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Los Patriots son tramposos y mentirosos, y tú querrías serlo

Recuerdo, hace muchos años de esto, a una chica de mi clase hablar del macarra que se sentaba en la última fila de clase. Fumaba, el cabrón, cuando no lo veían los profesores, y si el de la tiza había mostrado alguna debilidad, algún sentimiento humano, fumaba incluso si le veía. Tenía moto, pero nunca le vi un casco. No era guapo. No era muy listo. Desde luego, no era encantador. Ni dulce. Ni tierno. Ni hacía caso a nadie más que a sí mismo. Era un mal bicho. Todo esto lo se porque me lo dijo ella pues, no os quiero engañar, a mí me parecía un tío muy guay.

Una noche celebrábamos alguna graduación estúpida, lo que los antiguos llamaban cambio de un curso a otro, y vi a mi compañera morreándose con el macarra. Sentí unas ganas irrefrenables de que me llamasen mal bicho. El peor bicho posible.

Ayer a los New England Patriots les cayó una sanción morrocotuda por el escándalo Deflategate, ese que consiste en desinflar ligeramente unos balones. Su QB titular, Tom Brady, se quedará sin jugar los cuatro primeros partidos de la temporada. El equipo pierde la primera ronda del draft de 2016 y la cuarta de 2017. Amén de la mayor multa histórica de la NFL en cuanto a la pasta gansa se refiere: un millón de dolares.

Es, a todas luces, desproporcionado. Pero no podemos olvidar el contexto en el que se ha producido, y los porqués que esgrime la liga para tamaño mazazo. Estos van atrás en el pasado, a la historia de los Patriots en episodios como el Spygate, y al hecho de que el equipo no cooperara completamente en la investigación independiente de Ted Wells.

Dejadme pararme un segundo en el tema de la investigación independiente, término que es risible viendo como el señor Wells es un estrecho colaborador de la propia NFL. Pero, yendo al meollo, lo que tenemos que tener claro es que esta sanción golpea a New England por ser como son. Nada más y nada menos. Su actitud es la que es castigada por entenderse desde la liga, y con la liga me refiero al actual comisionado, Roger Goodell, y a una buena porción de los propietarios, que los Patriots se creen por encima del bien y del mal.

Y quizás sea cierto que lo hacen. Lo que pasa es que es esa actitud y esa forma de trabajar la que les ha llevado a jugar 6 Super Bowls en las últimas 14 temporadas, ganando 4 de ellas.

Dentro de todo el ruido, inmenso, que ha generado este escándalo se ha colado un debate estéril y pueril que conviene dar por finiquitado. Es el del legado tanto de la franquicia como del QB. Incluso del entrenador, Bill Belichick, que a pesar de haber sido exonerado en el informe aparece como sospechoso por mucha gente por, eso, por ser el entrenador de este equipo triunfal, sin más fundamento en este caso concreto.

Dado que todos sus triunfos, a los que hay que añadir el milagro de ganar 12 veces en estos 14 años su división, son incuestionables, y que los asteriscos que se les quieran colocar se caen al no tener ninguna sujeción, donde se les ataca es en ese difuso concepto que es la reputación. Y ahí es donde se les pone la etiqueta de tramposos y de mentirosos, como último recurso al que agarrarse para tratar de tumbarlos.

En el deporte profesional, seguramente en todos los órdenes de la vida en general, el que gana está siempre en el límite entre lo legal y lo ilegal. Incluso en ambos lados. A la vez. Hay un dicho que reza que nadie apalea un perro muerto y una cancioncita de Los Simpson (todo está en Los Simpson) que recitaba "no conquistas nada con una ensalada", que viene a significar todo lo mismo: sólo en la polémica, en la raya entre el bien y el mal, en la dureza y en los odios generados está la grandeza. Es imposible ganar de forma consistente sin todo eso.

Y es que los calificativos no pueden ser más irrelevantes. Es muy fácil darse cuenta. Pensad en vuestro equipo, el que sea, de cualquier deporte: ¿sacrificaríais triunfos por evitar los adjetivos de vuestros rivales? Es decir ¿preferís que digan que sois limpios sin ser ganadores? ¿o firmáis, ahora mismo, ganar el siguiente torneo aunque os llamen tramposos y mentirosos? No hace falta que respondáis, la respuesta es obvia. Y no sólo la de los aficionados. Es la misma respuesta que darían todos los directivos, los entrenadores y los jugadores.

Hay un tiempo para perder con dignidad, un tiempo que desaparece cuando el macarra se lleva a la chica. Todos queremos ganar. Y, una vez ganado, que nos llamen lo que quieran. Los New England Patriots ganan. Ganan sin medida. Seguro que saltando en la frontera de la legalidad más de una vez. Fijo que con arrogancia y displicencia. Apostad que desafiando normas y reglamentos siempre que han podido. Pero ganando. Y de eso va todo esto, nada más que de eso.

Así que mientras lo único que pierdan los Patriots sea la batalla de los adjetivos podéis estar seguros de que seguirán siendo como son. Y que otras 31 franquicias en la NFL se cambiarían por ellos. Les llamasen lo que les llamasen.