, algo que ha sucedido en contadas ocasiones, sin embargo, Graziani llegó a ser un mito en la Arena Football League, donde tuvo una larga y exitosa carrera llena de títulos.

Hay otros jugadores que siempre parecen envueltos en la polémica. Los debates sobre su auténtica calidad, su sueldo o su potencial se suceden sin descanso tras cada partido, cada temporada, cada agencia libre. Cualquier suceso es ideal para retomar el debate interminable.

Joe Flacco es uno de ellos. Desde que llegó a la NFL se estableció una comparación permanente con Matt Ryan, drafteado también en 2008, en la que el de Baltimore por ahora va ganando por goleada. El 3 de febrero de 2013 ganó una Super Bowl y pocas semanas después firmó un contrato estratosférico de más de 120 millones de dólares en 6 años. ¿Merece Flacco ganar esas cifras? ¿Es una gran estrella de la NFL? ¿Un jugador franquicia indiscutible?... “Soy el mejor quarterback de la NFL”. Al menos él no tienen dudas.

Nadie puede negar el carácter ganador de Flacco, un jugador que se crece y da lo mejor de si mismo en los partidos importantes, los playoffs y las remontadas. Ha protagonizado en enero actuaciones inolvidables. Destrozó a los Broncos de Manning en 2013 y hace unos pocos meses, y a pesar de la derrota, disputó ante New England un partido sensacional, completísimo, con una variedad de registros que, precisamente, es lo que echan de menos sus grandes detractores.

Porque el gran problema de Flacco, según sus críticos, es que solo saca lo mejor de su juego cuando se encienden todas las alarmas. Nos hemos acostumbrado a ver a Flacco dormitar durante tres cuartos, y crecer como un gigante cuando su equipo perdía por diez a falta de cinco minutos para firmar una remontada espectacular. Porque no son remontadas a cara o cruz, lanzando al grito de “¡Tronco vaaaa!” y que sea lo que Dios quiera. Son recuperaciones sólidas. Llegadas desde atrás convincentes. Flacco se pone y el tiempo se para. Un pintor dubitativo convertido en Leonardo sin solución de continuidad. Pero claro, lo de los tres cuartos anteriores es de juzgado de guardia.

Y es que demasiadas veces Flacco se ha convertido en lastre cuando su equipo ha sobrecargado el juego de pase y él no se ha sentido a gusto. “El toro me miró mal” que diría Curro Romero. Y no hay más que repasar sus estadísticas para ver que es capaz de certificar un rating de 149,7 una semana para quemarse con otro de 43,1 dos semanas después. Con carita de “¿y yo que pinto aquí?” y sensación de que es la primera vez en la vida que ve a unos receptores que corren rutas desesperados notando que no, que ese no es el día y Flacco no lo ve claro.

Trestman no ha triunfado en Chicago, pero sí se ha reivindicado como coordinador ofensivo con mentalidad voladora.
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Trestman no ha triunfado en Chicago, pero sí se ha reivindicado como coordinador ofensivo con mentalidad voladora.Gregory ShamusGetty Images/AFP

Esas actuaciones son como leña seca que anima el incendio de sus más críticos. Y la sensación general es que hay dos Flaccos. El grande de los playoffs y el bastante más pequeño del que uno no se puede fiar. Por eso me ha gustado tanto el fichaje de Marc Trestman como coordinador ofensivo de los Ravens. Me parece que quizá sea la apuesta más bonita, atrevida y emocionante que ha hecho ningún equipo en esta offseason. Y además una apuesta ganadora, chuleta y faltona. “¿Que os creéis que a Flacco le falta algo para ser una gran estrella? Pues lo vamos a apostar todo a su número”.

Marc Trestman ha fracasado en Chicago, eso es innegable. Pero hay fracasos que no desprestigian o manchan el currículum. Al contrario, le dan empaque y lo engrandecen. Pretender que un enamorado del juego vertical fuera profeta en la ciudad del viento era absurdo. ‘The Monsters of the Midway’ tienen sentido cuando acumulan placajes y no yardas de pase. No se puede poner a Gebrselassie a correr los cien metros lisos ni a Usain Bolt a volar durante una maratón.

Sin embargo, Trestman en 2013 hizo soñar a los Bears con Josh McCown tocando el órgano mientras Jeffery, Marshall y Bennet surcaban el cielo. Y aquello no dio para llegar a playoffs, pero sí para pensar que un tipo capaz de conseguir que Josh McCown parezca bueno puede hacer maravillas si le dejan moldear a un quarterback de verdad.

Aunque algunos dirán que Trestman tuvo en las manos a Cutler, presunta estrella, y juntos se estamparon sin remedio. Sí, es verdad, pero no creo que nadie piense que Cutler sea un tipo al que nadie pueda moldear.

Por tanto, tenemos a un quarterback bueno, buenísimo, que ha demostrado en muchas ocasiones que cuando se pone puede ser una gran estrella de la liga, y a un coordinador ofensivo que ha demostrado que cuando se pone puede convertir un ataque aéreo en un concierto sinfónico. Y por si había alguna duda sobre la apuesta hecha por John Harbaugh, en las dos primeras rondas del draft eligieron a Breshad Perriman, un receptor que con vocación de número uno y talento de grande, y a Maxx Williams, un tight end de la nueva hornada que vivirá más tiempo en el slot que pegado a la línea. Steve Smith seguirá tirando de corazón y veteranía para darle la vuelta a cualquier partido, y Justin Forsett, que para muchos no es suficiente para asegurar la solidez terrestre, sí que puede ser un arma letal como objetivo de seguridad en jugadas de pase.

Además, Baltimore tendrá eso que siempre le faltó a Trestman en Chicago, una defensa capaz de ganar partidos.

Sigo pensando que Indianapolis será el equipo a batir en la Conferencia Americana, pero no me sorprendería en absoluto ver a Flacco convertido en MVP de la temporada en unos Ravens reinventados para conquistar el mundo desde el cielo.

Por ahora es solo un proyecto, pero mola.