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MIAMI DOLPHINS

Los Dolphins no asumen riesgos en la renovación de Tannehill

El equipo de Miami ha conseguido que su QB firme un contrato de 96 millones de dólares en 6 años que, sin embargo, es beneficioso para la franquicia.

Ryan Tannehill celebra un touch down con los Miami Dolphins.
Getty Images

Es norma común reaccionar con exclamaciones a los contratos de los quaterbacks en la NFL. Con cifras multimillonarias, la mayoría de aficionados no acaban de entender porque se da ese pastizal a jugadores, en muchas ocasiones, que no han ganado gran cosa. A fin de cuentas caben en los dedos de una mano los grandes jugadores en el puesto que pueden presumir de haber ganado lo suficiente como para estar por encima del bien y del mal. A las renovaciones de Joe Flacco, Colin Kaepernick, Jay Cutler, Tony Romo o Andy Dalton siguieron reflexiones de muy similar pelaje. Por eso era de esperar que sucediese lo mismo con Ryan Tannehill.

Tannehill ha extendido su contrato con los Miami Dolphins, al que le quedaban dos años, por seis temporadas y 96 millones de dólares. Sin embargo, aunque parezca una barbaridad de dinero, lo cierto es que los números favorecen a la franquicia, que corre muy pocos riesgos y que se asegura a un QB titular, si el jugador cumple, a la vez que se deja la opción de prescindir de él en caso de que el proyecto no cuaje.

De los 96 millones de dólares del contrato, asegurados sólo son 45 y en las dos primeras temporadas se le pagan 25 millones, lo que significa un sueldo de 12,5 por año, muy, pero que muy lejos de lo que cobran las élites del puesto, que sobrepasan los 20. Por descontado, en Miami estarán más que contentos de poder pagarle los 96 millones de todo lo firmado, pues eso significaría que Tannehill ha seguido siendo titular y ha respondido a las expectativas creadas, pero se dejan las manos libres para quitárselo de encima en caso de que no sea así.

En ese sentido, y aunque el montante total es menor, la estructura de lo firmado recuerda a lo que San Francisco ha hecho con Kaepernick y a lo que los Bengals han hecho con Dalton, cuyos números totales superaron los 100 millones de dólares pero que, como en el caso de Tannehill, el equipo se reservó una generosa porción de flexibilidad para evitar riesgos en la parte final del contrato, donde está la mayor carga salarial.

Y es que el fondo de todas estas renovaciones es que son obligatorias. En esencia, los equipos no pueden más que juguetear alrededor de lo asegurado y de cuanto pagar de forma inmediata y cuanto hacia el final de los contratos porque no les queda más remedio que renovar a sus QBs. En todos los casos. Eso no significa que estén convencidos de tener entre ellos al tipo que les va a guiar a la Super Bowl, a la cara de la franquicia, no, pero el riesgo de vivir en el frío lluvioso de la noche en la que tienes que seleccionar un pasador en primera ronda del draft no es plato de buen gusto para nadie.

Pongámonos en el caso de no creer en Tannehill como buen QB en la NFL. Es una creencia respetable porque en sus tres años en la liga ha mostrado cosas interesantes, sí, mejora continua, también, pero ha dejado dudas razonables sobre su verdadera nivel; el equipo nunca ha tenido una temporada ganadora en estos tres años (7-9, 8-8 y 8-8 como records) y nadie ha diseñado un plan, temblando de nervios, para parar a Ryan. 

Pero, aún así, la alternativa a Tannehill sería... ninguna. Ni en el draft ni en la agencia libre se encuentran QBs que puedan servirte cuando estás en una situación como la de los Dolphins, en la que tienes un muy buen equipo aunque un paso por detrás de los grandes. Puede argumentarse que hay equipos en situación análoga que sí han encontrado una salida, caso de los Eagles con Nick Foles, pero está por ver como sale el experimento. 

Los Miami Dolphins han de pagar por su QB. Es una cuestión de mercado, con una oferta escasísima en el puesto y una demanda brutal que hace que tipos que no han demostrado gran cosa sean pagados en razón ya no de su potencial sino de que la alternativa es espantosa. Por eso vemos estos contratos, inflados, que esconden en su interior bastantes más trampas para el jugador de las esperadas y una gran ración de flexibilidad y seguridad para los equipos, capaces de desprenderse de estos QBs en tres o cuatro años sin perjuicio y, a la vez, con posibilidad de convertirse en gangas en caso de que los jugadores exploten y se acaben convirtiendo en eso que llamamos élite.

Los equipos han de vivir en este difícil equilibrio. Por ejemplo, en Miami este año entre Tannehill y Suh tienen un espacio salarial, conjunto, de 10 millones de dólares, y el año que viene les salta hasta los 40, pero eso son riesgos calculados que sólo se toman en momentos concretos. Es decir, con las cifras que se manejan en este contrato Tannehill tendrá que rendir si no quiere verse en la calle en tres años. Esa es la ventaja con la que juegan los equipos en este mercado tan canino de QBs, y es por eso que hay que calificar lo conseguido por los Dolphins como un muy buen movimiento.

La siguiente oleada de renovaciones de pasadores a buen seguro que nos traerá números y circunstancias bien diferentes. Andrew Luck, Russell Wilson y Robert Griffin III, compañeros de promoción de Tannehill, han de pasar por el despacho de sus general managers. En dos de esos casos lo de los 100 millones de dólares se quedará muy pequeño, y las cantidades aseguradas, así como la estructura de los salarios, nada tendrá que ver con el contrato de Tannehill. Adivinad cuales dos.