EL COMBATE DEL SIGLO
Mayweather vs. Pacquiao: un careo de guante blanco
El boxeador filipino animó a ‘Money’, su próximo rival, a sentarse a hablar de Dios en la conferencia de prensa del “combate del siglo”.
Se miraron unos segundos y se detuvo el mundo. El Teatro KA del MGM, que acoge las representaciones del Circo del Sol, soltó toda la tensión que había acumulado en la conferencia de prensa, la última antes del duelo del sábado, entre Manny Pacquiao y Floyd Mayweather. “El combate que detendrá el mundo”, como así lo presentó Leonard Ellerbe, consejero delegado de Mayweather Promotions, vivió un día de guante blanco. Quizá, porque se presentó como la pelea que después de romper todos los récords, puede llevar al boxeo a otra dimensión. Acercarse a un público que no le es amable.
Todo fue blando, conmovedor, consumible. Bob Arum, factotum de la promotora Top Rank, reveló que Manny Pacquiao había conseguido que el presidente de Indonesia perdonara, de momento, la vida de una filipina condenada a muerte por tráfico de drogas, después de que Pacquiao intercediera. “Hay poca gente como él”, advirtió. “Dios es amor”, proclamó Manny Pacquiao ante la concurrencia. Y señaló que, después de pegarse con Mayweather el sábado, “lo importante será que nos demos un abrazo” y le invitó a discutir después “sobre la fe en Dios”. El diablo tagalo podría ser ahora mismo un buen asesor del Papa Francisco…
Pacquiao, 38 años y un récord de 57-5-2, se mostró, antes de la rueda de prensa y antes varios medios latinos entre los que estaba AS, “feliz y excitado. Todo está hecho y estoy al cien por cien física, mental y espiritualmente. Que estén tranquilos en Filipinas, porque yo lo estoy. Que se relajen y recen por mí, porque voy a ganar. Este es un combate interesante, que hará popular el boxeo entre los que no son fans. Muchos de ellos lo van a ver y por eso es tan grande”, advirtió.
Pacquiao, hijo de la pobreza, que vivió en las calles de Manila y escapó de un padre borracho, se emocionó al recordar que servía de inspiración para muchos niños. “Cuando dormía en la calle, nunca me imaginé que podría estar aquí”.
Después de tanta bondad, acostumbrados a comparecencias eléctricas y amagos de llegar a las manos de otros púgiles necesitados de promoción, Floyd Mayweather (38 años) no rompió el guión. El campeón en cinco pesos diferentes, que se mantiene invicto, alabó el trabajo de Freddie Roach, técnico del filipino con quien otras veces mantuvo guerrillas dialécticas, y se mostró dispuesto para “la lucha más grande de la historia”. Declaró sentirse “bien y fuerte”. La voz un tanto quebrada, tranquilo.
Mike Tyson, que entró en el teatro seguido de un séquito tan grande como el de Mayweather y Pacquiao, debía hacerse cruces ante tanto guante blanco. O es que quizá toda la energía se reserve para el sábado...