TRIBUNA LIBRE
El cambio en el extra point apenas tendrá consecuencias
Mover la jugada desde la yarda 2 a la 15 no baja significativamente el porcentaje de acierto de los kickers, objetivo perseguido por la NFL.
Los dioses de la NFL han hablado. Con 30 votos a favor y solo 2 en contra, la línea de scrimagge para los puntos extras (XP) se retrasa de las anteriores 2 yardas hasta la yarda 15. Esta propuesta ya estuvo sobre la mesa en la reunión de propietarios del año pasado, incluyendo la opción de eliminar el pateo tras el touchdown (TD), dando automáticamente los 7 puntos, con la opción de quedarse en 6, si se trataba de conseguir la conversión de dos puntos y no se lograba.
Finalmente se decidió realizar una prueba en la pretemporada de este año, para analizar como el cambio de normativa podría afectar en los partidos de liga y playoffs, alejando la línea de scrimagge hasta la yarda 15. Esto generó unas estadísticas que considero insuficientes y en partidos en los que los kickers no tienen por qué dar el cien por cien.
Con los datos de las últimas temporadas lo que he hecho es analizar como retrasar la distancia de golpeo puede afectar al juego y a la eficacia. Para mí, según los argumentos de dar a este lance de juego mayor espectacularidad y relevancia, sería insuficiente retrasar la línea de la yarda 2 a la 15. Con toda la información que he analizado, la retrasaría hasta la 30 y voy a tratar de justificarlo.
Como ya he comentado al principio, en esta pretemporada se realizó la prueba de retrasar la línea de scrimagge del XP hasta la yarda 15 durante dos semanas. En este periodo de tiempo se realizaron 141 intentos, entrando entre los palos 133, lo que supone un acierto del 94,3 %, que contrasta bastante con el porcentaje sobre la distancia anterior durante las últimas cinco temporadas que fue del 99,19 % (6.103 sobre 6.153 intentos).
Este dato en pretemporada, de por sí, me sorprende bastante, teniendo en cuenta que durante cinco temporadas entre la yarda 1 a la 19 no se ha fallado ni un solo field goal (FG) (73 sobre 73). El porcentaje que más se aproxima al obtenido es el situado entre las yardas 20 a las 29 con un acierto del 96,17 % (1.218 sobre 1.232), algo más alejado de la distancia aprobada.
Sin duda las circunstancias durante pretemporada no son las más afortunadas para probar este cambio en la distancia, entrando factores no cuantificables, entre los que están falta de rodaje de los jugadores, pruebas con jugadores no habituales o nuevos y, tal vez, cierta relajación ante partidos que no son cruciales y que para los entrenadores solo sirven para ver a jugadores de campo, frente a los kickers y punters, que suelen tener más asegurados sus puestos por la escasa o nula competencia, y cuyos puestos suelen decidirse más durante los training camps.
La seguridad que otorgan los XP es casi indiscutible. Solo circunstancias particulares de tensión, de decisiones aguerridas para ganar un partido, llevan a emplear la posibilidad de la conversión de dos puntos, una suerte que en temporada regular se realiza en 4 de cada 100 TD anotados. La proporción de éxito se puede denominar como un cara o cruz, con un 52,35 % de éxito (139 de 265 en cinco temporadas) lo que deja sin anotar 252 puntos, frente a los 50 de los XP.
Si se aumentara la distancia de golpeo, la cantidad de puntos perdidos crecería. Ateniendo a los datos de porcentaje de acierto de los FG de las últimas cinco temporadas, si la distancia se hubiera retrasado entre la yarda 20 a 29 (96,17 % de acierto), se habrían anotado 236 puntos menos y si se hubiera retrasado entre las 30 a 39 yardas (89,02 % de acierto), los puntos al limbo habrían sido 676. Esto supondría pasar de un XP fallado cada 50 partidos, en las condiciones anteriores, a 1 de cada 6 retrasándolo entre las 20 a 29 yardas y a 1 de cada 2 partidos entre las 30 a 39 yardas.
¿Pero retrasarlo hasta la yarda 30, con este porcentaje de fallo, sería decisivo? Es posible.
De los 1.280 partidos jugados entre 2010 a 2014 en temporada regular, 693 acabaron con una diferencia en el marcador superior a los 7 puntos, 297 entre los 4 a los 7 puntos y 290 con una diferencia de 3 o menos puntos. De estos 290 solo 56 acabaron con un solo punto de diferencia (el 4,38 % del total).
Si aplicamos la lógica sobre los datos de fallo y los partidos, se llega rápidamente a la conclusión de que modificar el punto de golpeo por encima de las 30 yardas podría suponer modificar el resultado final de 28 partidos de temporada regular en cinco años (el 50 %). Si de estos otorgamos la misma posibilidad tanto a ganador como perdedor, es posible decir que 14 de esos partidos podrían haber cambiado su signo, casi 3 por cada temporada, el 1,17% del total de partidos.
