Los fracasos más sonados del draft (VII): Tony Mandarich
Appetite for Destruction fue un disco que marcó los años ochenta. Firmado por unos jóvenes, irreverentes y perfectos héroes rock que se hacían llamar Guns and Roses, llevó al heavy metal comercial a ocupar un lugar estelar no sólo en la venta de discos sino en el interés generado por sus andanzas. La banda lo tenía todo para convertirse en la referencia de toda una generación y ese primer disco se plagó de himnos instantáneos para un grupo que era demasiado perfecto para su rol: su música, sus pintas, sus malos rollos, su drogas, sus fiestas, sus personalidades. Ni un guionista los hubiese dibujado mejor.
Tony Mandarich era una de las personas que adoraban a los Guns and Roses a finales de los ochenta. Tanto que se hizo un tatuaje con ellos. Tanto que acabó conociéndoles y saliendo de fiesta con los músicos. Y tanto como para, metafóricamente, llevar su carrera como jugador de la NFL a cumplir con el título del disco más famoso de sus héroes: apetito por la destrucción.
Mandarich también era demasiado perfecto. Jugando en los Michigan State Spartans era tan grande, tan rápido y tan fuerte que cuando se presentó al draft Sports Illustrated hizo una portada con él bajo el titular "The Incredible Bulk" en el que se le calificaba como la mejor promesa de la línea ofensiva de la historia. Basta recordar que en su draft, en los cinco primeros puestos, le acompañaron Troy Aikman, Barry Sanders, Deion Sanders y Derrick Thomas, todos ellos incluidos en el Hall of Fame de la NFL, y todos ellos considerados peores promesas que Mandarich en aquel 1989.
El problema es que era mentira. En sus años en los Spartans había consumido todo tipo de esteroides y había hecho todo tipo de trampas para no ser pillado. Es célebre su reunión, pre-draft, con los Kansas City Chiefs en la que estos le dijeron que no se creían que no hubiese tomado esteroides. Con chulería les respondió que no le eligiesen.
Como también se lo dijo a Green Bay Packers, calificando al lugar como "una aldea". Su chulería no impidió a Green Bay elegirle con el #2 del draft. Aunque ahí comenzaron sus graves problemas; exigió un contrato de más de un millón de dolares anual, cifra que no ganaba ningún OL en la liga, y no se presentó con el equipo hasta una semana antes de comenzar la temporada regular.
A eso se sumo que había dejado de tomar esteroides por miedo a ser cazado. El resultado fue que apenas jugó en equipos especiales. Entrando en la clásica espiral de los deportistas que han coqueteado con las drogas y que no cumplen las expectativas, Mandarich comenzó a tomar analgésicos y alcohol en cantidades industriales. Llegó a meterse 70 inyecciones de analgésicos al día. Y cayó en la depresión. Confesó, años después, que no había estado ni un sólo día sobrio en su estancia en Green Bay.
Tres años después era cortado por los Packers y Sports Illustrated le dedicó otra portada, aunque esta ponía "The Incredible Bust". Desde entonces se le considera uno de los mayores fracasos de la historia del draft.
Por fortuna, el relato de la vida de este hombre tiene final feliz, no como la mayoría de los protagonistas de esta serie.
Mandarich recuperó las riendas de su existencia tras dejar Green Bay. Ingresó en una clínica de desintoxicación y volvió a casarse con su mujer, que se aprecia como el gran motor de su recuperación. Consiguió volver a la NFL y jugó tres años para los Indianapolis Colts donde no fue figura pero si cumplidor. Y siempre con total limpieza, sin esteroides, analgésicos ni alcohol que le ayudasen.
Tras retirarse, y un par de periplos empresariales, se mudó a Phoenix, Arizona, donde montó un negocio fotográfico que acabó siendo de trabajos audiovisuales en general. Allí, junto a su mujer y sus cuatro hijos, asegura que es feliz. "No reniego de nada de lo que he hecho en la vida, de ninguno de mis errores, porque eso es lo que me ha llevado a ser quien soy, a estar en paz conmigo mismo". Eso sí, hay cosas, como la chulería, que nunca se curan del todo, pues no duda en decir: "eso sí, jamás haré fotos de bodas. Antes me clavo un tenedor en el ojo".