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Los fracasos más sonados del draft (VIII): Lawrence Phillips

Desde que Lawrence Phillips se hizo famoso como corredor en la universidad de Nebraska y hasta esta misma primavera no ha parado de generar noticias. Por desgracia, mucho más relacionadas con su actividad delictiva que con lo que hizo en el campo. Esperado, por muchos, como el running back definitivo se acabó convirtiendo en uno de los mayores ejemplos, si no el mayor, de la catástrofe personal de algunos jugadores de la NFL.

Porque Phillips no sólo está ahora mismo entre rejas cumpliendo una condena de 25 años, sino que es el principal sospechoso del asesinato de su compañero de celda, Damion Soward, que apareció muerto por asfixia el pasado 12 de abril en su propia cama. Las desgracias con este hombre no tienen fin.

Empecemos por el principio. Lawrence se convirtió en una gran estrella en la universidad de Nebraska, donde fue pieza capital para conseguir un título nacional en 1994. Ese mismo año ya fue acusado de asalto y vandalismo. El año siguiente volvió a conseguir el título nacional, y volvió a ser noticia por su agresividad, en este caso atacando a su ex-novia, lo que le valió ser apartado del equipo.

Se presentó al draft y, por supuesto, el debate se volvió encarnizado entre quienes creían que su talento estaba por encima de todo y quienes pensaban que no merecía la pena apostar por alguien con ese historial. Pocos dudaban de que era el mejor jugador de la clase y, sin embargo, tuvo que esperar hasta el número 6 para que los Rams lo escogiesen. Lo hicieron a conciencia, pues no dudaron en traspasar a Jerome Bettis a los Pittsburgh Steelers. No está de más recordar que la carrera de Bettis le llevó al Hall of Fame.

La de Phillips acabó en la cárcel. No me refiero a largo plazo, sino de forma literal: ese mismo año ya pasó 23 días encarcelado por diversos delitos.

Tres años después, y debido a sus inconsistencia no sólo personal sino también en el campo de juego, fue cortado por los Rams con su entrenador, Dick Vermeil, diciendo que tenía el potencial para ser el mejor corredor que había conocido pero que no podía pelear más por él.

Tuvo una pequeña aventura con los Dolphins, pero el siguiente paso de la carrera de Lawrence nos toca muy de cerca: en 1999 jugó para los Barcelona Dragons de la NFL Europa y pulverizó los records de carrera de la franquicia. A pesar de todos los pesares, el talento siempre hace que las oportunidades sigan llegando y tras tal exhibición en Europa la NFL volvió a llamar a su puerta. 

Es aquí donde se produce un desgraciado hecho deportivo que marcaría su final como deportistas de élite. Los San Francisco 49ers le ficharon y le pusieron a jugar. Siempre le vieron carencias en el juego de pase por su incapacidad para bloquear. No parecía tanto un problema físico como de actitud: el gran Lawrence Phillips no se mancha las manos bloqueando para nadie. En un Monday Night Football contra los Arizona Cardinals no hizo nada para parar el blitz de un cornerback llamado Aeneas Williams y este, completamente libre y a toda velocidad, atizó un golpe a Steve Young, QB de los Niners, que le dejó inconsciente y poco menos que le retiró, pues ya no jugó más aquella temporada. En noviembre de aquella temporada Lawrence Phillips fue cortado.

Tuvo más vida profesional, en el Arena Football y en la liga canadiense, pero su destino como jugador estaba sellado tras aquel golpe. 

Su destino personal, sin embargo, iría cuesta abajo y sin frenos: condujo su coche hacia tres adolescentes en una disputa en un partido amateur, atacó con violencia doméstica a un par de sus parejas, llegaron a detenerle por siete asaltos con arma de fuego. Todas sus fechorías sumadas le condenaron a 25 años de prisión y, ahora, afronta el resto de su vida entre rejas si es que se confirma que es él quien ha acabado con la vida de su compañero de celda.

No es una historia con final feliz la de Lawrence Phillips, un hombre con un talento descomunal que en ningún momento de su vida encontró la suficiente fuerza como para dejar de causar mal a todos cuanto le rodearon... y a sí mismo.