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Los Jacksonville Jaguars no paran de hundirse en el barro

No es cuestión del entrenador, pues Gus Bradley es un gran motivador, arquitecto, además, de la sensacional defensa de los Seattle Seahawks, y tampoco es por el propietario, pues el bigotudo magnate Shahid Khan ha impreso una energía especial al club, pero lo cierto es que los Jacksonville Jaguars continúan batallando en unas arenas movedizas, características por cierto de su entorno, de las que no solo son incapaces de salir, sino que continúan hundiéndose.

A tres tristes años de solo nueve victorias se han unido la suspensión del receptor que más prometía, Justin Blackmon, la decepcionante temporada de Blake Bortles (11 pases de touchdown y 17 intercepciones), un quarterback que únicamente luce bien en vídeo… y, ahora, la lesión en el primer entrenamiento del primer jugador no quarterbackelegido en el pasado draft. El linebacker exterior escogido con la tercera selección general, Dante Fowler, se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla en el primer escarceo primaveral de los Jaguars y se perderá íntegra su primera temporada como profesional.

Desde luego, la suerte no acompaña a este club que se las prometía mucho más felices cuando, en solo su segunda campaña en la NFL, llegó hasta las finales de conferencia. Pero el tiempo ha pasado y los Jaguars, en lugar de consolidarse, continúan hundiéndose en el barro.

Es una verdadera pena, porque si un equipo ha apostado por el crecimiento internacional de la liga, ése ha sido Jacksonville. Los Jaguars jugarán este año por tercera vez consecutiva en Wembley, cumpliendo el tercero de los cuatro años de un contrato por el cual se comprometieron a disputar un partido anual en tierras londinense de 2013 a 2016. Su rival en esta ocasión será Buffalo. Las entradas están prácticamente agotadas y, una vez más, el mayor número de espectadores para un encuentro como local de los Jaguars tendrá como escenario el mítico estadio inglés, en lugar del EverBank Field del norte de Florida. De hecho, la temporada pasada, los Jaguars llevaron más de 83.000 personas al duelo que disputaron con los Dallas Cowboys en Wembley, mientras que su media de asistencia en Jacksonville no alcanzó los 65.000 aficionados. Y eso que el precio medio de una entrada en Londres costaba 127 dólares, más del doble que en Jacksonville (58).

No cabe duda, algo pasa con los Jaguars. Pero puede que no sea cosa de la suerte. Quizás su destino –al menos los signos nos lo indican- apunte cada vez con más fuerza a Londres, un lugar donde, además, no hay arenas movedizas.

Cinco cosas que pienso:

Wembley ya es un estadio más de la NFL.
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Wembley ya es un estadio más de la NFL.Suzanne PlunkettREUTERS

1. Hablando de los partidos de Londres, pienso que es sencillamente increíble que, quedando más de cuatro meses para el primer encuentro, se hayan vendido ya todas las entradas para el Jets-Dolphins y el Lions-Chiefs y queden solo en una sección para el Bills-Jaguars.

2. Pienso que la rivalidad entre los Jets y los Dolphins será impresionante vivirla en Londres, que pagar por ver a los nuevos Bills de Rex Ryan vale la pena, pero sobre todo pienso que el duelo entre Detroit y Kansas City será de los de época, con un ataque espectacular enfrentándose a una de las mejores y más agresivas defensas de la liga.

3. El tema Brady nos va a dar regueros de tinta y, la verdad, no pienso colaborar demasiado. Tampoco es tan grave quitarle un poco de aire a los balones... ¿Afectó al juego, a los resultados? Pienso que no. Ahora, mentir, ocultar… En fin, que la sanción está bien. Más de cuatro partidos hubiera sido excesivo; menos, muy poco.

4. Pienso que es totalmente injusto que a Brady se le sancione cuatro partidos y a sus compañeros de travesura, los empleados John Jastremski y James McNally, indefinidamente. Aunque no vendan tantas entradas ni llenen tantos periódicos ni lancen pases de touchdown… ¿son ellos más culpables que el quarterback?

5. Por otro lado, y para cerrar el tema de los balones deshinchados, la sanción del draft se veía venir y la hubiera pronosticado cualquiera. Una primera ronda del año siguiente (más una cuarta de 2017 en este caso) es la misma penalización que sufrieron los Patriots por el spygate hace ocho años.