El que juega por necesidad, pierde por obligación
El sabio refranero español nos advierte que pretender ganar a través del juego, quizá llevados más por la desesperación que por el vicio, unos beneficios mayores y más fácilmente de los que podríamos obtener mediante el trabajo, no nos lleva sino a la ruina. Algo similar se podría aplicar al draft de la NFL, que en el fondo, no deja de ser una lotería. Repetidamente, equipos llevados por la necesidad, no sólo deportiva sino en ocasiones también mediática, de adquirir en el draft una estrella rutilante que relance la trayectoria de una franquicia en decadencia, cometen graves errores de cálculo que la llevan a hundirse aún más en su miseria. Se entregan selecciones de años futuros, o se eligen jugadores muy por encima de lo que por su calidad sería aconsejable. Todo por conseguir ese quarterback de carisma infinito, ese receptor de manos prodigiosas, o ese pass-rusher de explosividad imparable, que va a llevar al éxito a la franquicia sin la más mínima duda. Pero ya sabemos que no hay nada infalible en el draft, y amparados en esta “necesidad” se acaban cometiendo los mayores disparates.
Pero, ¿qué entendemos realmente por “necesidad” de un equipo de cara al draft? Normalmente, se tiende a identificar como tal aquel apartado donde han estado más flojos el año anterior. Para un aficionado neutral, la mayor necesidad de, por ejemplo, los Ravens, podría ser reforzar su secundaria. Sin embargo, este aficionado neutral probablemente ignorará que en 2014 hasta 5 cornerbacks acabaron en la lista de lesionados y otros, tan importantes como Lardarius Webb, se perdieron varios partidos por lesión. Si para 2015 recuperan todo este personal, esta “necesidad” tampoco es tan grave. Pero incluso los mismos fanáticos de cada franquicia pueden llevarse sorpresas. Para un seguidor de, por ejemplo, los Bengals, podría resultar exagerado calificar de “necesidad” la de un offensive-tackle, teniendo dos buenos titulares en Andre Smith y Andrew Whitworth. Sin embargo, incluso este mismo fan puede no saber que ambos jugadores están en su último año de contrato y probablemente el club no pueda renovar a los dos para la temporada siguiente. Por lo tanto, hay muchos aspectos que valorar aparte de lo evidente. De ahí que durante el draft, puedan parecer chocantes ciertas decisiones, dejando pasar jugadores que en teoría cubrían “necesidades” y por el contrario, adquiriendo otros cuya relevancia no parece a priori tan importante.
Durante el largo proceso pre-draft, cada franquicia confecciona sus particulares “draft-lists” analizando videos, entrenamientos privados, entrevistas, etc., para la configuración de sus plantillas. Sin embargo, en ocasiones da la impresión que se dejan llevar por un impulso, o por el miedo, y se salen de este plan preestablecido, anteponiendo la ansiedad por paliar al precio que sea una “necesidad” a si realmente la opción escogida es la más racional. Hacer esto suele llevar directamente al fracaso. Siempre he defendido la teoría de seleccionar al mejor jugador disponible. Recordemos que con el draft se busca futuro, no presente (y aquí viene el error de muchos equipos). Si un club, por estar corto de efectivos en una demarcación, elije a un jugador cuya calidad no se corresponde con el valor de la selección donde es escogido, sólo conseguirá que, en poco tiempo, se vuelva a ver en la misma situación. Igualmente, puede que cubrir determinado puesto no sea imprescindible de forma inmediata, pero seguro que no pasará mucho tiempo en hacerlo. Dentro de una lógica, obviamente. No se trata tampoco de sobrecargar una posición que ya esté bien servida de calidad, cantidad, edad y duración de contratos, que también sería perjudicial por estar desequilibrando al equipo.
Las bases de esta estrategia han servido a los Bengals para estar en playoffs las últimas 4 temporadas de manera consecutiva, a los Ravens para ser siempre competitivos pese a sus constantes pérdidas de personal, y a los Steelers para recomponer su plantilla sin malograr años en el intento. Hacer lo contrario ha llevado a los Browns al estado de desorientación actual en que se encuentran inmersos.