La segunda cuestión es cómo el cambio de normativa podría afectar a los kicker en su capacidad física.
Es obvio que patear un balón para que atraviese los palos a 48 yardas o a 18 implica la necesidad de aplicar un mayor esfuerzo en el primero de los casos que en el segundo.
La normativa de la NFL establece que los palos para FG y XP se encuentren situados en los extremos, sobre el plano imaginario del final de la línea de anotación y formado por tres barras. La que nos interesa en este caso es la situada paralela al suelo, que debe estar a una altura de 10 pies (3 m aproximadamente). Por lo tanto, para lograr un FG de 48 yardas, la patada debe tener la potencia necesaria para recorrer esas yardas por aire, más 10 extras (los de la zona de anotación) y que esté llegue a una altura igual o superior a los 3 metros.
Para los datos que voy a comentar ahora, he aplicado por principios. El primero es la altura de la barra horizontal de los postes: 3 m. La segunda es la altura que podrían alcanzar las manos de los jugadores de la línea ofensiva tratando de bloquear el balón. He estimado que para lograr una seguridad plena para el kicker, este tiene que lograr que las 7 a 8 yardas de distancia entre el punto de golpeo y la línea de scrimagge, debe elevar el balón unos 3 m.
En el cálculo de la potencia he aplicado que la pierna de un kicker pesa aproximadamente 16 Kg y el peso del balón hinchado es de 0,413 Kg. No he tenido en cuenta la aerodinámica. No llego a tanto.
Para que el kicker logre un XP en las condiciones anteriores, tan solo necesitaría patear el balón con fuerza suficiente para que alcance una velocidad de 20 m/s y un ángulo de 40º, lo que supone que la pierna tiene que rotar a una velocidad de 3,21 m/s.
En la distancia que propongo (30 yardas), la velocidad que debería alcanzar el balón es de 38,5 m/s en un ángulo mínimo de 27º. Esto implica que el jugador patee con una velocidad de 6,18 m/s, casi el doble que en las condiciones actuales
En datos, el golpeo por encima de las 30 yardas implicaría aplicar una potencia de 611,08 W, si no he errado en los cálculos, mientras que en las condiciones actuales la potencia requerida es de tan solo 164,87 W, 3,7 veces menos.
El aplicar una mayor potencia requiere una fuerza física y muscular mayor. Sin duda los jugadores se encuentran capacitados para realizar estos pateos. Los realizan con regularidad en los partidos y cada año intentan unos 23 FG de media por encima de las 30 yardas. El problema es que el aumentar la distancia provocaría el intento de unos 39 XP de media (más de 2 por partido en temporada regular), lo que aumenta las posibilidades de lesión (para más información, escuchar las entrevistas a Angoy y a Martín Gramática, sobre todo esta última, en el podcast de Zona Roja).
En conclusión, pasar de la yarda 2 a la 15 los XP, no repercutiría extraordinariamente en el juego, y en pocas temporadas podría volver a ser tan sistemático como lo es en la actualidad. El aumentar esta distancia hasta la yarda 30, proveería de una mayor incertidumbre, reduciendo las posibilidades de acertar del 99 de cada 100 actual al 9 de cada 10, por lo que el punto no sería del todo automático.
En cuanto a lo decisivo que podría ser el cambio, los datos fríos dicen que solo 3 partidos podrían ver alterado su resultado final durante toda una temporada regular. Pero atendiendo a dos factores, es posible que este valor pudiera ser mayor. El primero es la climatología y estado del terreno. Con viento el balón se desvía, lo que en muchas ocasiones provoca el fallo de un FG. El terreno de juego es otro factor, sobre todo en los meses de noviembre y diciembre, al tener poca estabilidad para situar el ovoide.
El segundo factor es el determinado por los jugadores y estaría implicado el cansancio que pudieran acumular después de patadas mucho más potentes y que progresivamente les iría desgastando.
La contra sobre este retraso estriba directamente en el jugador. Al aumentar la distancia requeriría una potencia física que puede que los jugadores no sean capaces de asimilar de una temporada a otra, necesitando entrenamientos específicos que refuercen los músculos que están implicados en el golpeo, además de estudios de la mecánica del movimiento para reducir las lesiones y hacer más eficiente el esfuerzo. Podría implicar que en los equipos debieran contar con un kicker de recambio o un punter que pudiera reconvertirse.
El cambio sobre el punto extra es un hecho, pero el modo en el que se ha hecho puede desembocar que vuelva a ponerse en tela de juicio a finales de la próxima temporada o la siguiente, en cuanto se vuelva a sistematizar el lance. Algo tan nimio, puede que acabe dando más de un dolor de cabeza.
Datos sobre Field goals y Extra points proceden de NFL.com
Datos sobre los partidos proceden de Profootballfocus.com
Datos sobre peso del balón y pierna del kicker proceden de http://www.faqs.org/sports-science/Fo-Ha/Football-Field-Goal-Physics.html