SILLONBOL
Dan Quinn buscará hacer de los Falcons los Seahawks del sur
El nuevo entrenador de Atlanta es uno de los principales arquitectos de la defensa de Seattle, que ha jugado dos Super Bowls consecutivas.
Hay una pregunta recurrente sobre los entrenadores exitosos en todos los deportes del mundo, en todos los equipos: ¿son tan buenos o es que tienen buenos jugadores? El nuevo head coach de los Atlanta Falcons, Dan Quinn, está en una situación privilegiada para responder a esta pregunta, tan vieja como el deporte.
Porque se dan dos circunstancias extremas que nos harán tener la respuesta a este dilema de forma mucho más clara.
La primera es que Dan Quinn es uno de los arquitectos principales de la defensa de los Seattle Seahawks en las últimas dos temporadas, pues era su coordinador defensivo. En ambas el equipo llegó a jugar la Super Bowl, ganando la primera de ellas frente a los Denver Broncos y perdiendo la segunda frente a los New England Patriots. Y lo hicieron partiendo de una defensa dominante, abusiva, que les colocó en el gran partido. No sólo eso, sino que es justo señalar que esta unidad defensiva es una de las más importantes de la historia y, recientemente, sólo comparable a la de los Baltimore Ravens en el año 2000 y a la de los Chicago Bears de 1985.
La segunda es que los Atlanta Falcons del año pasado son la peor defensa de la NFL recibiendo 398.3 yardas por partido.
Es decir, Quinn pasa del cielo al infierno en un sólo paso. Y habrá de demostrar que su esquema es capaz de hacer a unos jugadores con tan pútrido desempeño rendir como All-Pros, de convertir a los Falcons en los Seahawks del sur. O eso, o siempre nos quedará la sensación de que la gran defensa de Seattle lo era mucho más por sus atletas que por sus entrenadores.
CUANTO MÁS SIMPLE, MEJOR
Dan Quinn ha jugado con unas tácticas realmente simples, que no sencillas de ejecutar, en Seattle. Su esquema base es un 4-3 en el front seven y con un cover 3 en la secundaria. Sin excesivos cambios y sin excesivas complejidades, la línea defensiva se encarga de poner presión en el QB rival, los LBs han de ser rápidos para alcanzar las esquinas, el strong safety les ayuda a controlar el centro del campo en jugadas de carrera y de pases cortos, y cada uno de los tres hombres de la secundaria que quedan "libres" se reparten el campo en tercios que han de patrullar. No muchos dolores de cabeza tácticos en los coordinadores ofensivos rivales.
Sin embargo, muchos dolores de cabeza en la ejecución física. Porque cuando el que domina el medio es Kam Chancellor, cuando uno de los lados del campo lo cierra Richard Sherman, cuando el safety que llega a todas las esquinas es Earl Thomas, cuando Bobby Wagner se encarga del cuerpo de LBs o cuando Michael Bennet y Cliff Avril atormentan a la OL contraria todos los sistemas parecen funcionar a las mil maravillas.
No hay estrellas de ese nivel, ni parecido, en la plantilla de los Falcons. Es por eso que surgen dudas sobre si Quinn se mantendrá firme en sus convicciones o si tratará de flexibilizarse y adaptarse al talento con el que cuenta.
Hay dos escuelas de pensamiento al respecto. Muchos opinan que los grandes jugadores de la defensa de Seattle antes nombrados no eran tan buenos como les ha hecho parecer el esquema en el que juegan. Y algo de razón tiene ese argumento cuando vemos que gente como Chancellor o Sherman fueron jugadores que no salieron hasta el último día del draft en sus respectivas añadas. Otros, no obstante, apuntan al ejemplo de Gus Bradley, predecesor de Quinn como coordinador defensivo de los Seahawks y actual entrenador de los Jacksonville Jaguars, que en modo alguno ha sido capaz de replicar su éxito.
Es por eso que me sitúo entre los que creen que Quinn no va a repetir el mismo esquema que hemos visto en Seattle. No en vano se ha llevado con él a Rahim Morris, uno de los entrenadores de la factoría de los Tampa Bay Buccaneers, famosos por su defensa Tampa 2 que tiende a jugar con los safeties más profundos y la ayuda de un LB en cobertura, bien diferente a la cover 3 mostrada por Quinn en Seattle.
