HALTEROFILIA
Lydia Valentín revalida en Tiflis la triple corona europea
Igual que en Tel Aviv 2014, ganó el oro en arrancada (118), dos tiempos (145) y total (263). Fue muy superior. Suma 23 podios continentales.
Hace ya tiempo que Lydia Valentín, de 30 años recién estrenados, perdió la cuenta del número de medallas que acumula en casa. Este viernes, la chica rubia de Ponferrada (-75 kilos) sumó tres más, de oro, en los Europeos de Tiflis (Georgia) donde revalidó la triple corona (arrancada, dos tiempos y total) que había logrado la temporada pasada en Tel Aviv (Israel).
La berciana salió al tapiz como siempre, maquillada, con sus pendientes de perlas y su cinturón de Hello Kitty. “No creo que sea algo que debas destacar, lo que importa es lo deportivo”, ha dicho alguna vez. Y así fue, con la barra brilló y sin dar opción a sus rivales, aunque la conquista comenzase con susto. Fue en el segundo intento de la arrancada, cuando falló en 116 kilos. Antes había cogido sin problemas 112 y tampoco los tuvo en 118. Ese peso era un kilo más de lo que podía levantar la bielorrusa Pachabut (117). Y allí llegó el primer oro.
La historia en dos tiempos fue muy diferente. No hubo color. Lydia se quedó sola muy pronto en la lucha por el oro. A la segunda tentativa, sobre 141 kilos, el título europeo ya era suyo. Parecía fácil pero la francesa Nayo, su gran rival, sólo pudo con 137 y la rusa Iuvtolina vio como su brazo cedía de manera escabrosa. Sin embargo, la de Ponferrada tenía un punto más y se permitió volver a ponerse la barra sobre su pecho y levantar los 145, para sumar un total de 263. Eran el segundo y el tercer oro. Ni Nayo (plata con 248), ni Pachabut (bronce en 247) se acercaron a sus altas cotas. Y eso que Lydia no buscó récord personal (274) “Venía a hacer un kilo más que la primera”, firmaba.
Es la 23ª medalla de Lydia Valentín en unos Europeos, aunque ‘sólo’ la segunda vez que hace el triplete después de Tel Aviv. También tiene cuatro en mundiales (una plata y tres bronces). Meticulosa en el trabajo, Lydia creció en Camponaraya, un pequeño municipio del Bierzo, donde a los 11 años destacaba en todos los deportes. Hacía basket, atletismo... pero ella se enamoró de la halterofilia y acertó, porque hace tiempo que perdió la cuenta de las medallas.