El paciente milagro de la reconstrucción de un equipo
Destruir es más fácil que construir. Desde pequeños aprendemos esta máxima, que cuando nos convertimos en adultos seguimos aplicando con metódica tenacidad en nuestra vida cotidiana, ya sea en lo material, como en las relaciones personales. Aplicado a la NFL podríamos decir lo mismo. Es suficiente un propietario con ansias de protagonismo, unas cuantas decisiones desacertadas en fichajes y drafts, y la carencia más absoluta de paciencia, para llevar al desastre a una franquicia. Salir de ese agujero negro no es fácil, y pretender hacerlo buscando atajos es todavía peor. Pero como dice el refrán, nadie escarmienta en cabeza ajena, y hasta que los Cleveland Browns no se han dedicado a hacer lo mismo que sus compañeros de división, como parece deducirse tras su último draft, no van a empezar a vislumbrar la luz al final del oscuro túnel de la mediocridad.
A los aficionados más jóvenes puede que le sorprenda, pero los orgullosos Señores del Acero, que hoy pasean desafiantes su autoridad y sus anillos por la liga, comenzaron siendo un equipo de chiste, que por perder perdieron hasta la mitad de su nombre. No empezaron a ser tomados en serio hasta la década de los 70 con la llegada del entrenador Chuck Noll. Hasta entonces, se podía contar con una mano las campañas ganadoras que los Steelers habían tenido desde su fundación en 1933. Y sin querer quitar méritos al QB Terry Bradshaw, no se convirtieron en dominadores gracias a finos estilistas, sino a su temible defensa conocida como la “cortina de acero”.
Los Ravens abandonaron Cleveland con nocturnidad y alevosía, y tuvieron que crearse una nueva identidad en Baltimore. En su primer draft sentaron las bases de lo que sería su fisonomía: el OT Jonathan Ogden y el LB Ray Lewis. Trinchera y defensa. Los resultados no llegaron de inmediato, pero fueron pacientes. En 2000 draftearon al RB Jamal Lewis. Esa misma temporada se convirtieron en campeones, con Trent Dilfer como QB. Desde entonces su personalidad, perfectamente identificable, se ha mantenido inalterada: una defensa terrible criada a los pechos de Ray Lewis, Ed Reed, Tony Siragusa… ¡cómo no adorar a estos angelitos!, descansar la ofensiva en el juego de carrera, apuntalar la trinchera y construir a través del draft. Y ahí están, siempre contendientes a todo.
Tras la decepción que supuso la derrota en la Super Bowl XXIII y el posterior fallecimiento del fundador Paul Brown, los Bengals entraron en una depresión que les hizo caer en una de las más profundas travesías del desierto que se recuerdan. La ansiedad del nuevo dueño, Mike Brown, les llevó a una serie de decisiones desesperadas: cambios de entrenador, sonoros fracasos en el draft (los QBs Klinger y Akili Smith, el RB Ki-Jana Carter como ejemplos más sonados), y la controvertida política de adquirir jugadores talentosos aunque conflictivos. El caótico estado de locura llegó a tal extremo que el QB Palmer abandonó el equipo, prefiriendo retirarse antes que continuar un minuto más en aquel circo. Este hecho supuso un punto de inflexión que hizo entender al propietario que debía cambiar de estrategia. Dio un paso atrás, otorgó más responsabilidad a Marvin Lewis en la confección de la plantilla, y como consecuencia ahora tenemos una franquicia sosegada, que hace fichajes sensatos y se centra principalmente en el draft. El resultado han sido cuatro presencias consecutivas en playoffs… y con Dalton como QB.
Desde su refundación en 1999, los Cleveland Browns no levantan cabeza. Salvo algún destello puntual, sus temporadas se cuentan por desastres. 8 entrenadores en estos 16 años, y una ignominiosa cifra de 22 QBs titulares en algún partido durante este periodo. Este año, sin embargo, algo parece haber cambiado. Da la impresión que están dejando a Pettine hacer el equipo que quiere. Nada de fichajes estrambóticos en la agencia libre. Nada de perder la cabeza en el draft con jóvenes inmaduros. En vez volver a cambiar de QB, tratar de recuperar a Manziel y mientras tanto fortalecer defensa y línea ofensiva. Aviso a navegantes: la imagen que presenten esta temporada los chicos del Dawg Pound puede ser muy diferente a la de los últimos años, y no precisamente por los cambios en el uniforme.
Así pues, si alguna vez el destino os hace propietarios de una franquicia NFL en decadencia, mis consejos serían:
- No quieras ser protagonista. Deja trabajar y transmite confianza y continuidad al staff técnico.
- Draft, draft y más draft. Sólo te puedes permitir alguna licencia en la agencia libre cuando el bloque ya esté consolidado. Y draftea con sensatez. Los atajos no suelen funcionar.
- Comienza por las trincheras. Los jugadores de línea suelen ser más longevos, lo que ayuda a apuntalar el proyecto.
- Obviamente, un buen QB ayuda, pero si no has tenido la fortuna de encontrarlo no te vuelvas loco en la búsqueda, e intenta arroparle.
- Y la mejor forma de hacerlo es con una defensa impenetrable y un juego de carrera dominador que le exima de tomar excesivas responsabilidades.
- Por último, si estos consejos te hubiesen sido útiles, acuérdate de invitar al palco a este humilde redactor.