En cualquiera de los casos, lo que parece claro es que la unidad defensiva no será especialmente imaginativa y buscará en la sencillez su manera de proceder, donde el eje de la defensa será el CB Desmond Trufant, llamado a la obligación de tener que cubrir él sólo toda una mitad del campo y, con el resto de jugadores, usar esquemas mixtos que aprovechen el talento de los safeties y de los LBs, ahora mismo impredecibles por, eso, falta de talento. O falta de su uso correcto, para ser más precisos. Los Falcons de Dan Quinn habrán de demostrar si, bien usados, tienen ese talento que no han evidenciado.
ATAQUE ZONAL Y PLAY-ACTION
Y si el cambio va a ser notable en defensa, el ataque no se va a quedar atrás. Quinn ha fichado como su coordinador ofensivo a Kyle Shanahan. Tras un año horrible en Cleveland Browns, una experiencia desastrosa desde el punto de vista del entrenador, el Shanahan hijo decidió poner pies en polvorosa y buscar nuevos horizontes. El equipo que se estaba formando en Atlanta aprovechó la ocasión.
Porque más allá de resultados puntuales y temporadas marcadas por lesiones e incertidumbres varias, Kyle Shanahan ha demostrado en su experiencia en la NFL ser un coordinador ofensivo con las cosas muy claras y una buen olfato para hacer que sus equipos crean en el más básico de los preceptos del dominio en el fútbol americano: correr, correr mucho.
Shanahan emplea un sistema de bloqueos zonales que permiten a sus corredores más agresivos, los que no eluden el contacto y pelean por la yarda de más, lucir más que los virtuosos y explosivos. Así le sucedió en su etapa en Houston Texans, donde hizo una estrella de Arian Foster, así le pasó en Washington, con Alfred Morris consiguiendo números de ensueño, y así le ocurrió en la primera parte de la temporada pasada en Cleveland, donde un backfield tricéfalo le llevo a estar en el top 5 en la NFL en yardas de carrera.
Una vez establecido el juego de carrera, le gusta abusar del play-action, arte con el que acabó otorgando a Matt Schaub un contrato de 62 millones de dolares por cuatro años, o convirtiendo a Robert Griffin III en rookie del año en el 2012.
En los Falcons este sistema se va a encontrar con un problema fundamental: la línea ofensiva está diseñada para jugar en bloqueos individuales. A grandes rasgos, y sin entrar en matices y profundidades, los hombres de la línea más interesantes para jugar en zona han de ser "pequeños" (ojo a las comillas), rápidos y ágiles, algo con lo que no cuenta la plantilla ahora mismo. El corredor llamado a usar todas esas yardas que Shanahan promete es Devonta Freeman, drafteado el año pasado y que, este sí, encaja como un guante en este sistema pues, sin ser explosivo o especialmente duro, es muy completo, valiente y con gran visión. Y en cuanto al QB, sobra decir que Matt Ryan es el mejor con el que ha trabajado nunca el coordinador ofensivo, y aunque no es especialmente móvil es suficientemente inteligente como para aprovechar los play-action a la perfección. Es más, y como se dice siempre, un buen juego de carrera es el mejor amigo del QB, por lo que podemos ver a un gran Ryan este año.
Este sistema suele dar sus réditos en jugadas profundas, en pases a receptores a campo abierto porque, con el play-action, la defensa se queda más cerca de la línea de scrimmage. Es por eso que Julio Jones, la mala bestia que luce como nadie más en el ataque de los Falcons, puede estar bien contento con el fichaje de Shanahan, pues sus virtudes, su capacidad para batir en el uno contra uno a los cornerbacks y su velocidad tras las primeras yardas, le pueden convertir en un terror sobre el campo.
Quinn y Shanahan. Una propuesta diferente, muy diferente, a la que existía en Atlanta hasta ahora, que se van a encontrar unos jugadores no especialmente adaptados a sus sistemas... pero una propuesta con la suficiente inteligencia como para que en los Falcons exista una muy notable ilusión. Es de justicia que así sea, pues en este cuerpo técnico hay mucho talento.