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¿Talento o sistema? En la NFL han cambiado las prioridades

La semana pasada aparecieron en esta sección dos artículos que me llamaron muchísimo la atención. Representaban el yin y el yang de la mentalidad de un staff técnico dentro de la NFL. Los dos extremos, que en este caso no se juntan en absoluto.

En uno de ellos, Diego Serrano explicaba que los Seahawks siguen un patrón a la hora de elegir en el draft para que el sistema no se resienta por la configuración de la plantilla. Si un jugador se lesiona o se marcha, siempre habrá un sustituto. Una de las cosas que más ha llamado la atención de los Seahawks de Carroll es la capacidad para hacer constantes rotaciones en el campo sin que la eficacia quede afectada. Los jugadores siempre están descansados, siempre rinden a ciento por ciento, siempre pueden darlo todo con éxito independientemente de su nombre.

En otro, Pepe Rodríguez explicaba que Jack del Rio se ha caracterizado por primar talento sobre sistema. Hacer que las estrellas carguen con el peso del partido y no complicar el plan de juego. Y que eso intentará hacer en los Raiders.

Tenemos una tendencia a idealizar la NFL. Nos gusta tanto el deporte que siempre ensalzamos todo lo que le rodea. Aunque algo se pueda explicar de forma sencilla, nos encantan las soluciones sofisticadas. Un golpe de genio no nos convence. Preferimos creer que detrás de una intuición se esconden en realidad muchas horas de estudio nocturno a la luz de un flexo mientras se inventa el Bálsamo de Fierabrás o la estocada perfecta de la que hablaba Pérez Reverte en “El maestro de esgrima”.

Creo que la realidad ha sido durante años mucho más sencilla, y se aproximaba a la filosofía de Jack del Rio. Los entrenadores, como en casi todos los deportes, se han encomendado en la NFL a los jugones, y han adaptado su sistema a sus jugones (o han buscado jugones que se adaptaran a ese sistema). De vez en cuando han aparecido tipos adelantados a su tiempo que han inventado la west coast, como Bill Walsh en los ‘80, o han rediseñado el perfil y la forma de jugar de los líneas ofensivos, como Mike Shanahan en los ’90. Podemos enumerar muchos más. Genios capaces de encontrar petróleo o descubrir mundos nuevos y que gracias a ello han ganado títulos. Pero en la NFL, como en cualquier otro ámbito de la vida, en cuanto un invento funciona todo el mundo lo adopta.

Curiosamente, y ya que hablamos de él, en los últimos días Mike Shanahan comentaba que no descartaba volver a entrenar si tenía ocasión, y que para ello estaba estudiando más fútbol americano que en toda su vida.

Porque si damos un repaso a lo sucedido en la NFL en los últimos años, nos encontramos con que esa mentalidad de encomendarse a los jugones comienza a no funcionar. Los títulos los están copando quienes se han atrevido a subir un escalón más, para convertir el deporte en una ciencia hasta las últimas consecuencias. Y no es casualidad que los últimos tres campeones, Ravens, Seahawks y Patriots, estén a la vanguardia del fútbol científico, de las soluciones tácticas novedosas, de los sistemas de entrenamiento revolucionarios, independientemente de los jugones que puedan formar parte de su plantilla. Porque además son tres equipos en los que los 53 jugadores son importantes y capaces de tener papeles relevantes en algún momento decisivo de la temporada.

Mike Shanahan celebra con John Elway la segunda Super Bowl consecutiva de sus Denver Broncos.
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Mike Shanahan celebra con John Elway la segunda Super Bowl consecutiva de sus Denver Broncos.Ray StubblebineREUTERS

Curiosamente, Seahawks y Patriots también están en los extremos a la hora de aplicar esos métodos científicos en busca del máximo rendimiento. Mientras que el equipo de Seattle es fiel a su sistema, y busca la manera de poder apoyarse en él a toda costa, los Patriots no tienen un estilo definido, y mutan cada domingo para adaptarse a las virtudes y defectos del rival. Pero si algo está claro en ambos casos es que no improvisan, y que son capaces de ajustar sobre la marcha para solucionar los problemas que puedan surgir sin necesidad de encomendarse a sus estrellas. Los Seahawks han tenido éxito incluso cuando Wilson y Lynch han jugado malos partidos. Los Patriots no tienen ningún inconveniente para infrautilizar a Brady y Gronkowski convertidos en cebo, mientras son otros los que están cavando la tumba del rival.

Lo mismo podemos decir de los Ravens. Durante casi todo el choque de la ronda divisional tuvieron a los Patriots contra las cuerdas y el rodillo pareció más germánico que improvisado. Y eso mismo ha ido sucediendo con los de Baltimore en los últimos tiempos. A pesar de que casi cada año han sufrido epidemias de lesiones, siempre han encontrado sustitutos que han rendido por encima de lo esperado. Por mucho que apelemos a la genialidad de Flacco en postemporada, la sensación ha sido más de maquinaria bien engrasada, en la que cada jugador tenía muy clara su misión, que de dependencia de ninguna estrella.

Tras la derrota de los Packers contra los Seahawks, me llamó mucho la atención que Aaron Rodgers no renegara de la acumulación de desgracias, ni de detalles puntuales. El quarterback criticó, y más que veladamente, la falta de fidelidad al plan de juego y las decisiones improvisadas por su staff técnico. Creo que ese quizá haya sido el problema de la franquicia de Wisconsin en los últimos años. Tal vez los Packers no hayan ganado más anillos porque su staff no esté siendo capaz de adaptarse a la nueva forma de trabajar en la NFL, pese a tener plantilla y estrellas de sobra para tener éxito.

Por poner un ejemplo contrario, el renacer de los Cowboys de Garrett quizá se deba a que en las oficinas están consiguiendo convencer a Jerry Jones de que sus caprichos o intuiciones caducas deben dejar paso a un trabajo más sistemático y erudito.

De hecho, los entrenadores que están llegando a la NFL desde el college, con Chip Kelly a la cabeza, parecen tener clarísimo que el trabajo concienzudo y el sistema, sin dejar nada en manos de la improvisación, está por encima de los jugadores.

Que Mike Shanahan haya decidido encerrarse a estudiar como un opositor para poder volver a entrenar con éxito, es un síntoma claro de que en la NFL priorizar el talento sobre el sistema va a pasar a la historia. Los últimos ganadores son equipos que están convirtiendo el fútbol en una ciencia a todos los niveles. Desde las elecciones en el draft, los fichajes en la agencia libre, los sistemas de entrenamiento, los planes de juego, la preparación de los partidos… no se deja nada a la improvisación. Y eso obliga a un trabajo y una disciplina a la que quizá no estén acostumbrados bastantes técnicos.

Creo que, a partir de ahora, antes de empezar la temporada, los aficionados de los favoritos deberán preguntarse cuál es el sistema de trabajo del staff de su equipo. Encomendarse a los jugones se está convirtiendo en garantía del fracaso. Y lo lamento por los seguidores de los Raiders.