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La homosexualidad en la NFL no es un acontecimiento

“Hay más jugadores gays en la NFL ahora mismo”, dijo Michael Sam hace unas semanas. Sam, públicamente el primer jugador homosexual elegido en el draft de la NFL, comentó en una aparición en Dallas que varios jugadores le han llamado para saber acerca de su experiencia con su condición sexual en la liga.

Sam no ha sido el primer gay en la NFL, pero sí uno de muy pocos que ha salido del armario. La coartación por la condición sexual en un vestuario de fútbol americano (en este caso de NFL y college football) no es verbal directamente por parte de los compañeros sino conceptual indirectamente. Responde a unos asentamientos ideológicos como el ambiente de macho y la masculinidad que promueven los medios de comunicación y el marketing en torno al deporte: comentarios de retransmisiones, jugadores que van a strip clubs, revistas porno en el vestuario, bromas homófobas entre compañeros.

Lo contó Wade Davis, ex jugador de Titans, Seahawks y Redskins (2000-2004), hace un par de años: “tu mayor miedo es perder la camaradería y la familia”. Davis hizo pública su homosexualidad en una entrevista donde contó que llegó a gastarse 1.500 dólares en un club de striptease para no crear dudas en sus compañeros. He ahí la coartación que propicia el miedo a salir del armario, el concepto sellado de que un gay en un locker room es un acontecimiento y un asunto importante. Esperpentos mediáticos como el de ESPN (que cada vez son más) sobre los hábitos en la ducha de Michael Sam alimentan hacer noticia lo que es normal.

Dentro de un vestuario (y la franquicia), al igual que la calle misma, cada individuo tiene su opinión sobre la homosexualidad que responde a convicciones políticas, religiosas, sociales o, a veces, un nivel alto de estupidez como demostró Emmett C. Burns Jr., delegado demócrata de Maryland. Burns escribió una carta a los Ravens cuando Brendon Ayanbadejo defendió públicamente el matrimonio homosexual en el estado de Maryland, no sólo instando a la franquicia a que le obligara a callar a su jugador sino dando por sentado que la visión que él tiene sobre el deporte del football es la de todos: “muchos de los fans (de los Ravens) se oponen a tal forma de ver las cosas y siento que esa opinión no tiene lugar en un deporte que es estrictamente para orgullo, espectáculo y emoción”, dijo.

Pero pese a que los jugadores tengan opiniones aquí o allá (menos las estúpidamente intolerantes extremistas), absolutamente todos conciben el locker room como un lugar de trabajo. “Un jugador no piensa en que su compañero es gay, piensa que está de su lado, que es su familia, en el campo y el el vestuario”, dijo Jevon Kearse, ex jugador de Titans y Eagles (1999-2009). “Sólo porque sea gay no significa que quiere ligar contigo”, comentó hace un par de temporadas Robert Griffin III, quien afirmó que tenía compañeros homosexuales en el instituto que tuvieron que dejar el equipo.

Homosexual o heterosexual, los jugadores no están pensando más que en la táctica del partido, su concentración, la actuación que han tenido y, en el caso de Chris Johnson como pude observar, irse a casa cuanto antes. Al igual que una reportera no está mirando los cuerpos musculosos de los jugadores y el tamaño de sus penes cuando se pasean desnudos por el vestuario. No es la playa, it’s business.

Dave Kopay salió del armario en 1975 tras nueve años de carrera en cuatro equipos diferentes; su biografía, La historia de David Kopay, fue un best-seller dos años después. Roy Simmons, quien jugó 58 partidos para Giants y Redskins (1979-1983), lo dijo públicamente en 1992. Dos jugadores gays de los Houston Oilers de 1993 eran ampliamente aceptados por el vestuario. Teniendo en cuenta que entre un 5-10% de la población masculina es homosexual, si aplicaramos el mismo listón a la NFL estaríamos hablando entre 85 y 170 jugadores gays actualmente.

Y en cuanto a la dirección de la liga, desde el asunto de Michael Sam ha declarado públicamente que quiere crear “zonas libres de juicios” pero las acciones educativas y de concienciación al respecto no son visibles. Teniendo en cuenta la perspectiva que tiene sobre la marihuana, invita a pensar que tampoco en este caso irán al unísono de la sociedad. Aunque sí que es verdad que hay algo que no puede controlar la NFL, la homosexualidad es probablemente el último y más fuerte tabú de América.