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Los Seahawks no deben dar a Wilson dinero de estrella

Elegido en la tercera ronda del draft de 2012 Russell Wilson afronta la temporada 2015 como la última de su contrato de novato. Nadie ha ganado tantos partidos (36 en temporada regular, 6 en playoffs) en sus tres primeros años en la liga ni alcanzado dos Super Bowls en tan corto período de tiempo. 

Es obvio que los Seahawks no van a dejar que su quarterback titular pise las aguas de la agencia libre. En el peor de los casos le aplicarían la etiqueta de jugador franquicia en 2016. Dicho esto, un nuevo contrato se lleva cociendo desde antes incluso de finalizar la pasada campaña, pero hasta el momento ninguna de las partes quiere ceder terreno. Fuentes cercanas a las negociaciones estiman las diferencias en más de 10 millones de dólares. 

Seattle quiere pagar a Wilson una media anual superior a las firmadas por Colin Kaepernick y Andy Dalton, pero no quiere acercarse a los números de los quarterbacks veteranos de mayor nivel como Aaron Rodgers y Ben Roethlisberger (22 y 21,8 millones de media al año) como desearía el jugador y su agente. 

Los contratos de Kap y Dalton fueron sendas extensiones de seis temporadas que se añadieron a sus respectivos años finales de contrato rookie con un “signing bonus” bastante reducido de 12 millones de dólares. Wilson estaría encantado si el acuerdo es de menor duración (cuatro campañas) pero con mucho más dinero garantizado y además elimina su temporada final de novato en la que está llamado a percibir tan solo 545.000 dólares. 

Pocos quarterbacks han estado más en el punto de mira estas tres temporadas que Wilson. Seattle ha sido equipo contendiente al título con él siempre y los Seahawks han jugado en “prime time” más que la mayoría. Lo fascinante del asunto es que pese a tal exposición pública hay muy poco acuerdo sobre el “status footballistico” de Wilson. 

Hay quienes opinan que es el elemento clave y diferenciador del equipo, la pieza que le faltaba al engranaje de Pete Carroll para convertirlo en una máquina casi imparable. Pese a contar con muy pocos receptores de postín sus números han sido de lo mejor de la NFL. Estos le ven incluso como un QB Top 5. En la otra cara de la moneda están los que piensan que Russell no es más que un distribuidor del juego, lo que peyorativamente se viene a conocer como un “game manager”. Para esta gente la defensa de Seattle y el juego terrestre de Marshall Lynch es lo que pone a la franquicia por encima del resto. Wilson y su escaso 1.80m de estatura serían carne de cañón en muchos otros equipos. 

En el punto medio de estas dos corrientes de pensamiento es donde deben encontrarse quarterback y gerencia por el bien de todas las partes interesadas. 

Pocos partidos en su carrera reflejan mejor estas discrepancias como la pasada final de conferencia. Durante 56 minutos la defensa de Green Bay le hizo parecer un quarterback del montón, interceptándole hasta en cuatro ocasiones. Sin embargo, cuando todo parecía perdido, Wilson demostró poseer ese puntito especial reservado para los más grandes. Los tres drives finales de Seattle fueron magistralmente orquestados y todos llegaron al mismo destino, la end zone de los Packers. 

En mi opinión es uno de esos jugadores con los que sabes que de tener en tu equipo siempre vas a contar con una opción de ganar. No se rinde nunca, es un líder nato y una gran presencia en el huddle. Sorprende la tranquilidad que mantiene en el pocket y fuera del mismo cuando la cosa se pone fea. No hay situación que parezca alterarle y siempre parece guardarse un as en la manga. Dicho esto, su evolución como quarterback dista mucho de estar completa y como pasador puro está muy lejos de los más grandes. Quiero verle dominar la posición sin tener que recurrir a las más de 600 yardas de carrera que está promediando en su trayectoria en la NFL. Cuando llegue a ese punto podrá pedir un contrato a la altura de un Rodgers o Peyton Manning. De momento se queda en el segundo escalón y como tal debería ser pagado ¿Qué piensan ustedes?