FANTASY
Cómo apuntarse a una fantasy por primera vez y divertirse
No sólo es divertida, sino que ayuda a los aficionados a seguir la temporada, a fijarse en equipos diferentes, a descubrir jugadores, a profundizar como no habíamos hecho nunca.
-“¿Quieres jugar una fantasy?”
-“No gracias, no tengo tiempo. Ya tengo suficiente con poder seguir la NFL como para meterme en eso también”
-“¡Pero si no te va a llevar más de diez minutos a la semana!”
-“Sí, pero ya sé cómo son estas cosas y al final voy a terminar enviciado”.
Probablemente, un alto porcentaje de aficionados a la NFL han tenido esta conversación, o una muy similar, la primera vez que alguien les invitó a jugar una liga fantasy. Pero como decía Sergio Rebollo en su columna sobre Madden, una fantasy forma, junto al Game Pass y al popular juego, la santísima trinidad de la NFL. El trípode sobre el que se sustenta la afición de la mayoría. Incluso os diría que la fantasy es la pata más importante de las tres. Por eso, antes o después todos terminamos sucumbiendo, y nos sumergimos para descubrir sus secretos en un viaje sin retorno.
Una fantasy no sólo es divertida, sino que ayuda a los aficionados a seguir la temporada, a fijarse en equipos que de otra manera pasarían desapercibidos, a descubrir jugadores, a profundizar más allá de lo que habíamos hecho nunca. Pero de todo esto os va a hablar Fernando Kallás semana tras semana en su sección fija de fantasy. Mi intención hoy se reduce a dar pistas sobre cómo iniciarse en una enfermedad que una vez pronosticada se convierte en crónica.
Cuando alguien llega nuevo a la NFL lo primero que piensa es apuntarse a cualquier fantasy, la que sea, y pregunta dónde puede hacerlo. ¡Grave error! Las ligas fantasy no se disputan con desconocidos salvo que la intención sea ganar dinero, y eso es implanteable hasta después de muchas temporadas adquiriendo experiencia. Lo suyo es encontrar un grupo de amigos a los que ‘burrear’ cada lunes de septiembre a diciembre en la oficina, en el bar de copas, en un hilo de whatsapp o de Facebook. Cuanto más trato diario, mejor, cuanto más relación personal, más divertido. Cuanta más confianza, más asco.
Claro que juntar una docena de aficionados cercanos para montar una fantasy puede ser sencillo en EEUU o incluso en México, pero en España es casi una misión imposible para muchos. Yo siempre hago la misma recomendación. Un día cualquiera, el que sea, aunque lo mejor es elegir un lunes de playoffs, os presentáis a trabajar con la camiseta oficial de vuestro jugador favorito. Si es un tipo polémico, tipo Tebow, mejor. Que no os de vergüenza, conozco a gente que trabaja en sitios de lo más serios y encorbatados que os podáis figurar, y que lo han hecho con éxito. Os aseguro que en una mañana descubriréis que a vuestro alrededor había más gente siguiendo la NFL de lo que podíais imaginar. Y si lo hacéis en la universidad, no quiero ni contaros. Hace algunos años quizá fuera más complicado, pero hoy en día en España hay muchos más seguidores camuflados de lo que parece. Tal vez no aparezcan debajo de las piedras, pero no me creo que a estas alturas alguien que haya buscado de verdad no haya sido capaz de encontrar a nadie.
Una vez realizado el experimento de la camiseta, quizá no hayas reunido los diez o doce jugadores necesarios, pero no es el momento de perder la tranquilidad, lo normal es que una vez formado un pequeño grupo los tentáculos se extiendan con facilidad. Pero incluso si eso no es posible, otra solución es reunir a seis jugadores y buscar en redes sociales, o incluso en los comentarios de nuestros artículos de fantasy, otro sexteto contra el que competir. Y si es de la misma ciudad mejor.
Porque una vez creada vuestra fantasy en nfl.com (o cualquier otra web), podéis buscar infinidad de alicientes para convertir la batalla deportiva en campal. Por ejemplo, que los miembros de la división con menos victorias le paguen una cena a los de la división rival al final de la temporada, que entre todos se haga un fondo para regalarle un anillo, una camiseta, o lo que sea al ganador final (que por supuesto se entregará en otra velada entre copas), que el peor jugador de la temporada tenga que cargar durante los doce meses siguientes con un castigo insoportable (hay cientos de ejemplos en Internet, algunos de ellos sencillamente horribles), que…
Y por supuesto, tendréis que elegir a un comisionado que será como Goodell, el tipo más odiado por el resto de los participantes. Un dictador que intenta caer bien a todos y que debajo de esa piel de cordero, de esa patena de ecuanimidad, cambia las reglas de la fantasy con nocturnidad y alevosía para beneficiarse a sí mismo y a sus más allegados.
Lo de menos es el propio juego. Lo importante es juntar ese grupo de amigos con los que hablar de NFL desde septiembre hasta la Super Bowl, con los que tomar cervezas con la única justificación de que “tenemos que discutir un trade”, con los que hablar sobre si Jennifer Connelly tiene o no bigote durante el resto del año (me parece una herejía que alguien piense algo así), y con los que lanzarse un balón ovalado de lado a lado de la piscina en las semanas previas al inicio de la temporada.
Una fantasy lleva diez minutos a la semana si lo único que quieres es participar en un juego más, pero amplía sin medida el número de tus mejores amigos si sabes convertirla en lo que debe ser: un argumento para divertirse a tope y disfrutar al máximo de tu deporte favorito con tus colegas.
Eso es una liga fantasy. Ni más ni menos. Y recomiendo a todo aquel que quiera profundizar en esta complicadísima asignatura, que le de un vistazo a una serie indispensable: The League, un master acelerado para cualquiera que quiera ser un maestro en el complicado mundo de la fantasía. ¡SHIVAAAAAAAA!